Capítulo 13

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Erika

Después de todo optamos por volver a la casa de Esteban y llevar comida para almorzar allí, no estoy de humor para ir a un establecimiento ahora mismo después de que mi cuerpo experimentó tantas emociones en tan poco tiempo, me siento agotada, como si hubiese corrido un maratón y ahora necesito comer para reponer energías.

Veo que por momentos en el camino de regreso Esteban mira su celular y escribe en él, supongo que serán temas de trabajo o algo así pero no logro descifrar lo que su rostro muestra, es impenetrable.

Suena el timbre de su teléfono y el sin dudarlo contesta con un tono de voz animado sin importar que yo escuche su llamada. Me hago la distraída mirando por la ventana para darle su espacio mientras habla.

- ¡Hola! – contesta y sigue manejando con su otra mano, ya estamos cerca de su casa – así es mi estimado, te cumplí tu capricho. – pausa para escuchar a la persona del otro lado de la línea. – Claro, ella está a mi lado y después de comer un poco iré a hacerlo oficial ¿no te alegra? – dice lo último con los dientes entre cerrados y sonriendo ladinamente.

El se aleja un poco de su oído la bocina de su celular y rueda los ojos al acercarse nuevamente el teléfono.

- Cumplí con mi parte y lo mejor del caso, lo elegí todo yo. Confórmate con eso, solo te informaba para que dejes de buscar algo que nunca ibas a encontrar – hace el ademan de colgar la llamada, pero vuelve a ponerlo en su oído para seguir. – por cierto, no estas invitado a la boda. – corta la llamada y se ve muy tranquilo.

Estoy tentada a preguntar acerca de lo que escuché ya que estoy casi segura de que tiene que ver conmigo, pero no quiero empezar esta convivencia dándole a entender que trajo a una entrometida a su casa. Después de todo esto será un contrato y ya.

Él estaciona el auto y baja para abrirme la puerta, a lo que todavía no me termino de acostumbrar. Yo le doy la mano y al poner los pies en el suelo lo suelto, el cierra la puerta y vamos caminando a la entrada de su casa mientras el me mira extrañado caminando a mi costado.

- Emm ¿no tienes curiosidad de saber de qué estaba hablando? - me pregunta arrugando su nariz.

Lo volteo a ver, llegamos a la puerta y el abre con las llaves. Entro directo a sentame al mesón de la cocina y Esteban empieza a servir lo que compró para almorzar mientras sigue esperando una respuesta de mi parte.

- Por supuesto que no, no pienso entrometerme en tus asuntos desde el inicio. Será como si no estuviese aquí así que no te preocupes – le digo levantando al final mis dos pulgares sonriendo.

Esteban toma asiento frente a mi poniendo los platos llenos de comida china levantando su ceja en mi dirección.

- Aprecio tu... consideración conmigo, pero así no funciona – posa sus codos sobre la mesa juntando sus dos manos y apoyando su mentón en ellas – tienes todo el derecho a preguntarme lo que quieras, a usar lo que sea mío y demás ¿entiendes? Así funciona el matrimonio ¿no? – sigue con su ceja levantada buscando en mi rostro ver que capte la idea.

Rio suavemente.

- Pues sí, supongo que es verdad, pero hay un inconveniente... y es que todavía no estamos casados en realidad – levanto mis dos cejas sonriendo de lado.

Abre sus ojos completamente y empieza a comer de su plato con prisa. Yo lo sigo en su acción, pero no tan rápido como él.

- Cuidado, mastica bien que no tenemos afán de nada – le digo.

El me mira divertido con los cachetes llenos de comida, le sirvo un poco del jugo de esta mañana para que trague.

- Si tenemos, hay que hacer el matrimonio oficial para que dejes de ser tan formal y empieces a disfrutar todos los beneficios. Además, admito que me hace bien tener una compañía, me agradas... hasta el momento – dice lo ultimo entrecerrando los ojos bromeando.

ATADOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora