Capítulo 4

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Albedo

4 de Enero – 13:30 PM

Espinadragón – Tienda de Albedo

Aria aún portaba parte del peinado que había llevado al cumpleaños de Zhongli. Le habrían rizado su castaño cabello y se veía incluso más voluminoso que de costumbre. Hubiese deseado poder verla ayer... pero sabía que no era buena idea. Además, la forma de su cabello no era el único rastro que quedó de anoche: también estaba esa pulsera verde. No había que pensar mucho para deducir quién se la había regalado. Intentaba no mirar aquella joya, pero, de vez en cuando, se me escapaba alguna mirada inquisitiva.

-Aria: ¿no te gusta la pulsera? –preguntó, sonriente, al mismo tiempo que removía la sopa de su plato. Me sorprendía que el sobrero de su abrigo pudiera tapar todo aquel pelo. Atrapaba mejor los copos de nieve que cualquier tela-. ¿Es por el color?

Debía pensar en una respuesta razonable.

-Albedo: es un poco grande, ¿no? –contesté, controlando mi molestia al respecto como podía.

Ella rió.

-Aria: Sí, Tartaglia es un poco ostentoso.

"Efectivamente tenía que ser un regalo suyo", mascullé entre dientes aquel pensamiento.

Me volví a concentrar en la comida. No quería saber más del asunto.

-Aria: hoy estás muy callado. ¿Ha pasado algo?

No fui capaz de contarle lo que sucedió con Sacarosa, porque ni yo mismo comprendía aún qué había pasado. De alguna forma, sólo quería olvidarlo y alejarlo de mi mente para centrarme en lo que tenía que hacer: trabajar.

-Albedo: no, no ha pasado nada –mentí, y me aparté parte del flequillo antes de que ella tomara la delantera.

Ella frunció el ceño.

-Aria: no estás durmiendo bien, ¿verdad?

-Albedo: estoy durmiendo bien –mentí de nuevo. No había dormido nada en absoluto aquella noche.

Y comencé a percibir su enfado. Ya veía venir la discusión de siempre:

-Aria: ¡no puedes trabajar tanto, Al! –alzó un poco la voz, firme. Incluso dejó caer la cuchara en la sopa, dándole mayor intensidad a sus palabras-. ¡Vas a acabar matándote!

-Albedo: no creo que muera por una noche sin dormir –confesé sin querer. Las mentiras me duraban poco, sobre todo si se trataba de ella, con quién solía hablar cómodamente de todo.

Se enfadó aún más y me tomó, de pronto, del brazo, lo cual me hizo pegar un pequeño brinco.

-Aria: Albedo, ¿cuándo demonios me vas a contar qué estás buscando aquí? –preguntó muy seriamente.

Cuando usaba todo mi nombre en lugar del apodo, me daba un escalofrío.

-Albedo: te dije que te lo contaría en el momento adecuado.

-Aria: pero pasa el tiempo y ese gran momento –utilizó un tono irónico- nunca llega.

-Albedo: por favor, confía en mí.

-Aria: no voy a permitir que te drenes la vida, Al –dijo cual amenaza y soltó mi brazo, permitiéndome al fin seguir comiendo su elaboración del día-. Eres demasiado importante para mí.

Cuando decía ese tipo de cosas mi corazón sufría un altibajo: alegría por ser importante para ella y tristeza por no poder ser otro tipo de "importante".

"Tú también eres demasiado importante para mí, Aria", pensé pero no lo pronuncié y jamás lo haría, pues mis sentimientos no eran solamente las de un hermano preocupado. Me odiaba por ello.

Ella suspiró. Quizá frustrada por mi cabezonería y silencio.

-Aria: ¿qué tal estaba la sopa? –cambió de tema. No querría marchar de la montaña de malos modos. Pero sabía que aquella discusión no había terminado.

-Albedo: bien.

***

Albedo

4 de Enero – 17:00 PM

Espinadragón – Campamento de investigación

Hoy Timaeus estaba demasiado hablador y aquello era, sin duda alguna, una mala noticia. Hasta un hilichurl estaría más callado que él.

-Timaeus: algún día realizaré una investigación en Liyue, ¡hay lugares remotos y fantásticos allí! Lo recorreré y escudriñaré cada esquina.

Siempre trabajábamos en mesas separadas, pero ambos refugiados en una poco profunda cueva de la montaña. Aunque no muy grande, era la ubicación perfecta para situar cualquier campamento, y así lo hicimos. Teníamos, asimismo, cuatro antorchas. Dos en la entrada y dos al fondo, que iluminaban y mejoraban la temperatura ambiente un ápice. No obstante, estar allí era como estar en la intemperie, pues la entrada no era tal. El viento se colaba con facilidad, pero nos librábamos de las nevadas.

-Albedo: está bien tener ilusiones –comenté, para ser cordial. Portaba un cuaderno en mis manos con el que deseaba plasmar mis últimas ideas cuando él al fin se callara-. ¿Qué tal vas con la muestra 267? –y lancé aquella pregunta en un intento para que regresara al trabajo.

Pero no surtió efecto.

-Timaeus: ojalá yo tuviera una hermana que me trajera comida fuera a donde fuera -fantaseaba, con la mirada perdida en el horizonte nevado-. La verdad es que Aria es preciosa. Está ya comprometida, ¿verdad?

-Albedo: No –contesté, raudo y serio-. Tiene novio, pero no hay ningún compromiso de por medio.

Por algún motivo, aquella reacción le resultó graciosa a mi compañero.

-Timaeus: eres un hermano muy protector, ¿eh? –reía.

La conversación finalizó de forma abrupta al recibir el campamento un nuevo visitante: Sacarosa.

Sin lugar a dudas, una sorpresa.

-Sacarosa: Hola, señor Albedo... -me alegró ver que retornó a su personalidad de siempre. Tímida y dulce. Aquella última y oscura mirada me dejó helado.

Era evidente que en sus manos portaba una botella térmica, no la ocultó en absoluto. La exhibía incluso con impaciencia, en señal de paz tras lo ocurrido.

-Timaeus: parece que vais a tener a alguien más para que os traiga víveres –bromeó, comprendiendo al instante la situación.

-Sacarosa: es un té calentito –informó, un poco avergonzada. Era capaz de soportar el frío con aquellas ligeras medias-. ¿Por qué no lo bebéis antes de ir a dormir? Seguro que os relajará.

Admiré que Sacarosa tuviera fuerzas para superar aquella horrible confesión y, además, tuviera iniciativa para que nuestra relación fuese de nuevo lo más cordial posible (pese a mi rechazo). Trabajaba bien y no quería perderla a nivel profesional.

Me aproximé a su encuentro y tomé su obsequio.

-Albedo: así lo haré –respondí, fingiendo la mejor de mis sonrisas-. Gracias, Sacarosa.

El Pecado del Alquimista [+18] (Genshin Impact)Where stories live. Discover now