Capítulo 56

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Erika

<<Por favor, reloj...no marques más las horas y déjame vivir eternamente en este momento.>>

Desde el momento en que nos levantamos de esa cama y cada uno toma sus pertenecías por separado en total silencio, supe que nuestro tiempo de paz y tranquilidad había culminado. El sol no sale todavía dejando el ambiente oscuro que refleja mi estado anímico actual rodeándonos cuando salimos de la habitación simulando que nada sucede. Ya Cristian nos espera bostezando abajo para acercarnos al Jet y despedirnos mientras nosotros dos no nos atrevemos a mirarnos.

—Celia envía sus saludos, no quise que se levantara y mejor se quedó cómoda con Jade en el cuarto. —nos explica mientras los escoltas suben nuestro equipaje al avión.

—Descuida, déjala descansar. Es por esa razón que preferimos despedirnos de todos anoche. Además, en unos pocos días volveremos a vernos ¿no? Dejemos el drama donde no es necesario. —le contesto intentando sonreír y no demostrar que a partir de este momento todo es incierto.

Volteo para ver a Esteban y él solo mantiene su vista en el mar que estamos por dejar atrás, ese mar que nunca olvidaré por el simple hecho de que fue uno de los testigos de lo que pasó aquí, de cuan feliz fui en estos pocos días en donde pude jugar a que tenia todo lo que deseaba, donde pude besar al hombre que amo, entregarme sin sentirme mal y sentir que él me correspondía incluso sin decirlo en voz alta.

—Tienes razón, solo me queda desearles feliz viaje. —me abraza a modo de despedida y correspondo.

Esteban solo permite que le palmee el hombro.

—Nos vemos luego, amigo. —dice el pelirrojo para subirse al descapotable rojo volviendo a la mansión.

Mi esposo me permite subir primero al avión y en el momento en que se cierra la entrada con los pocos escoltas ya en la cabina junto al piloto dejándonos a nosotros solos en el pasillo, me doy cuenta de que mis temores no eran auto infundados, ya que esa expresión fría y distante ha vuelto a Esteban desde el momento en que abordamos recordándome que todo era temporal y no tengo porque verme afectada por algo que ya sabia de ante mano, pero ¡joder! Me está costando ver como solo no me dice nada y se encierra en una de las habitaciones dejándome atrás.

Es como si hubiese puesto pausa al tiempo y se hubiese reanudado al momento antes de llegar a la mansión y ahora solo me queda intentar no desesperarme por la incertidumbre encerrándome de igual manera en la habitación en lo que nos tardamos en llegar a Cecania, otras trece o catorce horas en las que solo deseo dormir, dormir todo lo que no dormí en estos días en nuestro intento por alargar las horas de felicidad. El distanciamiento de Esteban me envía un mensaje claro y es ese golpe de realidad que debo entender.

<<Tomaré decisiones al regresar>> esa frase ronda por mi cabeza y me impide conciliar el sueño con facilidad.

Doy vueltas en la cama y al no conseguir nada con esto opto por revisar el celular que apagué como parte del acuerdo encontrándome en mi pantalla de inicio con varios mensajes de Daniel preguntándome por como la pasé en el viaje, cosa que no le dije yo y que estoy segura de quien fue la que le contó porque trabaja en la misma empresa y todavía no aprende a no contar mis cosas. No respondo los mensajes y me dedico a leer un libro en pdf para llamar el sueño o distraerme con las letras en la pantalla, si tan solo pudiese concentrarme...

Cuando pasan tal vez unas dos horas es cuando el sueño me toma finalmente, mi cuerpo se rinde ante el cansancio y caigo como roca con los parpados pesados que se niegan a seguir leyendo.

Un sacudón me despierta haciéndome incorporar en la cama en segundos con mis ojos somnolientos, me levanto cuando el movimiento disminuye sintiendo como se detiene la nave para mirar por la ventana y notar que no reconozco en donde estamos, sobre todo por el mar que vislumbro en mi visión.

ATADOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora