• CAPÍTULO 31 •

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720 horas después de la emboscada.

En total, 30 días, un mes entero.
Hace 15 días que Harry nos informó sobre la muerte de Simón. No lo han dejado de torturar, casi a cada cinco horas baja alguien y le da azotes.

Puedo decir que se lo merece, por su culpa es que ha muerto Simón, pero aún así es inevitable bajar a darle de comer cada que puedo.
¿Por qué? No lo sé, simplemente lo hago.

Ana sigue sin aparecer, Dalton no reacciona y los médicos dicen que ya es tiempo de desconectarlo porque no tardará en empezar a descomponerse su cuerpo.

Sophia no ha parado de llorar desde que anunciaron la muerte de Simón. Pero lo peor fue cuando se enteró del diagnóstico de Dalton.
Ha caído en depresión, Agustín ha estado con ella para consolarla pero es algo inútil porque Agustin está igual. Prácticamente él acaba de perder a sus dos mejores amigos.

No encontraron el cuerpo de Alessandro.
Leo ya se recuperó gracias a los atendidos de Antonella.

Pero las cosas no se quedan así de simples. Ruggero, Bratt, Maxon, Bruno y Hermes exigen el cuerpo de Simón para hacerle un funeral.
A consecuencia de la muerte de nuestro amigo, hoy matarán a Harry. Pero eso no es todo, ya que primero lo van a grabar torturándolo y después se encargarán de que todos los de FBI vean cómo fue su lenta y dolorosa muerte.

¿La buena noticia?
Regresé a la universidad.

Estuve ocupada todo el día poniéndome al corriente con los apuntes y me entretuve en la biblioteca estudiando demasiado.
Hoy me aplicarán todos los exámenes de hace un mes. Si, así de golpe. Era eso o perder el semestre y sólo me dieron oportunidad ya que Ruggero tuvo que hablarle al director.

Estoy cansada, agotada y con ganas de irme a acostar pero no quiero regresar a la mansión porque todo me da tristeza y yo no soy una mujer que le den tristeza las cosas.

—¿Puedo sentarme?

—Preferiría que no.

—Soy su maestro, yo creo que puedo sentarme.

—Hay muchas sillas por allá.

—Pero en unas horas tendrá el examen de comercio y quería ver si necesitaba ayuda con mi materia.

—Derek... por favor...—Pero el muy necio no me hizo caso y se sentó a mi lado.

Claro que mantuve una distancia, no quería que nadie sospechara y pues, ¿quién rayos sospecharía de una alumna y un maestro en la área de la biblioteca con libros en las manos? Bueno, al menos yo no.

—Hoy me entregaron estos papeles de la dirección. —Observo que tiene un sobre y claro que sé de lo que se trata—Venía tu nombre y de pura casualidad te encontré aquí así que vamos a abrirlos frente a ti.

—Yo... Mmh...—Los abrió y vi que su ceño se empezaba a fruncir con cada palabra que leía—Lo siento.

—¿Ya no quieres que sea tu maestro? —Podía escuchar su voz con un toque de decepción—Pequeña, ¿te hice algo? No me hagas esto. Verte al dar mis clases era lo mejor que tenían mis días.

—Lo nuestro ya no puede ir para más.

—Pero...—Se queda callado y me duele—Esto es por tu prometido ¿no es así?—No contesté y me mataba su mirada de tristeza—Yo creí que eras una mujer valiente a la que le gustaba que no la controlasen. De esa yo me enamoré, de esa mujer que alzaba la voz si algo no le parecía justo y... yo... agh.

—Derek...—Se puso de pie y se marchó, llevándose mis ganas de seguir viviendo.

Fue lo correcto ¿verdad? Fue la mejor opción que había si mi plan era querer olvidarme de él, aunque no quisiera.

Tú, Yo y El Mal जहाँ कहानियाँ रहती हैं। अभी खोजें