Capítulo 36

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Aria

5 de Septiembre – 21:19 PM

Liyue – Casa de Tartaglia

Nada en aquel hogar había cambiado desde la última vez que estuve ahí, en la inesperada celebración de nuestro primer año ante el espectáculo de fuegos artificiales.

Había cocinado ya en las cocinas de todos mis amigos, y la de mi entonces novio no fue una excepción. Conocía incluso dónde estaban los platos y los distintos utensilios. Y, si dudaba en algo, tenía a Teucer como ayudante. Era un niño que, cuando quería, podía ser muy voluntarioso. Supo manejarse mezclando los ingredientes de la salsa.

Mientras tanto, Tartaglia nos contemplaba desde la mesa del comedor al mismo tiempo que bromeaba, de vez en cuando, conmigo o con su hermano.

-Tartaglia: ¿cómo estornuda un tomate? –su sonrisa era la de aquél que estaba a punto de contar un mal chiste.

Teucer, sin dejar de mezclar la salsa, se puso a pensar, pero no llegó a ninguna conclusión.

-Teucer: ¿Cómo? –preguntó, ansioso por conocer la respuesta.

-Tartaglia: ¡Ketchuuup! –reveló, triunfal.

-Aria: ¡oh no, por favor! –no esperaba que fuera tan pero tan malo.

Los tres reímos, y, por un momento, parecía que nosotros tampoco habíamos cambiado. Terminamos de cocinar, servimos lo preparado y disfrutamos de una gran velada que todo indicaba que podía acabar en desastre. Pero, tanto Tartaglia como yo, nos esforzamos en dar todo de nosotros mismos para que Teucer se divirtiera y estuviera lo más cómodo posible. Y así, cuando le contara la noticia, al menos tuviera un último buen recuerdo.

Pese a la incomodidad, debía admitir que incluso yo me había divertido un poco. Además, afortunadamente, no se alargó en demasía, puesto que Teucer era un niño y debíamos meterlo pronto a la cama.

Comenzó a frotarse esos grandes ojos que tenía y ambos lo arropamos en su habitación. Parecía que todo iba a ser perfecto... hasta que, antes de conciliar el sueño, soltó una pequeña bomba.

-Teucer: hoy no tomaste de la mano a Aria, hermano –señaló, un poco molesto. Tartaglia lo había vestido con un pijama rojo que guardaba siempre en aquella habitación, a la espera de su visita.

Ambos nos quedamos helados. ¿Qué decir al respecto?

-Tartaglia: vaya, no me había dado cuenta –su risa era nerviosa. Fue lo único que se le ocurrió decir.

-Teucer: ¿cómo no ibas a darte cuenta? –replicó de forma aguda-. Siempre me hablabas de lo tanto que te gustaba ir de la mano con ella.

La incomodidad gobernó la infantil habitación, con un gran dibujo de un Guardián de las Ruinas estampado en el techo.

Entonces, en una ágil maniobra, Tartaglia me tomó por la cintura y me dio un beso en la mejilla. ¡No lo esperaba!

"Juro que te mataré", pensaba, de nuevo fingiendo la mejor de las sonrisas delante del niño.

-Tartaglia: sólo estaba cogiendo fuerzas para abrazarla más fuerte, Teucer –sonreía, ya no tan nervioso. Incluso diría que lo estaba disfrutando, cosa que transmitió a su hermano, quien se quedó más tranquilo con nuestra situación-. Ya lo entenderás de mayor.

El niño bostezó, satisfecho.

-Teucer: si no la cuidas bien, acabará llevándosela otro, hermano –fue su última manifestación antes de dejarse vencer por el sueño.

El Pecado del Alquimista [+18] (Genshin Impact)Where stories live. Discover now