• CAPÍTULO 98 •

1.2K 138 75
                                    

Amarrada a una silla de no sé cuál sitio.
Perdí el conocimiento después de que Brooks me pusiera un liquido en la nariz que me hizo desmayar.
Era la peor escena de mi vida, aproximadamente 25 hombres armados al tope me rodeaban.
Frente a mi, el sujeto sostenía la bolsa con las cabezas de los niños de Harry.

Sentí miedo. Si. Moría por orinarme en los pantalones porque la última vez que me tuvieron atada fue el peor suceso de mi vida; fue cuando estaba en las celdas.

Carlo soltó la bolsa, quería mantener la frente en alto, de verdad, lo juro, pero estaba aterrorizada.
Entonces, su puñetazo aterrizó en mi mejilla, la sangre salió volando de mi boca.

—Tengo por fin a mi manos el conejito más preciado del Rey.

No Brooks, los conejitos preciados se fueron hace unas horas. Ruggero las quiere a ellas.

—No me digas que me darás un discurso antes de matarme como los estúpidos villanos de las películas.

Si por favor, por favor mátame.
Sé que no tengo escapatoria y en este momento desearía estar muerta antes de que...

—No pienso matarte —antes de que pase eso—. Pienso divertirme un poco contigo para que Ruggero sepa el dolor que me causó a mi que me quitara a mis hijas —se separó de mi—. ¡Traigan la videocámara! Será un pequeño regalo de bodas para el Rey.

~~~~~

Tal vez no era mi cuerpo el que flotaba, pero sí que era mi alma.
Muchas veces me quise morir, quise quitarme la vida para ya no sentir ese dolor tan incontrolable que me causaba la vida. Y siempre me pregunté, ¿por qué yo? ¿Por qué a mi? ¿Por qué siempre salía lastimada yo?
Vivía en el pecado, lo sé, pero esa no era yo.
La Karol sana jamás hubiera matado, jamás hubiera hecho todos los crímenes que la Karol dañada había hecho. »Tengo 21 años, no me merezco esto, soy una maldita niña todavía pero nadie se daba cuenta«

Deseaba mil veces poder regresar el tiempo a cuando era feliz con mis amigos, a cuando vivía con mi padre y con mi madre, a cuando todavía no conocía al profesor Clark y mucho menos al hombre que me ha jodido tanto la vida.

Alguna vez dije que no habría peor daño que me pudieran causar como el que me hizo el general Harry, pero como siempre, Ruggero se llevaba la delantera. Ojalá nunca lo hubiera conocido.

Como ya antes lo había dicho, podía sentir que mi alma flotaba por los alrededores de este lugar y observaba a mi cuerpo desgarrando su garganta por los gritos de dolor que le causaban los hombres.
Mi alma veía como me habían quitado la ropa y le hacían cosas a mi cuerpo. Cosas muy feas.

»"Los Sevilla no lloran, no se ven frágiles ante nadie"«
Esa es una jodida mentira. Mi alma veía como mi cuerpo rogaba porque la dejasen de tocar en aquellas zonas tan intimas con sus dedos asquerosos que lo estaban destruyendo por dentro.
Mi alma me veía, y le daba repugnancia.

Pataleaba para que no se me acerasen, trataba de defenderme pero me sentía tan vulnerable a sus toqueteos.

En un momento de mi vida quise dejar de luchar, lo único que rogaba era poder desatarme, tomar un cuchillo y clavármelo en el corazón para dejar de sentir este sufrimiento.

Sufrimiento tanto físico como emocional por la maldita traición que sentía en mi corazón.
Habían jugado dos veces conmigo, ya no me sentía en condiciones para querer seguir viviendo.

"Si Ruggero estuviera aquí, los mataría a todos"
Quería decirles eso, quería que le tuvieran miedo pero en cierto punto yo ya no lo quería ver.
Estaba pagando el error de haberse traído a las hijas de un importante jefe del crimen organizado, yo, si, yo estaba pagando las consecuencias de algo que no había hecho.

Tú, Yo y El Mal Where stories live. Discover now