Capítulo 15

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Aria

5 de Febrero - 06:09 AM

Liyue – Montaña Hulao

No iba a parar hasta conseguirlo. No iba a rendirme, pasara lo que pasara. Era mi hermano quien estaba en juego y estaba dispuesta a hacer cualquier cosa para volverme más fuerte y protegerlo. Obviamente, no esperaba tener que hacer semejante trato con el adeptus para que me aceptara como su aprendiz. El contacto físico a nivel "romántico" (si se le podía llamar de aquella manera) no era algo que me atrajera, de hecho, lo evitaba. Por ello, Tartaglia había tenido que sufrir tanto como mi novio.

"Ni siquiera me despedí de él", pensaba, sintiéndome culpable por no haber sido capaz de atender a mi pareja, pero sí mi negocio. Pese a que ahora me hubiera decidido a vivir, prácticamente, con el adeptus, me había comprometido a ir a hablar con mi gerente al menos mensualmente. Un pequeño detalle que no había tenido con Tartaglia.

Aquel trato se podía considerar una infidelidad (era lo que era), aunque no en pensamiento. Ninguno de los dos gozábamos de aquello. Él lo dejaba siempre claro, cómo no.

Sin embargo, cada vez que lo besaba, no era mi pareja quien me venía a la cabeza, sino Al. Y, cuando su imagen emergía en mi memoria, el beso se volvía mucho menos desagradable. ¡Era un desastre!

-Aria: este árbol rivaliza con el de Mondstadt –me refería a un anciano árbol que custodiaba una de las estatuas del Arconte Anemo.

Yo intentaba ser cordial, para que la convivencia no fuera tan tensa. Pero él no hacía ningún esfuerzo por mejorar nuestra odiosa relación. En la mayoría de las ocasiones, ni siquiera me contestaba.

Él corría de un lado a otro, y yo lo daba todo para no perderlo de vista. Aquél era nuestro día a día.

Horas atrás, incluso le había visto por primera vez ponerse aquella máscara que colgaba de su cintura. La imagen fue perturbadora e incluso pensé que aquella maldición que sufría lo había consumido por entero. Sin embargo, parecía parte de un poder abominable. Usaba su lanza como otra parte de su cuerpo, con una habilidad envidiable y aniquilaba todo monstruo que encontraba a su paso. Yo me mantenía a distancia, pues, cada vez que aterrizaba tras un alto salto, incluso la tierra temblaba al recibirlo.

Ahora caminábamos por la hierba, en dirección a una cueva que él usaba para descansar tras su patrulla nocturna. Era en aquel momento cuando su sufrimiento solía iniciar su aparición. Oscuras tinieblas lo rodeaban y yo, sin pensarlo, me aproximaba a su espalda (lo que más veía de él a lo largo del día).

-Aria: tu maldición... -dije, avergonzada. Esta vez ni siquiera habíamos llegado al refugio, y ya la maldición comenzaba a aflorar.

La presencia en las cercanías de unas pocas luciérnagas mejoró aquel incómodo ambiente.

El peliverde adeptus, molesto, se volvió y se detuvo frente a mí. Si no nos odiáramos tanto, aquella podría ser una escena romántica de película. Ambos, de pie, en medio de aquel hermoso valle de Liyue...

-Xiao: hazlo rápido –pese a que su cuerpo estuviese tan cerca del mío, sus siempre intimidantes ojos no podían mantenerme la mirada. A mí también me costaba hacerlo, así que lo agradecí.

Quería evitar que le diera la honda crisis que podía llegar a apresarlo, aquella con la que me lo encontré en el santuario, así que, efectivamente, debía darme prisa.

Él era, más o menos, de mi altura, por lo que no me era difícil alcanzar su boca. Lo difícil era reunir las fuerzas para tocarlo definitivamente.

"Vamos allá, Aria", me animaba.

Prácticamente, sin pensarlo más, me eché sobre él. El adeptus tuvo que sostener mi cuerpo para que no lo empujara tras aquel extraño ataque. Posé mis labios sobre los suyos, y ambos cerramos los ojos. Al fin y al cabo, era menos incómodo.

"Piensa en otra cosa, Aria, piensa en otra cosa", era lo mejor que podía hacer.

Sin embargo, a mi llamado, ¡de nuevo acudía aquel beso con mi hermano! Fue tal la intensidad de aquel recuerdo que ahora revivía, que comencé incluso a, realmente, olvidar que estaba besando a Xiao. Comencé a acalorarme y a besarlo más allá de un leve roce. Moví los labios de forma envolvente, como me pedía un primitivo instinto.

Para mi sorpresa, su lengua traspasó la barrera de mis dientes y me acechó en el interior de mi boca. Acarició y jugó con mi lengua con habilidad experta. Yo, atónita, simplemente me dejaba llevar por sus ardientes movimientos, mientras imaginaba a Al como su autor.

-Aria: ah... -gemí, tras haber dado Xiao por finalizado aquel beso.

-Xiao: ¿en qué estabas pensando haciendo algo así? –replicó. Yo ya no sabía si estaba molesto como reacción a algún suceso o si, simplemente, tenía aquella cara de mal humor de forma perpetua.

Sus dorados ojos brillaban a consecuencia de la luminiscencia de las luciérnagas. De nuevo regresaron a su intimidante papel. Sentía que podían penetrarme el alma.

-Aria: ¡tú fuiste quien lo elevó más de nivel! –me quejé, ruborizada.

Nunca pensé que un beso con aquel insensible se me pudiera ir de las manos.

-Xiao: no debes tomar esto como un juego –advirtió, serio-. Además... -sonrió con cierta malicia- besas fatal.

"¡¿Qué?!", me sentí gravemente agraviada.

-Aria: voy a acabar matándote antes de hacerme más fuerte –mascullaba entre dientes, sufriendo un tic en el ojo por la rabia.

-Xiao: esa es mi línea –espetó.

El Pecado del Alquimista [+18] (Genshin Impact)Where stories live. Discover now