Capítulo 58

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Erika

Junio.

Luego de la sorpresa de cumpleaños que me dieron todos, el tiempo empezó a pasar más rápido que antes o al menos así lo comencé a percibir yo cuando Celia tuvo que regresar a Erede prometiendo venir los fines de semana con su esposo o sola, Daisy también comenzó a turnarse ciertos días de una ciudad a la isla y es así como el sentimiento de zozobra al verme sola otra vez llegó para quedarse.

Mi apetito no mejora y eso me frustra, ni siquiera los dulces se me antojan. Sé que Celia antes de irse le recomendó a Mackenzie que no me descuidara y estuviese pendiente de que coma, pero es más sencillo despistar a Mack al estar casi todo el tiempo fuera de la casa. He tenido dolores de cabeza y el cansancio solo aumenta cada día, sin embargo, cuando me siento así me dedico a trabajar el doble esperando que nadie note el malestar.

La decepción al ver que han pasado semanas desde el cumpleaños y que no he recibido ni señales de mi esposo me ha llevado a tener pensamientos de derrota, de que tal vez no fui suficiente para él tampoco y que es triste que nos llevemos mejor de lejos que viviendo bajo el mismo techo. Las recientes videollamadas que Daniel ha hecho conmigo durante algunas tardes han sido una ayuda anímica.

Los días pasan, la ilusión va muriendo y no me he permitido volver a derramar lágrimas por la situación tragándome cualquier sensación de dolor en mi pecho al casi estar segura de que Esteban simplemente no vendrá a buscarme, por la razón que sea, se rindió con lo nuestro que ni siquiera permitió que iniciara, pero, aunque mi mente comience a entender esto, mi corazón se rehúsa dejándome quieta en este lugar.

El sonido de las olas del mar me arrulla mientras giro sobre mi cama con Sofia como única compañía, es entonces que recibo una llamada de Daniel, no es normal que llame a estas horas de la noche y por eso contesto algo asustada.

—Eri, no quería despertarte. —dice a penas contesto.

—Descuida, no estaba dormida aún ¿todo está bien? —me acomodo mirando al techo.

—Si, solo estaba pensando en ti y pensé ¿porque no llamarla? Escuchar tu voz es algo que me relaja.

—Oh... que bueno. —no sé qué responder cuando hace ese tipo de comentarios que solo aumentan con los días.

—En realidad, también llamaba para preguntar por algo que no se me ha salido de la cabeza.

—Dime.

—¿No crees que ya ha sido suficiente? Para este punto ya se me olvida que estás casada por tanto tiempo que te ha dejado sola en ese lugar el patán de tu esposo.

Suspiro frustrada ante ese punto que no necesito que me recuerden.

—Pues sí, pero ¿Qué puedo hacer? Solo me dedico a lo mío y que él vea que hace con su vida lejos de mí. —respondo mostrando una falsa indiferencia ante lo abandonada que me siento mientras mis ojos se posan sobre el peluche que me regaló Esteban sobre la silla de la habitación.

—¿Realmente quieres que me crea que te da igual? ¡no tienes que fingir! Esto te está lastimando cada día y él solo se la pasa de vago en la capital ¿no has visto las últimas fotos que le han tomado?

—No, no quiero saber ni ver nada de él.

—Créeme, no es nada alentador y mientras tanto tu aquí matándote por sus negocios, lejos de tus amigos que tienen que turnasen para verte ¿no es eso algo injusto?

—Supongo...

—Mi propuesta sigue en pie.

—¿Cuál?

ATADOSWhere stories live. Discover now