• CAPÍTULO 94 •

1K 138 92
                                    

—Estamos cerca del hospital, ¿crees que aguante?

—Creo que está despertando pero no es seguro un hospital. Vayamos lo más lejos posible, hagan que Dalton nos haga invisibles a los ojos de la policía.

—Ya está hecho.

Me estaba desangrando pero a Karol no parecía importarle eso, era un dolor tan insoportable que hubiera preferido que me matasen ahí mismo. 
Sus pequeñas manos hacían presión a la herida, sonreí al ver su anillo de bodas.
Volví a desmayarme.

Abrí los ojos de vuelta, estaba acostado en una camilla de hospital con cables conectados.
Pero me parecía como si no fuese un hospital en sí, la habitación era horrible con decoraciones horribles y sin aire acondicionado. Moría de calor.

—¿Dónde estoy? —le pregunto a una enfermera vestida muy extraña.

—Hospital central de Hawái señor Pasquarelli. Me alegro que ya haya despertado, le avisaré al doctor para que venga a revisarlo. Casi muere.

Ya entendía por qué sentía tanto calor.
¿En qué momento me trasladaron acá? ¿Cuánto tiempo llevaba en coma?

—Buenos días joven Pasquarelli. Veo que hoy nos ha regalado su despertar...

—Dónde está.

—¿Disculpe?

—Mi esposa. Dónde está.

—No señor, usted ha venido solo —un terror me invade—. Si gusta le podemos llamar a alguien para que venga a verlo.

El fuerte ruido de la televisión vieja me distrae, es un chillido horrible, casi estaba apunto de protestar que la apagasen pero el noticiero me dejó impactado.

—Si, estamos en busca del mafioso ya reconocido Ruggero Pasquarelli y daremos una suma muy alta por cualquier información que nos quieran brindar.

—La joven atestigua que el criminal la ha forzado a casarse con él, es un criminal Demente, tengan cuidado si lo llegasen a ver...

No entendía nada. ¿Qué hacía Karol con Harry en la pantalla? ¿Por qué Karol lo tomaba de la mano? ¿Por qué ha dicho que la he forzado a casarse conmigo?

»Esto no puede estar pasando«

—¡Es mentira! —no supe cómo llegó un jarrón de vidrio a mis manos, pero he roto la televisión cuando lo arrojé.

El dolor me consumía pero el enfado era mayor.

Era una traición.

Me quité los cables conectados e ignoré al doctor que intentaba ayudarme.
Tengo mucho calor, siento que voy a volver a desmayarme en cualquier momento pero no lo hago.
Tomo el teléfono de la mesita de alado y empiezo a teclear números.

—¿Quién habla?

—Dalton. Soy Ruggero.

—¿Ruggero? ¿Qué mierda te ha pasado? ¡Estás muerto!

—¡Estoy en Hawái!

—¡No! ¡Literalmente estás desaparecido!

—¿Y Karol? ¿Dónde está Karol?

—Esa maldita nos ha traicionado.


~~~~~

Desperté de golpe.
Los baches no me dejaban descansar.

—Hasta que despiertas.

—¿Dónde estamos?

—Trasladándonos de estado. Tenemos a toda la policía buscándonos Ruggero.

Tú, Yo y El Mal Where stories live. Discover now