• CAPÍTULO 89 •

1.2K 136 62
                                    

Dos días después a medio día todo estaba hecho un caos. No me gustaba que entrase y saliera muchas personas aunque fuesen para hacer los arreglos de la fiesta de esta noche.
Ana dirigía todo, tenia la voz mayor sobre todos y me estaba empezando a estresar.
Todo era de color blanco, éste color me molestaba y también me molestaba que me habían dado un vestido del mismo color pero horrible, nada a mi gusto.

—¡Thomas! —el niño choca contra mi, su madre corre de prisa y lo toma de la mano para que deje de jugar—Thomas, no es momento de correr, creí que ya te había quedado claro.

—Controle a su cría humana señora Carmen —miro al niño—Sino me veré obligada a arrojárselo a los perros.

El mocoso tiembla, apenas tiene seis años.
Observo de nuevo a la señora Medina.

—No asuste a mi hijo, usted sabe que le tiene miedo a los perros —le sonrío malvada—¿Lista para ésta noche? Apuesto que ha ansiado este momento por mucho.

—De hecho si. Ahora tengo todo lo que quiero, ¿no es hermoso?

—Me alegro de que sea feliz con el señor Pasquarelli.
A este paso su corazón se podrá abrir de nuevo y...

—Si bueno, no lo creo.

—¿Cuántas veces te he dicho que puedes engañar a todo el mundo pero a mi no?

—No estoy de ánimos para su sermón, cállese por favor —ruedo los ojos—Tengo todo lo que quiero, tengo comiendo de mi mano a la cabeza mayor de esta organización de mafia, me cumplen todos mis caprichos y en unas horas me nombrarán como la reina, así que no venga a decirme que abriré mi corazón de vuelta porque todo lo hago por mi, porque me lo merezco. Porque me aprovecho de todo y de todos.

La señora Carmen no se sorprende, y me enfada que sonría al escuchar mis palabras.

—Sígase mintiendo señorita Sevilla. Yo no soy estúpida.

La veo marcharse de la mano de su hijo.
¿Ella qué va a saber? Sólo es una pobre mujer secuestrada por mi con un niño malcriado, aparte es madre soltera. Ella no es nada. Yo soy mucho.
Carmen todavía no me conoce. O eso espero.

Para las cinco de la tarde el lugar ya estaba decorado, las personas todavía no llegaban y yo nada más tenía el peinado listo porque de ahí en fuera, seguía con ropa ordinaria.
Bajaba en busca de una mucama que me preparase algo de comer porque sentía que no podría soportar hasta la cena.
Y una vez que ya iba de regreso a mi recámara, me quedo estática al ver a Liam vestido de traje paseándose por los pasillos.
Palidezco cuando me ve.

—¿Tú?

—Liam.

—¿A esto se debía la invitación? ¿A ti? —no le respondo—¿Y Harry? ¿Y tu boda? ¿Y el amor de tu vida? ¿Y tu sueño de ser feliz y traicionarnos?

—Jamás te traicionaría, y lo sabes.

—A mi no, pero a tu hermano si. ¿Crees que han sido los mejores días para nosotros? Nos ha estado explotando porque sigue muy enfadado contigo. Piensa que estás con Harry y que posiblemente ya hasta casada.

—Pero no lo estoy, han pasado tantas cosas desde que...

—Y no me interesa escuchar nada que venga de tu parte —mi corazón siente un pinchazo, sabía que con Liam todo sería distinto—Créeme que me iría de aquí, vaya, ni siquiera me gusta pisar éste lugar pero me han citado.

—¿Quién?

—Ruggero, no tengo idea para qué pero me quiere ver en su oficina —frunciendo el ceño se acerca a mi—Y ya sabrás que no es para nada bonito hacer enfadar al rey, ¿verdad?

Tú, Yo y El Mal Donde viven las historias. Descúbrelo ahora