• CAPÍTULO 28 •

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Me puse mis mejores botas, un pantalón ajustado pero muy cómodo y una camisa negra que le quedaba perfecto al color de mis botas.

—¡Ven Liam!—Grita Sophia—Ruggero siempre nos pone la mejor vista del hipódromo.

Ella está muy feliz abrazada de mi amigo quien por alguna extraña razón, también está feliz.
Los veo marcharse como si ya fueran unos novios enamorados y sólo escucho a Bratt y Maxon bufar por detrás de mi.

Después de que Sophia saliera corriendo, Antonella les dio el regaño del año a los cuarto. Si, digo a los cuatro porque también cuento a Agustín y a su gran boca para arruinar las cosas.

Ruggero me toma de la mano y no saluda a la gente que lo saluda.
Bruno está abrazando a Antonella ya en la área VIP del hipódromo. Ella lo llena de besos cariñosos y él le sonríe; a veces me pregunto el cómo es que Bruno supo conquistar a Antonella si no es para nada amable.

En el área donde estamos tiene aire acondicionado y una gran ventana de cristal para ver todo desde acá arriba.
Los dos tórtolos ya se habían ido a las sillas de la esquina para besarse. Pero los otros dos chicos no se quedaron con los brazos cruzados y los vigilan desde unos asientos no tan retirados de los suyos.

Todo es muy bonito, pero yo quiero sentir el pasto, el lodo. Yo quiero llenarme de barro y respirar el aire fresco, no el del aire acondicionado.

Hermes y Ruggero estaban con unos sujetos que manejaban el dinero de las apuestas y una brillante idea se me ocurrió.

Ruggero Pasquarelli

—Bien, me alegro tener algo en común contigo.

—Los caballos son lo mejor en el mundo. No sabes hace cuánto que no vengo a una carrera.

Tomo un vaso de Tequila del mesero que se encuentra ahí para encargarse de nosotros y me voy con Hermes hasta mero enfrente para admirar todo.

Lo que dijeron los chicos en el almuerzo era verdad, quería ganarme a Hermes sobre todas las cosas porque sabría que si me lo gano a él, habré ganado en este juego que tengo con Karol.

Karol, se ve tan hermosa con lo que trae puesto que me encantaría besarla todo el rato pero quiero ver la carrera.
Su pantalón blanco y ajustado me fascina, me fascina porque de por sí no se vistió elegante pero sigue manteniendo aquel porte que me mata.

Karol, mi mujer, mi princesa y mi amor... Karol.
¿Y Karol?

Volteo a todos lados en busca de ella y no la encuentro.

—¿Alguien ha visto a mi mujer?—Nadie contesta—¿Nadie?

—Seguro fue al tocador. —Me relaja mi madre—No la puedes tener controlada todo el tiempo.

Bien bien, pero cambiando de tema, nos acaban de avisar que el caballo número 12 acaba de cambiar de jinete.

Todos vemos a la pantalla. Y casi se me sale el corazón al ver el cuerpo de Karol que se da la vuelta para que no la puedan ver pero ya es tarde, ya la he visto.

—¿Ella es...?

—Si madre, es ella.

Maxon, Hermes y Bratt sueltan una carcajada que sólo me hace enojar.
Tiro el vaso de vidrio al suelo y me voy muy enojado.

—¿Qué harás?

—Ponerle un alto, mujer. —Mi padre le contesta a mi madre—Esa chica necesita un poco de modales.

—De mi hermana no va a andar hablando. El que necesita modales es usted que se la pasa siempre con la cara de perro.

Dejé de escuchar su discusión cuando salí por completo del área VIP.
Lo único que necesitaba era que ella estuviera en paz, que se hiciera ver que es la mujer del rey y que tiene los "modales" que mi padre afirma que le faltan.

Tú, Yo y El Mal Where stories live. Discover now