Capítulo 77

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Esteban

Doy unas confirmaciones finales a los mensajes con Paulina asegurándome de que los hombres estén en el lugar que le indiqué y una foto en mi pantalla me deja seguro de eso, solo falta nuestra presencia para que empiece todo. Erika no para de despedirse de la bebé y nuestros hijos pidiéndole encarecidamente a Celia y Cristian que cuiden a los cuatros que dejamos en sus manos, Richard ya está en el auto esperando afuera de la casa de los Foster.

-Quédense con ellos, por nada del mundo piensen en salir de aquí sin que nosotros hayamos vuelto. En caso de que pasen más de veinticuatro horas y no hayamos regresado-le entrega los pasaportes a Celia-no piensen en nada y solo salgan del país, en Australia los recibirá la familia de su tía.

Jade se mantiene pegada al brazo de Thomas quien se mantiene serio escuchando las instrucciones, Derek asiente con seguridad y Hanna abraza a su bebé con temor en su rostro.

-Esa es la última opción, pero ustedes volverán-se dirige a nosotros la morena tomando de las manos a mi esposa-, hoy vengarán todo lo que les hicieron y volverán a ser esa familia tan hermosa que siempre fueron.

Cristian me mantiene la mirada manteniéndose cerca a Celia y asiente, sabe que dejo todo en sus manos si realmente algo sale mal en el plan y que confío en sus decisiones con respecto a mis hijos si quedan huérfanos en el peor de los casos, no ocurrirá, pero no puedo descartar la pequeña posibilidad. Conoce el lugar a donde vamos, tiene los contactos de las personas que estarán con nosotros por lo que si nos ocurre algo será el primero en saberlo.

El claxon del auto suena tres veces afanándonos.

-Es hora, hay que irnos-me acerco a mis hijos y le doy un abrazo a cada uno de ellos, los chicos me transmiten fuerza y determinación, pero mi Hanna se le ve llorosa y ojerosa.

-Por favor... regresen a salvo... -me pide en un susurro cuando se separa de mi abrazo.

-No te angusties, es como cuando pequeña ¿recuerdas? Papá lo tiene todo bajo control-ella asiente sonriendo de forma forzada recordando lo que le repetía ante cualquier mínimo problema que tenía.

Dejo un beso sobre la cabeza de mi nieta y tomo a Erika de la mano para salir de la casa sin mirar atrás habiendo dejado toda la seguridad pertinente en este lugar. Subo al copiloto del auto junto a Richard y Erika se mantiene en los asientos traseros donde puede revisar las maletas donde se encuentran algunas armas, ella las abre y revisándolas.

-Saber que me impresionó ver una la primera vez...-la veo acariciando una por el retrovisor.

-¿Ya no te causan nada? -pregunta Richard, si supiera... la amo, pero parece loca cuando toma una para sacar sus emociones. Eso paró desde que nacieron nuestros hijos, pero esos recuerdos no se irán nunca, me daba miedo.

-Desde el momento en que se metieron con mi familia lo único que me causar ver un arma es deseos de descargársela en la cabeza al imbécil que tu provocaste-me mira desde atrás entrecerrando los ojos.

Ruedo los ojos, estoy cansado de explicar que yo no hice nada, él fue quien rompió el acuerdo de paz. Admito que me encanta escucharla así de fuerte y vengativa, le da un aire diferente solo me asusta un poco porque no tiene mucho autocontrol si se altera, puede desatar una guerra peor si suelta un tiro en el lugar y momento equivocado.

-Que quede claro desde ya que no serás tú quien lo matará, en realidad en la medida de lo posible no te pondrás como el centro de esto, Erika. Estarás detrás de mí y no hablarás.

-Pero...

-Nada de peros-me giro para verla-, te conozco y nos puedes meter en más problemas, déjame a mi todo y solo cúbreme-de repente me llegan recuerdos de algunas discusiones que tuvimos donde ella en sus berrinches casi insertaba una bala en mi pie.

ATADOSWhere stories live. Discover now