Capítulo 54

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Xiao

26 de Septiembre – 18:31 PM

Espinadragón – Pie de la montaña

No fue nada fácil alcanzar al fin Espinadragón, pero, como debí esperar, Rex Lapis hizo un buen trabajo y logró abrirme paso hasta terminar el trayecto. Deseé que ahora pudiera reponer fuerzas mientras yo me encargaba del resto.

Nada más alcanzar la entrada de la montaña, donde ya no había más barreras, una figura se me hizo demasiado familiar. El hermano de Aria parecía estar aguardándome, sentado sobre una piedra y con la cabeza apoyada en una de sus manos.

-Albedo: ¡oh, el engreído! –expresó, con una llamativa actitud que no esperaba en él-. El que hablaba bravuconerías de hacerse con mi hermana.

Su sonrisa era maligna. Y sus ojos... rojos como la sangre.

Invoqué mi lanza y, aprovechando el factor sorpresa, me abalancé sobre él. No obstante, tras cortar su cuerpo por la mitad, simplemente éste se desintegró para crearse otro igual a mis espaldas.

-Xiao: ¡¿Copias?! –inquirí, sorprendido. Hacía tiempo que no veía aquella antigua magia.

-Albedo: sí, puedo estar en todas partes y en ninguna gracias a estas "copias" –explicó, sin borrar aquella horrible sonrisa de su cara.

De un salto, tomé distancia de él. No debía subestimarlo en absoluto.

-Xiao: ¿dónde está tu cuerpo real? –fui directo. Si llegaba hasta él, podría acabar con aquella pesadilla. Aquél era el punto débil.

-Albedo: no me importaría decírtelo, si retirases determinadas palabras imprudentes –caminaba a mi derredor con tranquilidad. Tenía la situación bajo su control, y no podía negárselo.

-Xiao: no me importa retirarlo –mentí-. Tu hermanita no tiene ningún interés en mí.

Él rió.

-Albedo: eso suena mejor.

-Xiao: ¿entonces me lo vas a decir? –insistía, aunque con cierta incredulidad. Llevarme hasta su cuerpo era conducirme a su posible muerte.

Dejó atrás su sonrisa y pareció pensar fríamente.

-Albedo: sé que tú podrás emprender lo que hay que hacer –expuso, dejándome atónito-. Sólo te pido a cambio que la protejas.

"No puede ser", pensé, asombrado. Estaba preparado para batallar y ejecutar cualquier tipo de tortura que le hiciera hablar. Aquello parecía demasiado fácil.

***

Xiao

26 de Septiembre – 19:18 PM

Espinadragón

Encontré a Aria en el corazón de la montaña, en una cueva que irradiaba el mismo intenso color rojo que había visto en los ojos de los liyuenses. Una especie de cartílagos atravesaban paredes y suelos, y obstaculizaban el paso. Tuve que cortar varios para poder llegar donde ella sollozaba.

Era el momento de continuar con mi contrato, hoy más que nunca, y costara lo que costara.

-Aria: ¡despierta, Al! –suplicaba, desesperada-. ¡Despierta!

Aquellos cartílagos tenían apresado y dormido a su hermano, en cuyo corazón se atisbaba, además, un extraño conducto de humo que se alzaba sobre nuestras cabezas y atravesaba, hacia arriba, el techo de roca.

Yo volví a sacar mi arma.

-Xiao: ese dragón está alimentándose de él para poder conquistar Teyvat –expliqué, tras un breve análisis de todo lo que había visto-. Ha debido estar aguardando este día, el día en que fuera liberado al fin.

Me coloqué la máscara, aquella con la que mataba demonios.

-Xiao: apártate, Aria –no era ninguna petición, sino una orden.

Ella me miró, desafiante.

-Aria: tendrás que matarme a mí primero –masculló entre dientes.

Debí esperar que diría eso. Y ella debía esperar que yo fuera a cumplir mi contrato.

Caminé hacia ella, mis pasos retumbaron en la carmesí estancia. No dejó de mirarme en ningún momento.

-Xiao: como quieras –sentencié.

Yo no mataba humanos, pero bien sabía que ella no lo era.

Alcé mi lanza, presto a realizar un súbito corte que le diera una muerte rápida y menos dolorosa posible.

Sin embargo, cuando mi arma iba a atravesarla, mi cuerpo quedó petrificado.

"No... Vamos...", me decía, intentando vencer aquellos desagradables sentimientos, que de forma inexorable habían emergido.

Apretaba mi razón y sostenía mi corazón. Se dio una batalla sin igual dentro de mi alma y, delante de ella, fui yo aquella vez quien derramó las lágrimas.

-Aria: Xiao... -expresó, asombrada por mi flaqueza. Yo también lo estaba-. ¿Por qué te has detenido?

Agradecía que la máscara ocultara aquella humillante sustancia en mis ojos.

-Xiao: maldita sea –musité, mientras seguía intentando, sin suerte, mover aquella ahora pesada lanza.

-Aria: no quiero hacerte pasar por esto, Xiao –confesó, angustiada por mi estado-. Yo me encargaré del dragón.

Finalmente, aparté mi arma de ella.

-Xiao: ¡¿Estás loca?! –grité, enfadado-. ¡No voy a permitir que...!

Entonces, vi cómo Albedo abría los ojos. Eran azules. Aria no se dio cuenta, pero yo pude percibir cómo me lanzó un mensaje claro: "cuídala".

A sus espaldas, Albedo liberó una de sus manos y sacó su propia arma.

Ella no pudo hacer nada. Mi presencia había captado toda su atención, y ni siquiera pudo ver venir aquel desenlace. Una vez más, la traicioné y permití que Albedo se atravesara a sí mismo con el filo de su espada.

Yo sólo pude apartar a Aria de su cercanía para que su sangre no la manchara.

-Aria: ¿Qué ha sido ese sonido? –intentó darse la vuelta, pero la detuve con todas mis fuerzas-. ¡Xiao, suéltame!

La sangre comenzó a derramarse por el suelo. Y ella, al contemplar sus botas, se dio cuenta de lo que había pasado.

-Aria: ¡¡¡¡NO!!!! –su grito fue desgarrador.

Albedo fue quien no iba a permitir que su hermana luchara contra un dragón. Prefirió atentar contra su propia vida.

Aquella noche ante la ciudad de Mondstadt, cuando me pidió que mintiera a Aria, lo supe: él realmente estaba enamorado de Aria. No fueron sus ojos rojos lo que me abrumaron, sino un amor con el que yo temí no poder rivalizar.

El humo que antes salía de su cuerpo, pareció partirse en dos. Y la mismísima montaña comenzó a temblar como si un gran terremoto nos sobreviniera.

-Dragón: ¡Maldito cobarde! –se escuchó aquella voz demoníaca en el exterior.

Y, después, un gran golpe que sacudió una última vez el suelo que pisábamos.

El dragón había caído.

El Pecado del Alquimista [+18] (Genshin Impact)Onde as histórias ganham vida. Descobre agora