Capítulo 5

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Esteban

- Basta, Richard... me duele la cabeza de escucharte hablar sobre este tema - digo mientras masajeo con mis dedos mis sienes para bajar el estrés que tengo últimamente con la insistencia de mi abogado. Realmente es tentador colgar el celular y bloquear el número, pero no es posible.

- Ya se te dio un año para pensarlo, no es ningún sacrificio lo que se te pide, Esteban. Otros estarían dichosos de estar en tus zapatos ahora mismo - empieza a dar su charla de siempre, ha sido la misma durante un año entero... - ya estas cerca de los treinta y necesitas una esposa para asegurar que la fortuna de los Harrison no se pierda en manos de otros ¿Qué tan difícil es eso? Tienes que madurar esteban, no puedes solo huir de tus responsabilidades por el resto de tu vida, solo dale la oportunidad a unas chicas que son de buena familia y tal vez, esta vez si te guste algu... - corto la llamada sin remordimientos.

Dejo mi teléfono en modo silencio, lo apagaría, pero hay cosas que necesito de este.

Veintiocho años, es increíble, pero ni siquiera cerca de mis treinta años me dejan tomar mis propias decisiones y vivir mi vida sin llevar el peso de esta herencia, el nombre de los Harrison es como un fantasma que cargo desde el día en que todos me dejaron. Quisiera poder simplemente despedir a Richard y hacer lo que me venga en gana, pero gracias a el he podido durante todos estos años tener a flote todo lo que se me dejó a mi nombre, me ha guiado y realmente es el único al cual puedo confiar estas cosas.

Se que este tema del matrimonio parece una ridiculez que se soluciona de forma muy sencilla considerando el circulo social en que supuestamente me debo envolver, pero... ¿Por qué esforzarme en escoger y amar obligado a una mujer? Además que me siento casi como comprando mercancía y no escogiendo un ser humano con el que tendría que convivir hasta mi muerte.

Esas chicas de las que habla Richard son siempre iguales, no es la primera vez que intenta esto. Son niñas de casas millonarias con padres igual de arrogante a ellas que solo quieren concertar matrimonios para duplicar sus fortunas, son superficiales y me recuerdan todo aquello de lo que me he intentado apartar estos años. Ni siquiera los fotógrafos logran inmiscuirse en mi vida gracias a los fuertes limites que impongo, mucho menos quiero tener que ceder a que una desconocida con ínfulas de patrona venga a mi casa a hacer y deshacer lo que tanto tiempo me ha costado construir.

Ha sido la semana más insistente de Richard en este mes con el tema, tanto así, que desde que inició el mes he optado por simplemente silenciarlo e ir a tomar café y galletas a una cafetería bar que hay en un barrio de niños ricos un poco lejos de aquí. La mejor hora para ir siempre es después de las seis, cuando empiezan a poner todo tipo de música, es un lugar agradable para pensar y reflexionar, además de que la comida y el servicio son excelentes, lo que es extraño viniendo de alguien que casi no soporta el socializar.

Dada la insistente llamada de hoy, opto por visitar el lugar. Tomo una ducha, me visto con una camisa blanca un poco suelta que meto en mis pantalones negros que se ciñen de forma cómoda a mis piernas y con unos zapatos cómodos negros. Nada muy elaborado, entre más sencillo y cómodo, mejor. Acomodo mi cabello aun húmedo cae en mi frente, es liso y negro, simplemente lo divido por la mitad para que no se vea tan mal.

Tomo las llaves de mi casa y las de mi Porsche negro y emprendo la ida al café. Mientras tanto coloco música aleatoria en Spotify de fondo para que acompañen a mis pensamientos, solo quiero despejarme de todo eso que tengo pendiente.

Pasan una hora y estoy cerca, había un poco de tráfico en un punto del camino, por lo que estimo que estaré llegando a las siete de la noche o unos minutos más tarde. Me distraigo mirando un segundo el celular revisando la cantidad de llamadas y mensajes que tengo por revisar y cuando vuelvo la vista al frente me topo con una figura que sale de la nada y se pone en mi camino, meto el freno y me doy cuenta de que por solo un poco lo hubiese atropello. Freno en seco con las luces encendidas logrando evitar una tragedia.

ATADOSМесто, где живут истории. Откройте их для себя