Capítulo 50

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Timaeus

25 de Septiembre – 11:05 AM

Espinadragón – Campamento de investigación

No creí a mis ojos cuando contemplaron a Albedo subir por el camino nevado que conducía a nuestro campamento. ¡Había pasado tanto tiempo!

-Timaeus: ¡Señor Albedo! –grité, emocionado, nada más procesar que aquella imagen era real.

Él me miró con una evidente confusión en su rostro. Imaginé que no esperaba que yo continuara con su investigación, pese a que él la hubiese abandonado. Sin embargo, yo creía ciegamente en aquel genio y sabía que, si lo había dejado aparcado, tendría buenos motivos.

-Timaeus: va a retomar la investigación, ¿verdad? –no cabía en mi gozo-. No le detendré, señor Albedo. ¡Vaya a su tienda y coja su cuaderno! Yo lo esperaré todo lo que necesite.

-Albedo: ¿mi tienda? –expresó, dubitativo.

Había pasado un buen tiempo, pero no imaginé que pudiera olvidar tan fácilmente dónde se encontraban sus propias cosas. Aun así, ¿quién era yo para juzgar a un gran alquimista como él?

-Timaeus: por ahí, señor Albedo –señalé el camino correcto y lo vi encaminarse hacia aquel lugar-. ¡Al fin! –me dije a mí mismo en alto y regresé a los libros.

***

Albedo

25 de Septiembre – 11:13 AM

Espinadragón – Tienda de Albedo

Aquella tienda era idéntica a la de la alucinación, incluso poseía la mesa y la cama en el mismo lugar.

"Ha dicho algo de un cuaderno", pensé, presto a encontrarlo. Si aquel hombre, que parecía conocerme bien, lo había mencionado, debía ser importante.

No fue difícil de hallar: estaba sobre la mesa. Y no había nada más sobre la madera, como si mi yo del pasado lo hubiera colocado allí mismo para que lo encontrara.

-Albedo: en efecto es mi letra –analicé, tras ojearlo.

Entonces, a medida que iba pasando las hojas con rapidez para darle una ojeada, llegué a una parte en la que sólo había dibujos. Pero no eran cualquier dibujo. Eran retratos de Aria con frases románticas a pie de página.

"Te echo de menos", leí. "¿Cuándo volverás?", parecían palabras desesperadas. "No puedo esperar más", en aquellas letras incluso atisbé la marca de una lágrima.

Sin duda alguna, el dolor habría manejado el lápiz en aquellos retratos. Un profundo dolor que debí desear olvidar a toda costa. De hecho, la idea de que mi desmemoria fuese fruto de un accidente fortuito cada vez se me hacía más lejana. No había que ser muy inteligente para conocer las pociones amnésicas en la alquimia.

Debí beber una y, con ello, causar toda aquella horrible situación.

-Albedo: soy un desastre –musité, destrozado, y necesité tomar asiento en una de las sillas.

Sin embargo, aquél era un hito en la historia de la alquimia. Hasta ahora, las pociones amnésicas se habían mostrado perfectamente eficaces. Una vez que tomabas una, no había forma de recuperar las memorias y mucho menos los relativos a sucesos emocionales.

-Albedo: un hito o un amor tan impío que ni una poción pudo borrar –me culpé.

El Pecado del Alquimista [+18] (Genshin Impact)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora