Capítulo 27

3.3K 336 253
                                    

Albedo

10 de Marzo – 12:15 AM

Espinadragón – Tienda de Albedo

Supuse que aquél era mi castigo por haber corrompido a mi hermana. Ahora debía ser consecuente con los efectos, no había más. Sin embargo, había sido aterrador. Tuve que contener las náuseas en más de una ocasión y forzarme a pensar que aquello no estaba pasando, lo cual fue casi imposible.

Lo único que me alivió fue imaginar que Sacarosa no era Sacarosa, sino Aria. "Era un monstruo y tenía lo que me merecía", pensaba, deprimido.

Sacarosa pareció haber usado todas sus fuerzas, porque, tras correrse, se tumbó a mi lado y se quedó dormida. Fue un alivio que no me obligara a alcanzar el cénit a mí también, porque dudaba de si hubiera podido conseguirlo. Tal vez con el tiempo fuera acostumbrándome a aquellas relaciones tan íntimas, incluso sin amor.

Dejé a mi antigua compañera en la cama y marché hasta el campamento, donde me asombró no encontrar a Timaeus en su mesa.

-Timaeus: Señor Albedo... -escuché susurrar detrás de una piedra-. ¿Habéis terminado ya?

"¿Por qué estaba escondido?", me preguntaba, un tanto sorprendido.

-Albedo: ¿terminar qué?

-Timaeus: no se haga el tonto –soltó una risita pícara-. Pero la próxima vez será mejor que le pida a Sacarosa que no haga tanto ruido... ¡Creía que iba a alertar a los Fatui a kilómetros!

Me dio otro escalofrío.

-Albedo: supongo que se lo diré –suspiré.

No me hacía ninguna gracia que aquel curioso hombre se hubiera enterado de lo recién acontecido, pues sabía lo que venía a continuación.

-Timaeus: ¡Y yo que pensaba que moriríais soltero! ¡¿entonces sois novios?! –preguntó, histérico.

Era difícil responder, pero aquella iba a ser mi "realidad" a partir de ahora.

-Albedo: sí.

Se quedó unos segundos esperando a que contase algo más, pero no salió nada por mi boca.

-Timaeus: ¡póngame en contexto, por favor! –suplicó, desesperado-. Juro que nunca más le pediré nada.

Ignorando sus ansias de tener una larga conversación, volví a colocar mi cuaderno en la mesa y a coger varios tubos de ensayo.

***

Albedo

13 de Marzo – 12:15 AM

Espinadragón – Campamento de investigación

Tuve que mandar a Timaeus a por más muestras de algunos slimes de Espinadragón. Por mucho tiempo que pasara, seguía suplicando que le contara algo. "Al menos cuéntame cómo se confesó", rogaba como un cachorro.

Pensé que tendría un descanso de su compañía por unas pocas horas, pero me equivocaba. No iba a haber descanso alguno.

-Sacarosa: ¿por qué no has venido a verme, Albedo? –replicaba ella, enfadada. Arrugaba su frente como una anciana.

Tenía una capacidad asombrosa para aparecer de la nada.

-Albedo: ¿te refieres a Mondstadt? –pregunté, desconcertado-. Debo quedarme en Espinadragón, Sacarosa. Sabes que estoy ocupado con esta invest...

Violentamente, me agarró del cuello de la camisa. Pensé que la rompería o haría caer mi Visión (ahí ubicada), pero aguantó.

-Sacarosa: te dije que si no te comportabas como un novio, ¡lo contaría todo! –gritó, su mirada daba miedo.

-Albedo: yo de verdad necesito quedarme aquí –intenté explicarle.

No obstante, me pegó una bofetada que hizo que se me cayera el vial que portaba en una mano. Se rompió en mil pedazos al impactar contra el suelo.

Unos pasos se acercaron al campamento.

-Timaeus: ¿Albedo...? –musitó al encontrarse aquella escena a su vuelta.

Ante el "intruso", Sacarosa tuvo que soltarme y, sencillamente, se marchó. No sin antes lanzarme una mirada amenazante.

Y, después de superar el miedo a la joven peliverde, Timaeus corrió hasta mí y trató de evaluar el golpe.

-Timaeus: tome asiento, señor Albedo –pidió, preocupado por mi estado-. Ahora mismo le echaré un buen ungüento que...

Yo lo interrumpí.

-Albedo: No importa... -dije con la mirada perdida.

Timaeus era todo un pesado, pero un gran compañero. Si creía que alguien necesitaba de su ayuda, no iba a parar hasta brindársela. Supongo que su buen corazón fue lo que me había impulsado a soportarlo durante tantos meses. Le agradecía su atención, pero sólo quería olvidarlo.

-Timaeus: siento mucho haberos encontrado de esta forma... Tuve que regresar porque se me había olvidado el catálogo de slimes -su tono era triste-. ¿Me permite que le diga algo?

-Albedo: no –volví a ser frío pese a su amabilidad.

Sin embargo, él fue insistente.

-Timaeus: no puede permitir que le maltrate, señor Albedo –aconsejaba, inquieto. Había dejado su mochila en el suelo, colmado de nieve, presto a quedarse por unos minutos antes de marchar de nuevo a la montaña-. No me esperaba esta actitud de Sacarosa, ¡y menos tan pronto! Pero... este tipo de relaciones abusivas nunca terminan bien.

-Albedo: gracias –fui sincero.

A él le sorprendió mi reacción. Tal vez nunca le había contestado con gratitud... aunque me arrepentí casi al instante. Me abrazó como si fuera su hermano menor. Incluso pareció emocionarse en aquel momento.

-Timaeus: le voy a poner el ungüento y se va a dejar, ¿está bien? –aseguró, mientras aún me mantenía entre sus brazos.

Yo suspiré, derrotado.

El Pecado del Alquimista [+18] (Genshin Impact)Where stories live. Discover now