Capítulo 22

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Tartaglia

9 de Marzo – 09:10 AM

Liyue – Lugar desconocido

Cuando una situación no podía resolverse a golpes o con dinero, yo parecía todo un inútil. Mi preciada novia había sido apresada, y no estaba consiguiendo nada más que mayores frustraciones. Quería sacarla de aquella habitación, llevármela lejos, conmigo, a donde fuese. Sin embargo, sometido a aquellas dolorosas circunstancias, no hacía más que entrar en su "celda", fingir normalidad y marchar una vez más.

La culpabilidad me corroía. ¿Cuántos días llevaba ya presa? ¿Cuánto más tendría que soportar mi Aria?

Cerré la puerta de aquel pequeño cuarto a mis espaldas. Como en las anteriores ocasiones, Aria estaba sentada en la cama. Poco más podía hacer que esperar en uno de los pocos muebles que le habían ofrecido los Fatui.

-Tartaglia: ¡hoy te he traído fresas! –dije, ocultando mi preocupación por ella y fingiendo una amplia sonrisa.

Por supuesto, todos los días le llevaba el desayuno (y el resto de comidas del día) en una bandeja. Era lo mínimo que podía hacer por ella.

-Aria: gracias, Tartaglia –parecía de mejor humor. Tal vez ya estaba asumiendo aquella nueva realidad.

Incluso me dejó sentarme cerca de ella, al borde de la cama.

-Tartaglia: ¿no te gustaría leer algo mientras estás aquí? –ofrecí, enérgico-. Te traeré el libro que desees.

-Aria: no creo que pueda concentrarme en la lectura ahora –sonrió, aunque con pesar en su mirada.

Tomó la bandeja y se la colocó en su regazo.

-Tartaglia: seguro que puedo traerte algo para que el tiempo se te haga más ameno –insistía. Realmente quería que estuviera lo mejor posible, pese a estar encerrada.

Pinchó una de las fresas con el tenedor y se la llevó a la boca. Mientras masticaba, fui objeto de una mirada que jamás había visto antes en ella: deseo. Y no cualquier tipo de deseo.

-Aria: tú podrías entretenerme, Tartaglia –su voz era seductora, y su sonrisa ahora exhibía una picardía arrolladora.

A mí se me paralizó el corazón. ¿Acaso estaba soñando?

-Tartaglia: podría... -pronuncié, evidentemente nervioso- traer algún juego de mesa –tal vez estaba malentendiendo la situación, por lo que debía actuar, ante todo, con naturalidad.

Se levantó, dejó la bandeja sobre la mesilla de noche y volvió a sentarse a mi lado, pero mucho más cerca de mí. Nuestros costados se tocaban.

-Aria: es la primera vez que te veo tan nervioso –reía, juguetona. Y acarició mi torso, delicadamente, con sus gráciles dedos.

La temperatura del ambiente se estaba caldeando y no habíamos hecho absolutamente nada. Sin embargo, ésta se disparó cuando sentí que su cabeza traspasaba la línea de la diplomacia y se avecinaba sobre mí. Paralizado, yo no pude ni mirarla.

Un poderoso y placentero escalofrío golpeó mi cuerpo cuando lamió mi rígido cuello.

-Tartaglia: ah... -con aquel tonto gesto ya se me había escapado un gemido.

-Aria: eres muy sensible –susurró en mi oído, provocando aún más calor a mi ya disparada libido.

"¡Algo le han debido dar de beber! ¡No es ella!", pensaba, histérico, aunque mi cuerpo seguía inmóvil. "Ella antes ni siquiera me rozaba." ¿Qué estaba pasando?

El Pecado del Alquimista [+18] (Genshin Impact)Where stories live. Discover now