WICKED HATE | FRED WEASLEY (traducción)

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EL FINAL DE LA SEGUNDA GUERRA
AVISO: violencia explícita
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El grito desolador de Ginny llenó el lugar mientras todos comenzamos a sentir la pesadez, el cansancio y el dolor en el ambiente.

Él se había ido y todo lo que habíamos luchado, arriesgado y perdido había sido en vano. Todo lo que habíamos hecho había sido para nada.

Mientras Voldemort hablaba, noté cono todos los rostros de mis compañeros decaían mientras los Mortífagos y sus aliados se regocijaban en nuestro dolor.

No era justo. Nada de esto era justo.

Mis ojos se encontraron con los de Avery, cuyo rostro estaba prácticamente lleno de cicatrices debido al enfrentamiento que había tenido con Fred. Junto a él, Greyback.

Al reconocerlo en la distancia no pude evitar agarrar con fuerza mi varita y acercarme a Fred, buscando instintivamente su protección. Al mirarlo por el rabillo del ojo percaté que el también tenía la mirada clavada sobre ellos, la mandíbula y los hombros en tensión y los puños apretados. Por un buen momento incluso pensé que saltaría sobre ellos.

Merlín sabía lo que nos pasaría ahora que Harry, nuestra única esperanza de acabar con esos bastardos, se había ido. Morir era probablemente la opción más misericordiosa.

Neville, como el Gryffindor valiente y persistente que era, decidió enfrentarse a Voldemort, sorprendiendo al resto. No vaciló al jurar que no nos someteríamos a su atroz voluntad y que pelearíamos hasta el final.

— Quiero que sepas — murmuró Fred para que únicamente yo pudiera oírlo sin dejar de mirar al frente, — que esos bastardos tendrán que pasar por encima de mi cadáver para ponerte un solo dedo encima.

Estaba a punto de responder cuando la sorpresa en los rostros de todos me detuvo. Harry se había arrojado de los brazos de Hagrid, asombrándonos a todos y conduciéndonos rápidamente de vuelta a la batalla.

Estaba jodidamente vivo.

— ¡POTTER! — gritó Draco arrojando su varita hacia Harry y corriendo hacia mí, para gran consternación y sorpresa de los Mortífagos.  Lo atrapé en mis brazos, abrazándolo y asegurándome de que estuviera bien.

SÍ, JODER SÍ.

Mi Draco finalmente había elegido lo correcto. Mi Draco por fin se había salvado.

— Lo has hecho genial — le dije. — Estoy increíblemente orgullosa de ti.

Tan pronto como Harry tomó la varita, los enfrentamientos comenzaron de nuevo. No sé de dónde habíamos sacado la energía, pero era como si estuviéramos usando hasta las últimas fuerzas de nuestros exhaustos cuerpos para luchar lo mejor que sabíamos.

Mis ojos se enfocaron inmediatamente en Greyback y, sintiendo una ya muy conocida rabia inundar mi cuerpo, comencé a correr hacia él. Escuché cómo Liv, Pauline y Fred corrían detrás de mí, pero no me detuve.

Necesitaba terminar con ese hijo de puta. Y lo necesitaba ya.

Estaba deseando clavarle la preciosa daga de plata que guardaba en mi bota y que tenía lista para acabar con su repugnante existencia.

— Pequeña Circe —  me saludó, lamiendo sus labios y mirando mi cara de disgusto.  — ¿Has venido para dejarme hacerte lo que Yaxley te sugirió en el Ministerio? Porque nada podría hacer este día más feliz que eso.

Un asco profundo recorrió mi cuerpo.

Fred gruñó detrás de mí, apunto de lanzarse sobre el hombre lobo pero siendo detenido por Liv y Pauline.