Capítulo 59

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Xiao

15 de Octubre – 01:41 AM

Liyue – Cordillera Tianheng

Aquél fue el primer lugar donde nos conocimos, y tal vez el último lugar donde nos encontraríamos. Tras asegurarse del buen progreso de su hermano, Aria me había pedido que nos reuniéramos mediante una fría carta. Decía que necesitaba hablar conmigo.

Y yo sabía bien de qué quería hablar: tras su feliz reencuentro con Albedo, querría enterrar todo cuanto habíamos vivido. Querría vivir su pacífica vida en Mondstadt y yo no podría reprochárselo. No podía reprocharle que no me eligiera, pues sabía desde el principio donde me metía. Sabía que, pese a la conexión que habíamos compartido, yo no había significado, a fin de cuentas, nada para ella. Ella siempre había tenido a alguien en su mente, y con él iba a marchar.

-Aria: me alegra verte de nuevo, Xiao –su castaño cabello era removido por la brisa nocturna.

Nada más identificarla, le di la espalda y me concentré en aquella imagen de la ciudad de Liyue. Era iluminada de forma constante con numerosos falores, venciendo a la oscuridad.

-Xiao: ¿de qué querías hablar? –fui directo.

Quería acabar aquello cuanto antes.

Ella suspiró, y temí recibir la bomba: "no quiero verte más".

-Aria: sé que fuiste tú quien salvó a mi hermano –aquello era una sorpresa, pues no se lo había contado. Simplemente cumplí mi objetivo en aquel sueño y regresé a seguir honrando mi contrato con Rex Lapis. Tras dejar que su hermano se intentara matar, no tenía derecho en llevarme el mérito por salvarlo-. Cuando despertó, Al te agradeció en sueños. Y, cuando le pregunté por ello, pareció olvidarlo. Pero dijo lo suficiente para entender aquel milagro.

-Xiao: no lo hice para que me devuelvas el favor –fui claro y escueto.

-Aria: lo sé, pero me hizo abrir los ojos –explicó-. Ahora que Al está bien y que, además no recuerda nada de lo que sucedió entre nosotros, sé qué camino debo tomar.

-Xiao: ¿cuál? –quería que lo soltara de una vez.

Aria se aproximó a mi espalda. Escuché sus pasos cada vez más cerca y se detuvo justo detrás de mí.

-Aria: ¿podría vivir contigo como antes, Xiao?

Efectivamente, fue una reunión explosiva con una pregunta de aquel calibre hecha a traición. Tras un largo minuto procesando lo que había pronunciado, se me resbaló incluso la lanza, que antes sujetaba para desahogar mi nerviosismo apretando su mango.

Era la primera vez que un arma se me caía y, además, lo hacía por el vacío de aquel barranco. Y, pese a ello, no me importó. Aquellas pregunta había atravesado mi mente, dejándome petrificado.

-Xiao: ¿qué has... -tartamudeé incluso- dicho?

Al fin me volví hacia ella y la contemplé. Nunca la había visto tan nerviosa.

-Aria: no tienes que sentirte obligado a aceptar, ni nada de eso –empezó a hablar de forma atropellada, muy avergonzada. No me había fijado, pero ella seguía llevando aquel vestido negro y dorado que en su día le regalé-. Es que... -trataba de encontrar las palabras correctas- creo que tenías razón y que no elegí al hombre adecuado para olvidar a mi hermano. Y también tenías razón en que...

La tomé de los hombros, ella se ruborizó.

-Xiao: ¿en qué tenía razón? –iba a enloquecer.

-Aria: en que podría conseguirlo contigo.

Aquello debía ser un sueño y yo estar muerto, aunque con una gran imaginación.

-Xiao: ¿y tu hermano?

-Aria: Al dejó Espinadragón al fin y está en la ciudad, muy comprometido y absorto con una nueva investigación –contó con un halo de tristeza en su mirada-. Su vida es la alquimia, y así debe ser.

No podía creerlo. Después de todo lo que habíamos hecho, ¿aquella iba a ser la resolución entre los hermanos?

-Xiao: así que me vas a usar de segundo plato –apunté, sarcástico

Incómoda, no supo qué decir.

-Aria: yo... -carraspeó su garganta-. Entiendo que no quieras algo así en tu vida pese a que pueda ayudarte con tu maldición. Soy una mujer cuyo corazón lleva aún el nombre de otro. Pero... -suspiró- lo que viví contigo no fue ninguna mentira. ¡Por supuesto que fuiste alguien para mí! Aquellos días en la Posada, patrullando o, sencillamente, juntos en cualquier lugar... incluso yo pude notar esa chispa –intentaba explicarse como podía.

Iba a continuar hablando sin parar, pero ya estaba todo dicho.

La besé, callándola. Sin embargo, la sensación era muy distinta a la de los anteriores besos. Ahora podía tomarla de forma definitiva, sin que se me escapara de las manos. Al fin... iba a ser mía. Había una satisfacción muy superior, una felicidad sin precedentes, así como un alivio permanente.

-Xiao: por ahora puedo soportar ser el segundo plato –bromeé a medias, ignorando los riesgos evidentes de aquella relación. Sólo quería seguir a su lado-. ¿Pero tú podrás soportar que luche por ser el primero?

-Aria: no sólo lo soportaré –aseguró, seria-, sino que te lo suplico.

-Xiao: bien –acepté aquellos términos y condiciones-, te liberaré de tu maldición, Aria... pero antes –ella creyó que iba a besarla de nuevo, incluso cerró los ojos- recuperaré mi lanza.

Antes de dejarme caer por la montaña, pude notar cómo su mirada ofendida se clavaba en mi espalda.

Yo era feliz, e iba a hacerla feliz.

El Pecado del Alquimista [+18] (Genshin Impact)Where stories live. Discover now