5. Una salida inesperada

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EMILY

Al llegar a mi casa me tire al sofá sin ganas de levantarme de ahí, estaba demasiado agotada, eso de gastar energía no es lo mío, ni lo será. 

Para mi mala suerte, alguien se atrevió a molestar mi tranquilidad, haciéndome maldecir entre susurros. El timbre volvió a sonar y yo volví a maldecir, enserio tenia pereza hasta de ponerme de pie, de mala gana tuve que hacerlo y me dirigí hacia la puerta.

Al abrirla, me tope con un chico alto, ojos claros, una mandíbula muy bien definida, tiene pocas pecas que solo son visibles si te acercabas a él, cabello despeinado pero con estilo, le quedaba demasiado bien al chico de cabello café o asi se veía por el sol, color natural. Asi era Rodrigo, demasiado bueno.

—¿Rodrigo? —inquirí—, ¿Qué haces aquí? y ¿Cómo sabes dónde vivo?

—La última vez te traje a tu casa, ¿no lo recuerdas?

Me había olvidado de ese pequeño detalle.

—Cierto, disculpa no se en que estoy pensando —dije, parpadée aclarando mis sentidos. Rodrigo estaba al frente de mi casa, tocó mi puerta, me habló y yo... Emily no es un sueño—. ¡¿Qué haces aquí?!

—¿Estuvo mal que venga?

—No, claro que no. Solo que... Es un tanto extraño.

—Pense que eras mi amiga, así que vine a visitar, a mi amiga.

—Claro, soy yo, yo soy la amiga, es decir yo soy tu amiga.

—Si, bueno estoy al frente de tu casa, estamos hablando, eso significa que no me equivoqué de casa.

—No claro que no te equivocaste.

—Eso quiere decir... —se detuvo, miro hacia otro lado y volvió a verme, estiró solo un poco las comisuras de sus labios, no entendía que trataba de hacer o decirme así que parpadée confusa y moví mi cara como un cachorro—, vine a verte, Emily.

—¿A mi?

Emily, déjame darte una bofetada, por favor.

Si el se va en este momento no lo juzgare, enserio que no lo are.

—Si, a ti, viene a verte a ti, Emily.

—Si, claro a mi. Pero, ¿para qué?

—Vine a invitarte a salir —lo dijo así, como si nada.

—¿Eh?

Después de cambiarme me estaba yendo con Rodrigo en un taxi al algun centro comercial, donde fuimos a comprar cosas, pero en especial era divertido porque entrabamos a las tiendas de ropa y no comprábamos nada.

Comimos helados juntos, el me mancho una mejilla con su helado a lo cuál yo hice lo mismo solo para fastidiarlo.

Jugamos uno de los juegos de fuerza y me sorprendió cuando el se puso una guantes de box y golpeó a ese círculo rojo, pues no mentían las otras chicas cuando hablaban de él. Si tiene mucha fuerza.

Yo intenté lo mismo y no es por presumir pero tengo mucha fuerza, no tanto como la de él, pero si lo suficiente como para defenderme. Despues de golpear ese circulito rojo, lo observe, se quedo sorprendido ante mi puntuación.

—¿Prácticaste alguna vez box? —pregunto.

—No, la verdad que eso de los deportes no se me da a mí —conteste.

—Serias muy buena.

—A que si.

Empezó a hacer algunas bromas, cosa que me causo mucha gracias para ser sincera. Me ofreció ir a ver una película, a lo que yo acepte. Era uno de acción, no soy mucho de ver esas películas pero no estaban nada mal, a decir verdad, me intereso eso.

INFELIZMENTE FELIZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora