• CAPÍTULO 27 •

2.3K 209 68
                                    

Salgo de mi transe cuando toma mi mano y la besa con tanta lentitud que ya no sé qué hacer o decir.
Se supone que él piensa que lo amo, que me emociona casarme y ser oficialmente su mujer.
Pero no es así. Como lo dije, soñé tanto con este momento que lo único que me causa es tristeza, tristeza de saber que se ha echado a perder toda mi vida.

Me toma de la cintura para bajar del escenario.
Recibimos felicitaciones de todos los que no conozco.
Antonella se le lanza a Ruggero y lo llena de besos.
Conmigo hace lo mismo, me da la bendición y habla sobre mi anillo, de lo lindo que es y que se parece mucho al de ella que por cierto me lo muestra; son casi idénticos.
Bruno no me dice nada, sólo me frunce el ceño.
Leo me Felícita un poco tímido, Alessandro no se aparece por aquí y las que vienen brincando de alegría son Sophia y Ana.

Todo siento que me pasa en cámara lenta, siento que mi cuerpo está aquí pero mi mente no.
Las personas sonríen, ni siquiera sé si yo estoy sonriendo.

—Despierta. —Escucho a Bratt y cuando reacciono, me veo en sus brazos porque me está felicitando—Sonríe aunque sea, parece que estás drogada.

—Sácame de aquí.

—Bien.

No sé si Ruggero estaba distraído, pero Bratt me jala del brazo hasta salir del salón donde por fin puedo tomar aire.
Sé que he vuelto de mi transe, pero también sé que mi transe no fue un sueño y que en verdad porto el anillo del diablo en mi dedo.

—Esto es una mierda, Bratt.

—No hay de otra.

—Debería haber de otra, no me quiero casar.

—Que no se te ocurra decir eso frente a los demás. —Ese es Maxon—Los vi salir, no fueron nada cautelosos. —Me mira—Felicidades.

—Tiene que haber una opción, no me quiero casar chicos, no quiero.

—La única opción es la muerte.

—Lo dudo, Ruggero iría al infierno para traerla de nuevo.

—No estoy bromeando.

—Nosotros tampoco. —Se recargan en la pared—No hay opción. No puedes huir porque te encontrará, no puedes cambiar de identidad porque te encontrará, no puedes morirte porque te encontrará y no puedes hacer nada porque prácticamente Ruggero es dueño de todo el mundo y te encontrará tarde o temprano.

Los chicos se quedan callados cuando miran a la puerta, bufo a mis adentros cuando veo que es mi padre con su porte tan intimidante que fulmina a Bratt.

—Hija, ¿Qué haces aquí?

—Ay, cierra la boca Hades que tú ya no eres un padre para mi. —Me fulmina—O qué, ¿Quieres que brinque a tus brazos para que me des vueltas en el aire como cuando era pequeña? Porque lo único que yo quiero hacer es clavarte este anillo en la garganta y que desaparezcas de mi vida de una ves por todas.

—Que no se te olvide que hablas con tu padre, y a los mayores se les respeta jovencita.

—Se respeta a quien gana el respeto. Tú perdiste el mío desde que me entregaste a este hombre así que jodete porque no eres nada ni nadie para mi vida. —Lo encaro—¿Querías más ingresos aunque ya fueras millonario? Pues felicidades, lo conseguiste, pero es una lástima que tuviste que perder a tu hija para llegar a eso.

Mi padre mira a los chicos para que nos dejen solos pero a ellos les pega un huevo y no se van, se plantan como una estatua como si quisieran estar aquí para protegerme de cualquier cosa.

—Era por tu bien. Mírate, tan hermosa, con joyas, buenas vestimentas y un gran hombre digno para ti. Lo hice por ti, Karol.

—Y mírate tú. Solo. Digo, porque dudo que Hermes te haya perdonado por lo que hiciste así que considera que ya no tienes hijos. Ni tú ni mi madre.

Tú, Yo y El Mal Where stories live. Discover now