Capítulo 6

6.4K 560 554
                                    

Aria

5 de Enero – 12:22 PM

Espinadragón – Tienda de Albedo

Por primera vez en mucho tiempo, lo que vi al despertar fue a Al. Dormía plácidamente junto a mi sudado cuerpo mientras me abrazaba como nunca antes lo había hecho. Sentir sus brazos rodeándome nada más volver a ser consciente, fue quizá una de las mejores sensaciones que había tenido en mucho tiempo. Me di unos minutos para observar aquel hermoso rostro durmiente, al fin tranquilo y, además, a mi lado. Pero, por supuesto, no debía permitirme disfrutar un ápice de aquel momento de ensueño.

Sabía bien lo que había pasado. Tras beber aquel brebaje, estuvimos haciéndolo toda la noche. Pecamos una y otra vez, y yo ahora estaba rota por dentro. Había mancillado a mi ingenuo hermanito y le había sido infiel a Tartaglia. Era un pack demasiado explosivo para una mañana tan hermosa como aquella.

Comencé a llorar. Intenté hacerlo en silencio, pero él percibió mi tristeza. Aquella pulsera quemaba en mi muñeca.

-Albedo: lo siento –fue lo primero que dijo, lo cual me hizo sentir más miserable.

Nuestros abrigos estaban tirados por el suelo de tela. Se me hacía raro ver aquella casaca blanca lejos de mi hermano y a él vestido con sólo aquella camisa azul oscuro, que, además, tenía los primeros botones desabotonados (su Visión Geo, que usaba casi como una gargantilla, se agarraba a la tela como podía).

Llevó su mano a mis ojos y trató de secar mis lágrimas. Pese a sus silencios o a sus palabras aparentemente indiferentes, aquel hombre siempre me había parecido más cálido y auténtico que cualquier otro ser en aquel mundo.

-Albedo: todo ha sido mi culpa, Aria –sé que trataba de consolarme de forma desesperada, pero lo empeoraba aún más-. Ha sido un error, pero no volverá a pasar más. ¡Lo juro! –expresó con determinación-. Me llevaré esto a la tumba si es necesario.

Aquellas palabras terminaron por destrozarme.

Esta vez fui yo la que, sin pronunciar palabra alguna, recogió su ropa y dio por terminada aquella conversación.

***

Aria

5 de Enero – 16:45 PM

Mondstadt – Valle Dadaupa

Aquel lago plagado siempre me había parecido enigmático y no solía haber gente, así que, tras la huida de Espinadragón, acabé postrándome en su orilla. Aquellos dos árboles, entrecruzados, sobre el agua, eran un pequeño espectáculo para la vista.

Mi cuerpo aún tiritaba, aunque no estuviese ya en aquella gélida montaña. Sin embargo, desde donde me encontraba, se podía apreciar la cima de la misma.

-¿?: ¿Aria?

Sabía que él iba a encontrarme allí. De hecho, así lo esperaba. De haber ido a la ciudad, mis enrojecidos ojos y mis constantes lamentaciones hubieran llamado demasiado la atención.

-Aria: Venti... -sollozaba, cubriendo la cara con mis dos manos. Sentía una vergüenza infinita.

Nada más comprender la situación, él tomó asiento a mi lado. Me sorprendió que no sacara su arpa en un intento por tranquilizar mi agitada alma, pero supo que necesitaba hablar.

-Venti: ¡¿Pero qué ha pasado, Aria?! –inquirió, preocupado. Sus dos brillantes trenzas tambalearon al dejarse caer sobre la tierra-. ¿Tartaglia te ha hecho algo? –intentaba deducir de forma rápida-. ¿Acaso debemos matarlo?

Negué con la cabeza. Y él pensó más profundamente acerca de mi deplorable situación.

-Venti: Es... -hubo cierto suspense en su habla- ¿por Albedo?

Entonces yo aparté las manos de mi cara.

-Aria: ¿Cómo lo sabes? –pregunté, asombrada.

Él sonrió tiernamente.

-Venti: para estar así de mal, debía ser lo que más te importaba en estas tierras –dio en el clavo. Siempre lo hacía-. ¿Te ha dicho que no regresará nunca de la montaña?

Yo lo miré con intensidad, tratando de contarle mediante telepatía lo sucedido. Era incapaz de articularlo.

-Venti: Aria, me estás asustando.

Debía contarlo ya.

-Aria: ¡lo he hecho con mi propio hermano! –confesé rápidamente para que la vergüenza no me lo impidiera antes.

Mi gran amigo se encogió de hombros.

-Venti: ah –expresó simplemente y fue entonces cuando sacó su arpa para jugar con sus cuerdas-, pensé que era algo grave.

Me ofendió aquella tonta reacción y sacudí de un lado a otro su pequeño cuerpo mientras gimoteaba.

-Aria: no sólo he pecado con mi hermano, ¡también le he sido infiel a mi novio!

-Venti: ¡es verdad, Tartaglia! Me había olvidado de su existencia –rió. Por poco se le escapó el instrumento debido a los rápidos movimientos que le provoqué.

Parecía una tontería, pero, cuando hablaba con él, sentía que los problemas se hacían cada vez más pequeños. Nunca sabría si se debía a que me minusvaloraba o a que realmente lo hacía para ayudarme. Pero, conociéndolo bien, sospechaba que era lo segundo. Venti empatizaba de una forma especial con los demás, sabía siempre qué hacer y qué decir, incluso cuando no lo parecía. Lo admiraba y su consejo era importante para mí.

-Venti: no necesité que lo dijeras expresamente –comentó, tras tocar tres melódicas notas en su arpa-, pero siento que Tartaglia es una excusa para olvidar a tu verdadero amor.

-Aria: ¿qué estás diciendo? –inquirí, aún visiblemente molesta. Mi ropa de invierno resaltaba fuera de Espinadragón, pero, debido a la conmoción, no había sentido aún la necesidad de retirarme siquiera aquel grueso abrigo.

Él volvió a reír. Su buen humor contagiaba.

-Venti: lo descubrirás por ti misma supongo –se apoyó sobre mi hombro, perdiendo la vista entre las espadas clavadas en el lago y sin dejar de juguetear con las cuerdas. Incluso sin ser una canción propiamente dicha, su sonido, incluso de forma arbitraria, me calmaba-. ¿Qué harás ahora, Aria?

Su sonrisa era extraña, casi mística. 

El Pecado del Alquimista [+18] (Genshin Impact)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora