45. El dolor junto al enemigo

17.6K 583 365
                                    

Tener al enemigo cerca no siempre te asegura la victoria, otras veces solo te da el camino hacia la derrota.

EMILY

Samy y yo entramos a la cabaña, ella se perdió en la cocina mientras yo iba hacia la recámara a traer una polera.

—¿Cómo te va con Thiago? —preguntó ella antes de que yo abriera la puerta.

—¿Eh? —volteé a verla, me fijé que ella se servía un vaso de agua, lo bebió—. Estamos bien —respondí.

Miró su vaso de agua, para después mirarme a mí, se veía un tanto desafiante.

—¿Emily, tú lo quieres? —pregunto después de tomar otro sorbo.

—Sí.

—Ya veo —volvió a tomar, pero está vez toda el agua—, ¿te puedo hacer una pregunta?

—Claro.

—Si hubieras presenciado a Sofia destrozándose y jamás pudiste llegar a ayudarla ¿Te arrepentirías?

Sofia no era una amiga, ella es una hermana para mí. Ella es a lo que llamo: mi compañera de vida.

—Sí, me arrepentiría hasta el fin de mis días.

—Si tuvieras la oportunidad de protegerla ¿Lo harías?

—Sin pensarlo —dije de inmediato.

—Eso incluiría que tú misma termines lastimada —agregó.

—Lo haría.

—Incluso sí las personas te dijeran que no debes de cargar con una culpa que no es tuya. Que no deberías de meterte y dejar que solo ocurra, incluso así... ¿Harías lo imposible por protegerla?

—Lo haría, una y mil veces.

—¿Estás segura?

—Sí.

—¿No te importa salir lastimada?

—Está bien, porque me dolería más verla destruirse que terminar destruida, eso pasa cuando quieres a alguien, te duele más a ti el dolor que esa persona siente, a que el mismo dolor que tú tienes —me detuve—. Todos alguna vez tuvimos a esa persona que ingrese a nuestra vida a darle color. No necesariamente una pareja, puede ser un familiar, una mascota, una amiga e incluso un pasatiempo. Para mí, esa persona que pinto de colores mi mundo negro es Sofia, quien estuvo a mi lado cuando sentí que estaba sola fue ella, quien se convirtió en la mitad de mi sonrisa es ella, ¿cómo permitiría que sufra y yo me quedaría sin hacer nada? Incluso si eso me dañará no lo permitiría. Y apostaría mi mundo, en que ella haría lo mismo por mí que yo por ella.

Ella sonrió.

—Espero que algún día lo entiendas.

—¿Por qué? —fruncí el ceño.

—Nada, solamente que Pol y yo estuvimos a punto de llorar por el final de la película.

Mentira, ella trataba de decirme algo.

—¿Cómo terminó esa película? —seguí su juego.

—Pudieron ser felices, pero le importó más la vida de la otra persona que la suya, ellas... ellas eran amigas.

Y aun así, sentía que mentía.

¿Pero si nada más eran ideas mías?

Cada vez estoy más segura de que mis emociones invaden aún más mis pensamientos.

—Samy, estás mintiendo —aseguré.

—No, no lo hago.

—Yo siento que sí.

INFELIZMENTE FELIZOù les histoires vivent. Découvrez maintenant