• CAPÍTULO 87 •

1.1K 142 32
                                    

Ruggero Pasquarelli

Karol se había quedado dormida en mis brazos, yo casi no pude dormir porque tenía miedo tener otra pesadilla donde Karol salía y me humillaba con los demás: gritándome y pegándome.
"No tener amigas" ¿qué se supone que haga? Mis únicas tres amigas viven aquí, una se irá pero las demás no, ¿se supone que ya no les hable? ¿Que las ignore? ¿Cómo rayos haré eso?

La Karol posesiva se había aparecido anoche, pero la Karol cariñosa fue en la mañana que me despertó con besos en todo mi pecho.
Amaba a las dos Karol, pero la primera me aterra un poco.

—Adulto de 35 años, famoso violador de su colonia y drogadicto violento —y para ya no pensar sobre eso, me he metido mucho en el trabajo. Por eso me paseo de un lado a otro con mi bate de béisbol, el sujeto está amarrado a una silla y gran cantidad de hombres armados están a nuestros alrededores—Me informan que tienes una deuda conmigo desde ya hace unos meses, eso no le gusta al rey.

—Yo... yo sólo quiero tiempo señor, se lo imploro, sólo quiero un poco más de tiempo para pagarle mi deuda, por favor señor...

—Él no da tiempo —me volteo al escuchar a Karol detrás de mi, joder, se ve tan preciosa con lo que lleva puesto—Para nosotros el tiempo es más valioso que el oro y ni siquiera podrías pagarlo con tu vida.

—Señorita... conseguiré todo, se los juro, les doy mi palabra de...

—A mi me vale una mierda tu palabra —toma mi bate y me guiña el ojo antes de romperle la cara al señor con este. Unos de sus dientes salieron volando lejos de nosotros—Aquí hay reglas y seguramente se las aclararon desde un principio, y si no cumple, pues nosotros tendremos que meter las manos para intervenir.

Otro golpe pero ahora en sus piernas, puedo jurar haber escuchado que algo se rompía.

—Se lo imploro, por lo que más amo, se los pagaré...

—Ya escuchó a mi chica, aquí las reglas se cumplen.

Tomo el bate y me divierto estrellándoselo en el pecho, probablemente ahí fueron más de tres costillas rotas.

¿Qué pasó después?
Ella y yo nos divertimos haciendo sufrir al señor hasta dejarlo totalmente irreconocible después de veinte minutos.
Karol se puso de cuclillas ya que ahora estaba embarrado en el piso y tiró de su cabello para que la mirase a los ojos.

—Tienes hasta mañana en la mañana para entregar lo que debes, y si no lo entregas y te escapas iremos por tu familia para matarla.

Deja caer su cabeza y los hombres se lo llevan para afuera.
Le sonrío a Karol, y al sentir mi mirada me voltea a ver para sonreírme y después se avienta a mis labios para besarme ferozmente.
Como buen amante de ella la sujeto con fuerza para profundizarlo y sin importarme de que haya gente de seguridad a nuestros alrededores, la comienzo a acorralar entre la pared para seguir devorándola.
Jadea entre mis labios, y juro que es la sensación más placentera que he sentido.

—Te diría que me folles aquí, pero hay personal.

—Te veías tan sexy con ese bate de béisbol —sonríe malvada.

—Tú eras el que se veía tan sexy.

—Me dieron ganas de desnudarte y cogerte duro.

—Hazlo, anda, hazlo aquí.

Ella piensa que no puedo hacerlo por las demás personas, pero a mi no me importa, nada me importa.

—¡Todos fuera del salón! ¡Ya! —exclamo, y en dos segundos ya nadie estaba con nosotros—¿decías?

Tú, Yo y El Mal Donde viven las historias. Descúbrelo ahora