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LA REVELACIÓN
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— ¿Cuánto más se supone que tenemos que esperar? — susurró Aileen llena de adrenalina mientras nos escondíamos tras un recoveco. Desde ahí podíamos contemplar cómo los pobres estudiantes que permanecían en la escuela tras el ascenso de Severus al puesto de director, eran guiados al Gran Comedor por los repugnantes hermanos Carrow.

Se podían observar las miradas melancólicas en la mayoría de los Gryffindors, a algunos Slytherins tratando de ocultar la incertidumbre de sus rostros tirando de esa mirada arrogante y estereotipada tan característica de la casa, a los Hufflepuff asegurándose de permanecer juntos y de no dejar a nadie atrás y a los Ravenclaw observando en silencio cada minucioso detalle y tratando de recopilar algo de coraje.

Pero todos lucían dolorosamente devastados, exhaustos e incluso heridos físicamente, independientemente de la casa a la que pertenecieran.

Joder, daría lo que fuese porque mi regreso a Hogwarts no fuese así...

— Solo un poco más — le recordó Khaleelah en un suave murmullo.

— ¿Así que simplemente irrumpimos y empezamos a maldecir a los asquerosos de los Mortífagos, no? ¡Porque me muero de ganas! — dijo emocionada.

— Antes tenemos que esperar a la señal. Harry tiene que confrontar a mi tío primero y entonces, nosotros entraremos en escena — repetí por decimocuarta vez, aunque no podía culparla, estaba nerviosa. Todos estábamos de los nervios y ansiosos por lo que estaba por venir.

Mis ojos se encontraron con los de Fred que me miraba desde el otro lado de la estancia donde se escondía junto a su gemelo, su padre, Remus y Kingsley.

Unos instantes después la voz de Severus se empezó a escuchar desde el interior del Comedor, pero la adrenalina corriendo por mis venas como si de una corriente eléctrica se tratara y la inquietud no me permitían concentrarme en lo que decía.

El grito ahogado de los estudiantes cuando Harry se reveló ante ellos vistiendo la túnica de Gryffindor, fue la señal que estábamos esperando. Sin titubear, abrimos la enorme puerta del Comedor y entramos al interior, mostrando nuestro apoyo al chico. Nuestro caminar se hacía más firme, feroz y seguro a medida que nos acercábamos, formando una pequeña barrera detrás de Potter.

Durante unos segundos, mis ojos se encontraron con los de mi tío y no pude evitar sentir como mi sangre se volvía hielo, pero no me inmuté. No iba a dudar. No iba a fallar.

Estábamos todos allí; Remus, Kingsley, el Sr. y la Sra. Weasley, Neville, Luna, Bill, Fleur, Angelina, Lee, George, Fred, Liv, Hermione, Pauline, Ron, Dean Thomas y nosotras, Las Arpías.

— ¡Diles lo que pasó aquella noche! — le gritó Harry a Severus mientras el hombre lo observaba de forma inexpresiva, pero más pálido que de costumbre; le habíamos tomado por sorpresa.
— ¡Cuéntales como lo miraste a los ojos - a un hombre que confiaba en ti, y lo mataste!

Todos los ojos estaban puestos en nosotros, como se esperaba. Todos parecían contener la respiración y entre la incertidumbre observé cómo los Carrow tocaban sus antebrazos, posiblemente llamando a su amado Señor.

Para nuestra sorpresa, Severus señaló con su varita a Harry provocando un leve revuelo en la sala y que McGonagall rápidamente empujara al chico, enfrentándose directamente a mi tío. Severus pareció dudar por un segundo, pero el que sostuviera su varita con fuerza nos hizo levantar la nuestra también.

McGonagall, sin titubear, comenzó a lanzarle hechizos y mientras el resto seguía esperando a que él atacara, noté algo.

— No se está defendiendo — susurré.

WICKED HATE | FRED WEASLEY (traducción)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora