• CAPÍTULO 53 •

1.8K 210 137
                                    

Karol Sevilla

—Espero que te la estés pasando bien aquí, no querría que te sintieras incómodo mi querido Cooper.

—El señor Pasquarelli se dará cuenta que le hago falta. No sabe en lo que se está metiendo.

—Y si se da cuenta que no estás, ¿qué pasará?
¿Crees que vendrá aquí a recatarte? ¿A rescatar a uno más de sus hombres? Me sorprendes, creí que lo conocías como para darte cuenta que a él no le importa nadie.

—Es una hija de puta.

—Lo sé.

Lo hago retorcer del dolor cuando le doy con un palo de madero en el abdomen, seguramente rompiéndole algunos huesos.

—¿Sabes qué haré contigo, Cooper?—le doy otro golpe—Existen varios métodos de tortura. Esta vez me iré un poco hacia atrás, allá por la Edad Media —se tensa y sonrío—Veo que conoces los castigos de aquella época —me paseo con el palo y amo el olor a su sufrimiento—Está el Potro. Una de las máquinas más populares en ese tiempo.
También está el aplasta pulgares. El tormento del agua. La pera Vaginal, oral u anal.

—Hija de...

—La garrucha —lo interrumpo—créeme que me encantaría hacer esa contigo pero creo que no te lo mereces. Te mereces algo mejor, algo que de verdad te deje marcado para toda la vida que Karol Sevilla fue quien te mató y torturó.

—Esto no se quedará así.

—Déjame hablar, que no te he dicho cuál he escogido —dejo de caminar y respiro profundo, dándome mi tiempo. Había estado anhelando esto durante mucho tiempo—Finalmente he escogido usar la rueda.

—Ay no...

—Veo que la conoces.

—Todo el mundo conoce eso. Se lo pido de súplica, escoja otro se lo ruego. Por el amor de Dios, yo sólo seguía instrucciones de mi superior, yo nunca le hubiera hecho lo que le hice por voluntad propia y...

—¡Cierra la boca!—le doy otro golpe con el palo y escucho clarito cuando algo se rompe dentro de él.

"La rueda" era un método de tortura que se utilizaba en Europa durante la época moderna hasta la ultima ejecución registrada en 1841, en Prusia.
Consistía en amarrar a la persona a una rueda de madera de todas sus extremidades y romperle cada hueso del cuerpo hasta que ya no resistiera y tuviera que morir. Claro que para que eso llegase a pasar, tendría que sufrir como si estuviera en el infierno.

Tiro el palo al piso y me sacudo las manos. Voy hasta él y lo tomo con fuerza de sus mejillas para que me mire a los ojos.

—Te voy a hacer sufrir hasta que a mi me dé la regalada gana. Y como tú fuiste uno de los causantes de mis cicatrices, pues te aseguro que serás mi juguetito por mucho pero mucho tiempo.

Le doy una palmadita ligera y me alejo tomando de nuevo el palo y dándoselo a un hombre.

—Evans, ahora tú serás mi mano derecha y quiero que amarres a nuestro invitado Cooper en una rueda y luego me avisases cuando ya esté listo.

—Claro que si señorita.

—Gracias.

Salgo del sótano. Si. Le he puesto un sótano especial a Cooper donde aquí no entra para anda la luz del sol.

Tú, Yo y El Mal Où les histoires vivent. Découvrez maintenant