Capítulo 49

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Esteban

En el transcurso de los últimos días de enero me dedico más a cazar a los malditos buitres que a trabajar, esto debido a que desde la llamada de Paul ya no se molestan en disimular su asedio entre las sombras provocando que la paranoia pasada vuelva a estar al cien en mí. Me mantengo pegado a Erika y rodeados de seguridad a donde sea que vaya, sin importar que nuestra relación sea algo tensa por momentos, procuramos mantener cuidada la espalda uno del otro. Intento que ella no note mi ansiedad al estar siendo observados constantemente y procuro que se concentre de forma exclusiva a su estudio y trabajo, por eso también es que la llevo seguido a visitar a Celia y a Daisy, para que mientras tanto yo me pueda dedicar a ayudar en cualquier operativo de la policía identificando y dando información que en el pasado juré que jamás saldría de mi boca por lealtad a Paul.

Estamos a tres días del viaje a Canadá que había programado mi esposa con su amiga y si antes me pareció una molestia, ahora lo considero un alivio. Estar tres días fuera del territorio enemigo nos hará muy bien y yo me sentiré más tranquilo para poder darle su espacio a Erika, que, si bien no ha vuelto a mencionar audiblemente el tema, veo en su actitud y mirada lo que le pedí que no diga en voz alta y que yo no puedo permitirme corresponder.

—¿Puedes hacerlo? —la voz de Erika junto a mí me devuelve a la realidad mientras manejo en la carretera.

—Ah ¿el avión?

—Si, para que solo vayamos los tres y unos cuatro escoltas, allá no hay peligro de nada y quiero volver a sentir libertad de moverme sin estar rodeada por veinte hombres. —explica acomodando su falda.

—Yo puedo pilotar el avión sin problema, son solo una hora y media de viaje, lo único que puede dañar ese plan es Richard, así que solo hay que reservarnos ese detalle hasta pasado mañana. —cosa que no es tan fácil, ese hombre ha estado más pendiente que nunca de nuestros movimientos después del intento de secuestro.

Ella asiente escribiendo en su celular confirmándole a Daisy la información, están hablando demasiado por estos días e imagino que es por la emoción de conocer a su familia o su tierra.

Ya en casa cada uno empieza a preparar su respetiva maleta para no estar apurados mañana, sino tener la gran mayoría de cosas listas y que solo sea llegar al hangar. Lo único que suena de fondo en la habitación es la televisión con un programa que ninguno le gusta, solo queremos que no sea el silencio el que nos rodee al menos por un rato.

Erika es quien tarda más y la observo salir y entrar de su armario cuando yo ya he acabado con lo mío.

—¿Quieres que te ayude? Así terminas más rápido.

—No te preocupes, ya estoy por acabar de empacar. —me rechaza sería.

Hay días en que toma esta actitud de forma más severa que en otros y pueden ser ideas mías, pero suelen ser los mismos días que visita a Daisy o que la susodicha viene aquí. Veo como deja la maleta a un lado y se recoge el cabello en un moño para luego ir a cambiarse, pero antes de que logre colocarse el pijama la detengo.

—Espera, no te gustaría que hiciéramos algo antes de dormir. Me aburre la monotonía. —ella respira profundo mirando mi agarre en su brazo.

—¿Qué quieres hacer? —esperaba un rechazo, pero me da la entrada que necesitaba.

—¿Quieres ir al jardín secreto? Hace bastante que no vemos las estrellas juntos... —decir en voz alta la última oración me genera una nostalgia u opresión en la garganta que de la que no me había percatado hasta que lo dije.

Ella desvía la mirada pensando su respuesta ¿Qué tanto analiza? Es algo que solíamos hacer cada semana sin falta, no hay nada distinto ahora para que se vaya a negar.

ATADOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora