Capítulo 18

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Erika

No me molestaría si lleváramos una actitud normal, pero solo parece que me evita y lleva su vida aparte. Todos los días son la misma tónica, no me falta nada, puedo hacer lo que yo quiera y me complace en lo que le pida, pero ya hemos desperdiciado casi medio mes de nuestra supuesta luna de miel y admito que me está dando un bajón porque nunca en mi vida me imaginé mi primer mes de casada así de deprimente.

Lo peor del caso es que nunca me contradijo lo que le reclamé del incidente de mi pijama.

Siempre está o ejercitando, en el jardín, pintando, cocinando o alguna actividad en la que pueda dejarme apartada y yo solo... no sé porque me irrita tanto esta situación. Soporté la primera semana, pero esta segunda ya casi acaba y me estoy sintiendo como... como si fuera un mueble más que adquirió en su colección. Ya me leí casi todos los libros que tenía en su biblioteca y ya no sé cómo distraer mi mente, cada que sale de hacer ejercicio solo aumenta más mi malestar al verlo salir con ese aura tan perfecto y seductor de la vida y yo aquí, sola y sin ser o sentirme ni siquiera un poco... ay, no sé ni lo que pienso o como me siento, solo sé que me molesta y no creo estar dispuesta a soportar más estos silencios incomodos con él en las comidas o cuando nos levantamos o cenamos.

Me he refugiado en hacer postres como una desquiciada desquitándome con las masas, lo que ahora desencadenará que me engorde por culpa de él y su falta de atención a las cosas.

Esteban

Casi dos semanas de tortura mental en la que he procurado darle su espacio y analizar que hice para enojarla o incomodarla. Se siente tensa la relación, he tratado de distraerme para pasar el rato, pero el verla caminar por la casa con esas faldas que le compré o cuando la veo bailar mientras cocina o hace uno de sus postres sin que ella note a través del vidrio desde el jardín me lo pone difícil.

Las noches han sido algo que me han apegado a ella, incluso sin que se percate de esto. Todas las noches menciona lo mismo, llama a una tal Sofia y a veces llora, así que desde la semana pasada empecé a acariciar su cabello y abrazarla un rato para que se le pase y sin creerlo la primera vez funcionó y así todas las noches, parece una niña pequeña cuando la veo así. Siento un deseo de protegerla de su propia mente, saber qué es lo que la atormenta.

Con ella he tenido una lucha interna con el deseo que logra encender y la ternura e instinto de protección, por eso para bajar un poco lo primero me he dedicado el doble a entrenar mi cuerpo y la segunda es algo que todavía debo pensar cómo manejarlo, ya que estamos distanciados y me pone ansioso eso.

Ella tiene todo lo que desea de mi parte, pero desde la discusión todo es ligeramente incomodo cuando está despierta. No he sabido como aclararle que no me da asco ni mucho menos, es todo lo contrario en realidad... pero no quiero empeorar todo y que me vea como un pervertido o lo que sea, por eso opto por mantener mi distancia.

Termino de trabajar en el jardín bajo la luz del sol que me tiene lavado en sudor, tomo un sorbo de limonada y la dejo al lado mientras me quito la incómoda camiseta sin mangas. Limpio el agua que baja por mi frente y logro veo de reojo a Erika que me mira por un lado del gran jardín sin ella notar que siento su irada sobre mí.

Ella se mueve y se encamina rápido hacia un sendero del lugar que no creo que sepa a donde lleva, no le he mostrado como guiarse por esos lados y mucho de por aquí es potrero. Sus piernas blancas y largas saltan a mi vista con ese vestido corto floreado que viste hoy y brinco para seguirla esperando no encontrarla nuevamente de mal humor.

La busco con la mirada mientras camino lento por el camino que lo rodea el pasto alto y recuerdo cuando frecuentaba mucho estos lados del terreno al llegar aquí, son recuerdos agridulces. Sigo caminando por los caminos que se empiezan a abrir a los lados siguiendo las huellas que deja en el suelo.

ATADOSWhere stories live. Discover now