• CAPÍTULO 42 •

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Dos días después de la última vez que vi a mi equipo me encuentro pisando propiedad europea donde me espera un lujoso Audi último modelo afuera del aeropuerto privado.
Me acomodo mi traje y subo en el asiento del copiloto porque sólo cuenta con dos lugares.

—¿Me extrañaste?—Me pregunta aquella mujer de largas piernas marcadas por tanto ejercicio—Mis ojos están aquí arriba.

—Llévame con tu padre.

—¿No me darás aunque sea un beso de bienvenida?—Se inclina hacia mi y mis ojos se pierden en sus grandes pechos. Así que le doy un beso corto y fino sobre la palma de su mano—Te he echado de menos.

—Y yo a ti.

—Los rumores se expanden. Escuché que te has aliado con una pequeña niña de la familia Sevilla. ¿Eso es verdad?

—Me casaré con ella, pero no te pongas celosa que no la amo.

—Era claro, te conozco muy bien como para saber que tú jamás amarías a alguien más que a ti mismo.

—Llévame con tu padre.

—A sus órdenes mi rey.

[...]

Orlando Marsden se encendió un porro para empezar a fumar. Su hija se sentó a mi lado para poder estar presente en nuestra pequeña junta.
Este hombre a compañía de su hija manejan uno de los más grandes cárteles de narcotrafico de todo Europa.

Natalia siempre lo ha admirado desde pequeña y siempre ha seguido todos sus pasos para ser como él, pero bien dicen que el estudiante siempre supera al maestro y ahora esta mujer que está a mi lado es una de las asesinas más peligrosas del mundo.

—Felicidades por su compromiso señor Pasquarelli.

—Gracias Marsden.

—Esa mujer debe de ser mucho mejor que mi hija como para que la hayas escogido tan repentinamente.

—No vine a hablar sobre mi mujer.

—Sé a lo que has venido. Me surtirás mercancía para el atentado que le haremos a la casa del presidente, ¿cierto?

—Vine personalmente hasta aquí porque quería saber un poco más sobre aquella operación que llevarán a cabo dentro de nada.

—¿Te nos quieres unir?

—Sería divertido, pero no tengo tiempo.

Orlando le señala a su hija con la mano de que me cuente de lo que trata y así lo hace la castaña.

—Soltaremos explosivos creados por tus hombres en el techo de la Casa Blanca desde los aires. Tenemos pensado derrumbar la segunda planta por completo. Que sobreviva el que tiene que sobrevivir.
Como los tomaremos de sorpresa nos comenzarán a disparar sin Piedad en lo que llegan sus refuerzos aéreos para derribarnos.
Pero no los dejaremos, porque lanzaremos más explosivos a los alrededores y...

—¿Cuánto explosivo?

—Toneladas.

—Natalia será la guía de muchas tropas para bajar por el presidente.

—¿Con qué fin?

—Aniquilarlo.

—Venimos planeando esto desde hace años.

La madre de Natalia ha muerto a manos del gobierno. Ellos solo quieren vengar su muerte y hacer justicia. Es comprensible.

—Es arriesgado. Los bombardeos en ataques hacia la Casa Blanca siempre suelen terminar en operaciones fallidas.

Tú, Yo y El Mal Where stories live. Discover now