Capítulo 37

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Xiao

5 de Septiembre – 23:01 PM

Liyue – Entrada a la ciudad

Poco quedó para que entrara a buscarla. Aquellas reuniones de su negocio eran largas, pero no tanto como para alcanzar, prácticamente, la medianoche. Además, cuando al fin la atisbé cruzando el puente que llevaba a las afueras de la ciudad, su cara lo decía todo: algo había pasado.

-Xiao: ¿Aria? –pregunté sin esperar a que atravesara el puente por completo. Corrí hasta ella.

Ella siguió caminando, con su chaqueta en la mano. Era una noche fría y no se la había puesto. ¿En qué estaba pensando?

-Aria: en unos días, tendré que ir a un banquete de esos elegantes –anunció, sin mirarme a los ojos.

-Xiao: ¿por eso estás así?

-Aria: no estoy de ninguna forma –espetó.

Estaba sufriendo un torrente de rabia, desconcierto y tristeza a partes iguales. Ya la conocía bien.

-Xiao: ¿quieres que vaya contigo? –propuse, si aquello le hacía sentir mejor.

-Aria: no, gracias. Iré sola e intentaré salir de ahí cuanto antes –fue tajante.

Estaba ocultándome algo, pero temía preguntar por si era algo relacionado con su hermano.

***

Xiao

6 de Septiembre – 11:15 AM

Liyue – Posada Wangshu

Mariel no tardaba mucho en hallar el estilo concreto que siempre agradaba a sus clientas. Sin embargo, con Aria tenía más dificultades. No era especialmente presumida, no le gustaba aparentar riqueza o exhibir su piel en demasía. Solía interesarse más por lo sencillo, aunque con sutiles toques elegantes. Aun así, aquel evento debía ser de cierta etiqueta, por lo que tendría que soportar prendas un poco más ostentosas.

Aria deslizó la cortina del probador y se mostró ante los dos. Frente a aquel vestido chino, entallado y con cola de sirena, Mariel y yo quedamos por unos segundos enmudecidos. Parecía haber sido confeccionado para ella. Un excelso pavo real azulado había sido bordado con maestría en un lateral. Y la tela presentaba un color diáfano que conjuntaba con acabados de encajes turquesa.

-Aria: no me termina de convencer –se encogió de hombros.

-Mariel: ¿cómo que no te convence? –replicó, ofendida. Llevaba un alfiletero a lo alto de su brazo, por si tenía que hacer algún arreglo-. ¡Es tu vestido, sin duda! Pareces sacada de una revista.

En silencio y sentado en un sillón, contemplaba aquella escena controlando mi estupefacción por su evidente belleza.

-Aria: no lo sé, no lo sé –se veía en el espejo y caminaba unos pasos, observando cómo aquel vestido se adaptaba a sus curvas con firmeza-. ¿Ya podré andar con esto?

La estilista colocó unos tacones delante de ella y le animó a entrenar. Cuando se subió encima de ellos, pareció titubear pero, poco a poco, andaba con cierta soltura.

-Aria: ¿no son un poco altos? –preguntó, nerviosa.

-Mariel: para lucir hay que sufrir, querida –reía-. Xiao –llamó mi atención, sin apartar la vista de ella por temor a que se cayera-. ¿Qué te parece el vestido?

"¿Era necesario que me lo preguntara?", me quejé en mi fuero interno.

-Xiao: tal vez debería probarse uno con el que se sienta más cómoda –comenté, evitando mi opinión real del vestido.

Mariel me lanzó su alfiletero y yo le esquivé con un rápido movimiento de cabeza.

-Mariel: ¡te has quedado estupefacto con tu novia, no lo niegues! –replicó, un tanto enfadada por mi actitud-. ¿Crees que no sé ya distinguir tus distintas caras serias?

Miré hacia otro lado, ignorando aquella clara ofensiva.

-Xiao: no es mi novia –corregí una vez más, aunque con un bajo tono de voz.

Mientras tanto, ajena a nuestra pequeña discusión, Aria seguía concentrada en aquellos peligrosos zapatos.

***

Xiao

6 de Septiembre – 14:31 PM

Liyue – Posada Wangshu – Casa de Xiao

Como si se tratara de un niño en sus primeros pasos, yo tomaba sus manos mientras caminaba hacia mí. Sus tacones pisaban el parqué provocando un peculiar ruido, no escuchado antes en mi hogar. Hasta ahora, Aria no había tenido ningún desliz, así que bajé la guardia.

Fue un error.

En un descuido, su pie flaqueó y cayó sin mucho margen para resguardarse debido a lo ajustado del vestido. Por tanto, nervioso, me apresuré a agarrarla para evitarle un golpe mayor. ¿El resultado? Acabamos ambos en el suelo, ella encima de mí.

-Aria: lo siento... -suspiró, avergonzada-. Parece que vas a tener que entrenarme en todo –intentó bromear para reducir en vano lo ridículo de aquella situación.

Tumbado en el suelo boca arriba, yo seguía sosteniendo su cintura.

-Xiao: vas a llamar la atención por un doble motivo –comenté, sintiendo su peso sobre mí. Afortunadamente, no era mucho-. Por bella y por torpe.

Mis puntuales elogios siempre iban acompañados de otra apreciación más negativa. De aquella forma, lograba restarle importancia y sentirme menos endeble.

-Aria: tú también llamas la atención por un doble motivo –aseguró. Supe que me venía de regreso-. Por esa cara de niño y tu bordería –me sacó la lengua incluso.

Esta vez el error lo cometió ella. Conocía ya sus puntos débiles y me encontraba muy cerca de uno de ellos, así que comencé a hacerle cosquillas en los costados. Al instante, empezó a revolverse.

-Aria: ¡Te odio, te odio! –replicó haciendo una divertida mueca en su rostro y se lanzó hacia el suelo, rodando sobre mí para escapar de aquella súbita tortura.

Una vez libre de su peso, me levanté del suelo. No obstante, ella parecía tener dificultades en aquella básica tarea.

-Xiao: vaya –dije con ironía-. ¿Vas a necesitar la ayuda de un borde?

-Aria: ¡jamás! –era una orgullosa.

Yo mismo la tomé del brazo y la incorporé. De otro modo, sabía que jamás me lo hubiera suplicado.

Ella se sacudió la tela ligeramente por temor a que se hubiera llenado de polvo. Y, mientras Aria estaba concentrada escrutando su nueva prenda, yo me dediqué a contemplarla a ella.

"No sé por qué, pero me cabrea que tantos vayan a verla así de preciosa y vulnerable", una vez más me tragué mis estúpidos sentimientos.

El Pecado del Alquimista [+18] (Genshin Impact)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora