36. El perdón también es necesario

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EMILY

Trague grueso, ¿a qué venia esa pregunta?

—No, no lo creo, yo nunca salí del país —conteste.

—Tu apellido es muy frecuente, ¿no es así? —continúo con las preguntas el señor Jones.

—Bueno, en mi DNI aparece que hay muchas personas que se llaman como yo.

—Suena muy lógico. Disculpa si te incomode.

—No, no se preocupe, suele pasar que hay personas que se llaman igual a tí.

—Quería agradecerte por lo que hiciste por mi hija y pedirte disculpas por no respaldar mejor la seguridad de la fiesta.

Camila, eso solo me reecuerda a ella diciendo todo eso de mi cuerpo.

—No se preocupe, esas cosas, nunca me afectaron —mentí, y forze una sonrisa.

No podía reclamarle por lo sucedido, él no tuvo la culpa, además hizo todo esto por una completa desconocida, hay momentos en los que necesito saber que expresión dar, necesito mostrarme feliz por qué hizo esto, y también avergonzada porque gasto dinero, necesito esconder el sentimiento que causó Camila con sus palabras, ¿qué cara debía de poner?

El señor Jones enarco una ceja, dando una pequeña risa, mirándome, sus ojos eran iguales de lo de Thiago, su mirada era intimidante, se que dirá algo que en verdad me ponga los pelo de punta por el miedo.

—Oculta muy bien sus emociones, señorita Lewisp.

Lo dijo como si nada, como si eso fuera algo que haya visto o hay pasado.

—¿De- de qué me habla? —fruncí el ceño.

—Cuando tienes mi edad, consigues más experiencia. Sabe, yo también conocí a personas como usted, que no podía ni identificar ellos mismo las emociones que tenían, después de ocultarlo por años.

—Creo que se confundió señor Jones, yo jamás...

—No creo que sea la persona correcta a la cual deberías dar una razón, solo lo mencione porque conocí a alguien como usted, y trajo recuerdos a mi mente —me interrumpió.

—¿Era la madre de Thiago?

—¿Thiago, te comento algo respecto a su madre?

—No —solté.

—Ya veo —estrecho un poco la comisura de sus labios—. Señorita Lewisp; déjeme darle un consejo —asentí—. Está bien equivocarse, lo que no está bien es reprimirse; sé que, en algún punto de su vida, llegó a pensar si aún seguía mereciéndolo, y la respuesta es no, es momento que sea feliz, no seas el prototipo de persona que cree que deberías ser, sea la persona que le hace sentir libre.

—Libre... —repeti con cierta gracia.

—Se que es dificil, pe...

—Usted no lo entiende —lo interrumpí. 

—No, puede que no lo entienda, porque no sé por lo que usted pasó, pero lo que sí se, es que cuando ví el video donde se enfrentaba a ellas, usted se veía felíz, algo dentro de usted soltó todo lo que necesitaba soltar, porque callaba todo y con hacer eso gritó lo que siempre quiso que otros escucharán; estas cansada de todo.

—Usted no me conoce, no conoce nada de mí, no puede venir y decirme que sea como soy sin saber por lo que pase.

—Gracias, por proteger a mí hija cuando ni yo mismo pude hacerlo; te prometo que estaré eternamente agradecido, si en algún momento de su vida quieres gritar tu dolor, recuerda que te estas desatando de las cadenas pesadas de la vida y cuando lo hagas, recuerda esto —se detuvo—, No existe dolor que queme tanto como no haber hecho lo posible para seguir adelante. Todos alguna vez nos rompimos, pero también nos curamos; ¿no crees que llego su momento de sanar?

INFELIZMENTE FELIZWhere stories live. Discover now