Capítulo 44

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Erika

Los escoltas siguen la camioneta, esos mismos son los que viajarán con nosotros. Mack terminó pidiendo estos días para pasar con su familia y accedimos así que contamos con personal que mantiene cierta distancia por la falta de confianza con sus jefes.

Pronto llegamos al hangar, bajamos las maletas con ayuda de empleados y subimos al jet que ya estaba listo para recibirnos. El viaje es de cinco horas y media por lo tanto nos ponemos cómodos para dormir lo que no pudimos al tener que madrugar, cada uno toma los asientos que desean, otros toman el sofá, pero el privilegio de la habitación matrimonial es solo de Esteban y mío, con suerte la otra habitación que pertenecía a mi esposo se la dejaron a Richard.

—Nunca había estado en un avión privado, los imaginaba más grandes, ya saben, como en las películas. —dice Mason asombrado.

—Este es pequeño, los otros tres son un poco más grandes. —dice Richard desde la habitación.

—¿Los otros? ¿tienen más? —pregunta impresionado el aprendiz.

—Parece que olvidas con que familia estas viajando. —le dice Cristian desde su asiento.

—No te preocupes, Mason. Yo todavía no me acostumbro del todo. —le digo desde mi habitación.

Minutos después nos elevamos y confiamos nuestra seguridad a Camilo, el piloto que trajo Richard.

Esteban se encuentra durmiendo junto a mi en la cama y opto por seguir su ejemplo, pongo un despertador en mi celular para dentro de dos horas y así poder sacar los desayunos de la nevera. Dejo la puerta de la habitación abierta al igual que Richard.

Pasado el tiempo programado la alarma me despierta solamente a mí y cuando salgo a revisar como está todo, todos se encuentran dormidos cómodamente. Abro la nevera contando y confirmo que estan los ocho desayunos envueltos y los comienzo a sacar poniéndolos en la mesa más grande en silencio.

Me acerco a Celia primeramente despertándola con suavidad y le doy prioridad por su horario estricto para comer por su estado, a su vez se despierta Cristian a su lado y le doy su plato y jugo. Así hago con todos en orden haciéndome sentir como si tuviese una enorme familia a la que servir y un cosquilleo en el estómago me hace sonreír al imaginar que es real.

Todos se encuentran alimentándose afuera, solo faltan Richard, mi esposo y yo. Despierto al abogado y recibe lo que le traigo a la habitación para luego ir a la mía y despertar a mi acompañante con suavidad.

—Esteban—le susurro en su oído.

Reacciona lento abriendo los ojos somnolientos. Se endereza sobre la cabecera de la cama para terminar de despertar estirándose.

—¿Qué ocurre, linda? —le pongo su comida sobre las piernas.

—Gracias, me había olvidado de esto.

—Lo imaginé, un pajarito me contó que hay que estar pendiente de que comas porque sueles olvidarlo en los viajes por estar durmiendo. —me cubro la boca para no burlarme recordando las advertencias de Richard una de las veces que lo he visitado.

—Puedo imaginar quien es el pajarito... —gruñe fulminando con la mirada la habitación continua.

Yo tomo asiento en el escritorio de la habitación para finalmente sentarme a comer.

—Ven, hazte a mi lado. —golpea con la mano el colchón.

—Se me hace más cómodo aquí. —le digo para que no se preocupe.

—Siendo así...—se levanta él y se sienta en el escritorio conmigo para acompañarme a desayunar.

Su gesto y cercanía me ponen nerviosa, por lo que me concentro en mi plato y no en su rostro junto a mí.

ATADOSWhere stories live. Discover now