Capítulo 49

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Xiao

25 de Septiembre – 0:42 PM

Mondstadt

Habíamos tomado direcciones opuestas. Aria tuvo que dirigirse hacia el este y yo hacia el oeste. A cada dos pasos que daba, mi corazón me pedía dar tres marcha atrás. Si no podía estar con ella, prefería, además, estar a solas. Durante siglos, la soledad había sido mi única compañera, la cual viví como mi única paz. No obstante, por primera vez, aquella misteriosa mujer valió más que aquel silencio y frialdad que siempre me envolvía.

Sí, la echaba de menos. Incluso habiendo vivido más que cualquier ser humano, el tiempo jamás se me había encaprichado tan eterno y pesado como entonces.

Y, cómo no, encima estaba aquella humana chirriante que no cesaba en su empeño de emborracharme. A medida que sacaba la siguiente botella de alcohol, creía que era la última, pero siempre había una segunda. Ronda a ronda, ella estaba pasando la "búsqueda del tesoro" muy "contenta".

-Sacarosa: toma otra copa –dijo como una orden, sin esperar mi respuesta para rellenar de nuevo mi vaso.

Yo, por supuesto, si quería sacarle información, no podía negarme a sus tonterías. Afortunadamente, Sacarosa necesitaría mucho más vino para conseguir hacerme perder el raciocinio.

-Sacarosa: al final no estás siendo ningún borde conmigo –tosió. Ella hacía tiempo que había cruzado la línea de la cordura gracias al alcohol-. ¿Te gusto?

-Xiao: claro –mentí. Aunque me fue imposible fingir una sonrisa.

-Sacarosa: ¡lo sabía! –se tambaleaba y alargaba las palabras-. ¡Albedo debería valorarme más!

-Xiao: claro –volví a responder. De hecho, hasta ahora, había sido mi única contestación para aquella joven de gafas. Y con ello ya me estaba ganando su confianza.

Dejó caer su costado sobre el mío, para observar más cómodamente las llamas de la hoguera. Yo contuve mi desagrado.

-Sacarosa: mi novio no me valora, Xiao –se quejaba continuamente. Había escuchado todo tipo de desventuras con Albedo, pero ninguna de interés-. ¡Es frío!

-Xiao: ¿pero era también frío cuando lo conociste? –pregunté, tratando de parecer más amigable. Alguna vez se cansaría si simplemente aceptaba todo lo que decía.

-Sacarosa: sí...

"Entonces no debería sorprendente que sea frío", pensé en mi fuero interno, cansado de la estupidez humana.

-Xiao: escuché de otras participantes que vendes pociones –dejé caer.

Estaba lo suficientemente borracha como para ir al grano.

-Sacarosa: ¿tú también quieres una poción? –preguntó, sorprendida-. A ti te la dejaría gratis –tosió.

-Xiao: ¿qué tienes? –investigué, como me habían pedido que hiciera.

Sacarosa trajo su mochila hacia ella y sacó unos pequeños frascos con oscuros líquidos en su interior. Me asombró que no se le cayera ningún frasco pese a su actual torpeza.

-Sacarosa: éste funciona como un suero de la verdad, por ejemplo –mencionó, tras mostrarme sus elaboraciones una a una.

"Aquello me interesaba", deduje. "Si consiguiera que lo bebiera, se acabaría toda esta estupidez."

-Sacarosa: éste le gusta a todos los hombres –siguió comentando sus grandes creaciones con elevado orgullo.

-Xiao: ¿qué es?

-Sacarosa: un afrodisíaco –contestó sin ningún pudor-. ¿Quieres probarlo? –su sonrisa era traviesa-. Creo que contigo conseguiría un sexo mucho más salvaje.

Estuve a punto de mostrar una mueca de desdén, pero, al límite de mis fuerzas, volví a contenerme.

-Xiao: lo haré si tú te tomas otro de mi elección –debía usar aquella oportunidad a mi favor.

A Sacarosa le brillaron los ojos de honda malicia. Supuse que la idea de que le fuera infiel a Aria con ella, le resultaría especialmente excitante.

-Sacarosa: ¿cuál quieres que tome?

Señalé el suero de la verdad y, sin meditarlo siquiera, ella no lo dudó. Tomó en su mano el suero y a mí me dio el afrodisíaco.

-Xiao: tendrás que mostrarme antes que puedes hacerlo –reté, pícaro, como si hubiera entre nosotros cierta complicidad.

Ella comenzó a dudar.

-Sacarosa: no sé si...

-Xiao: puedo darte el mejor sexo de tu vida.

Y se lo bebió de un trago.

"Ya eres mía", sonreí triunfal por dentro.

-Sacarosa: ¡vamos, bebe! –animó, feliz y aún borracha.

Sin embargo, ella no esperaba lo que venía a continuación. Tiré el afrodisíaco y la cacé, aunque no de la forma que habíamos "pactado". Aplasté su cabeza contra la hierba y até sus muñecas con una soga que había traído en la mochila que me dieron en el campamento. Pensé que podía serme útil si se pasaba de lista.

-Sacarosa: ¡¿Xiao?! –chilló, aterrada.

Todo pasó muy rápido. La arrastré por el suelo, hasta llegar a un árbol, donde la amarré también a su tronco tras dar unas cuantas vueltas con la soga sobre el mismo.

Ella no paraba de gritar como un cerdo.

-Xiao: bien –suspiré, más aliviado por no tener que contener mi habitual humor-. Vamos a tener una larga conversación.

El Pecado del Alquimista [+18] (Genshin Impact)Where stories live. Discover now