42. Revelaciones y acuerdos sucios

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Contenido violento.

DIANA

Dos días antes de la pelea.

—¡Diana! —el llamado de Laia hizo que volteará y mirara hacia mi puerta, justo en ese instante ella ingresó y al verme dio una amplia sonrisa—. Diana, Thiago te está esperando para dejarte con la psicóloga —aviso.

—Ya bajo, solo déjame despedirme de Obito —mire hacia mi cama, Obito movía la cola cuando me acerque a él y le plante un beso en su frente, sobándole la cabeza—. Ya regreso, pórtate bien, ¿sí?

—Tranquila, yo lo cuidaré —dijo ella, dejándome tranquila.

—Por cierto, papá me dijo que te avisara que no prepares la cena porque nos llevara a un restaurante.

—Está bien, entonces yo iré a...

—Cuando dije "nos" te incluía a ti, Laia —agregué.

—Me consienten mucho, seño... —se detuvo— Diana —se corrigió.

—Ve a estudiar para tus parciales, sabes que mi padre se preocupa más por tus notas que por la cena —asegure.

—Gracias —sonrió—, iré a estudiar, recuerde que el joven Thiago la está esperando.

—Dile Thiago, sabes que se molesta si no le dices así.

—Está bien.

Ella se retiró del cuarto, me puse un saco de color blanco que me llegaba hasta las rodillas, me acomode el cabello corto que tengo. Miré a Obito quien me prestaba total atención, le sonreí y dije:

—No tardo, sabes que si hago todo esto es para que papá nos pueda dar a otro amigo más.

Él soltó un ladrido.

—No seas celoso, yo te regalaré un perro, así tendrás una responsabilidad más.

Ladro de nuevo.

—Ya me voy.

Salí de la casa, al frente vi a Thiago al borde de su coche con unos lentes de sol, al estar frente a él dijo:

—Hola, gruñona.

—Cállate.

—Desearía que me trates igual que a Obito —se tocó el pecho indignado.

—Tú —entre cerre los ojos—, ¿por qué estás tan feliz?

—¿Yo?, no por nada.

—Tiene que ver con Emily, ¿no es asi?

—Digamos que tiene mucho que ver, en su totalidad.

—Solo falta que sonrías para afirmar que le pediste ser tu novia —dije segura que él no sonreiría.

Él sonrió.

—¿Nos vamos? —dejo de sonreír.

—¿Cuál fue su respuesta?

No me respondió y subió al coche, subí y me senté a su lado, lo miré fijamente, necesitaba saber la respuesta.

—¿Cuál fue su respuesta? —insistí.

—La pregunta incluso me ofende, ¿quién le diría no a Thiago Jones? —intente hablar, pero él me gano y dijo—, exacto, absolutamente nadie, es imposible.

—Sí, aja.

—Todas mueren por mí —hablo su orgullo y ego juntos.

—Thiago, deja de decir estupideces, te lo pido, ese ego tuyo tiene que acabar, es fastidioso.

INFELIZMENTE FELIZWhere stories live. Discover now