Capítulo 41

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Esteban

-Marcela Brown...-pauso analizándola de pies a cabeza -déjeme decirle que no es un placer conocerla -le digo con los brazos cruzados mirándola desde arriba al ser yo más alto que ella.

Es impresionante lo físicamente similar que es Erika a esta mujer, tan parecidas, pero tan distintas a la vez.

-Yo pedí hablar con Erika Brown, no con usted -me dice levantando el mentón.

-Pues que mal, aquí no hay ninguna Erika Brown, pero la que sí está adentro descansando un rato dándose la merecida vida de reina que otras personas no pudieron darle es Erika Harrison, mi esposa. -me enerva esa actitud prepotente al hablarme.

Me escanea.

-Con que usted es mi yerno, que poco cortés ¿no quiere agradarle a su suegra? -me sonríe ladinamente retándome con la mirada.

-¿A qué ha venido, señora? Hable de una vez y no me haga perder el tiempo. -le digo fastidiado.

-Quiero ver a mi hija ¿es mucho pedir?

-Es obvio que ella no desea verla ahora ni nunca -le suelto dándole donde evidentemente le duele.

-Es mi derecho siendo la mujer que la dio a luz -refuta molesta por mi negativa.

-¡Ay! Por favor, no diga estupideces y mejor dígame cuánto dinero quiere.

-¿Qué? - se hace la digna ante mi pregunta.

-Si, una cifra para que la deje en paz y no vuelva a aparecerse en su vida.

-¿Por quién me toma? No vine por dinero, solo quiero hablar con ella y ser parte de su vida ¿es mucho pedir?

-¡Ja! Claro, yo no nací ayer, Marcela -digo su nombre con un evidente asco -que casualidad que justo vuelve aparecer cuando la hija que abandonó sin ningún remordimiento es ahora millonaria y con un buen puesto en la alta sociedad ¿no?

Traga duro ante mis palabras.

-Admito que fue muy útil el que ahora sea una persona importante para poder ubicarla, las revistas y la publicidad de este evento me guiaron a ella hoy, pero no vengo para aprovecharme del dinero o poder que posee ahora - me dice enojada dando un pisotón contra el suelo.

-Ah ¿no? Entonces imagino que vino a ponerse al día con ella sobre lo que ha ocurrido en los últimos diecisiete años en los que ignoró por completo su existencia. Que dulce de su parte - le espeto con severidad en mis palabras.

-¡No puede evitar que la vea! Ni mucho menos juzgar lo que ocurrió porque no tiene idea de nada...

-Claro que la tengo, más de lo que se imagina - le suelto - Lárguese por las buenas, no tiene ningún derecho sobre ella y a menos que ella lo pida no podrá tener ningún tipo de contacto con mi esposa.

La mujer intenta abalanzarse para empujarme y poder pasar, pero es más pequeña y débil que yo, por lo que solo la sujeto de las muñecas para que no pueda hacer más.

-Por favor... - suplica retorciéndose para que la suelte.

-No me genera ninguna lástima, porque a usted parece no haberle inspirado ninguna compasión el sufrimiento de Erika -no hay piedad en mis palabras.

La suelto bruscamente haciendo que caiga sentada en el suelo.

Me sacudo las manos y la miro incorporarse lento limpiando la mugre de su vestido.

-Ya está advertida, de ninguna manera permitiré que se le acerque en contra de su voluntad.

Me doy la vuelta para entrar a la zona privada.

ATADOSTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang