Capítulo 71

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Erika

Cuando estaba esperando que me trasladaran a una habitación, también me estaba mentalizando para soportar el típico ambiente hospitalario que tanto detesto, con las típicas paredes blancas, olor a desinfectante, camilla dura, cortinas que no dividen efectivamente el sonido y que te obliga a compartir espacio con una persona extraña en la misma habitación y ni hablar de las expectativas que tenía de la comida. Sin embargo, fue una grata sorpresa cuando ingresé a este lugar, no parece para nada parte de un hospital normal, cuenta con calefacción, no tiene olor, cama doble ortopédica con sistema para subir y bajar el espaldar con barandas cómodas a los costados, buena iluminación, baño privado, pantalla plana, botón de emergencia pero también botón para pedir servicio de comida a la habitación cada que yo quiera, es espacioso y tiene un bonito closet, sofá cama para el acompañante permitido y lo sorprendente es que sea solo para mi y no tenga que compartirlo con otro paciente.

Esteban se mantiene junto a mí en la cama la todo el tiempo, traen el almuerzo que no me pude permitir antes y es una grata sorpresa también, es una comida con todo lo que necesito en mi dieta, pero se ve sabrosa, a decir verdad. Como y eso me anima, mi esposo se ha mantenido en el celular haciendo llamadas y texteando desde que me trasladaron, pero procuro no preocuparme por eso, seguro lo que sea que está haciendo lo tiene bajo control, debo concentrar toda mi atención en mantener niveles cortisol bajos, no puedo tener más emociones fuertes por mis hijos.

—¿Te agradó lo que te dieron? —pregunta dejando de lado su teléfono.

—Claro ¿no ves? ¿quieres un poco?

—No, yo en un rato voy a la cafetería a comer algo, comete todo que lo necesitas.

—¿Con quién hablabas? —pregunto comiendo mi gelatina dietética.

—Acordamos que no te ibas a estresar con lo que hago.

—No es para estresarme, solo me da curiosidad.

Duda antes de contestar, pero sabe que si no me dice solo aumentará mi curiosidad por más insignificante que sea.

—Estaba ordenando que trajeran tus cosas, ya sabes, ropa cómoda, las pañaleras con todo para cuando nazcan...ya viene Richard con todo eso.

—Necesito que el cuarto de los bebés esté listo para cuando vuelva a casa, arregla eso también—mis planes de armar todo se fueron por el caño y eso me tiene frustrada.

Me sonríe.

—Lo haré, tengo a las personas que se encargaran de eso.

—Pero págales, no seas injusto.

—Si, si... lo pensaré—revisa su celular nuevamente—. Ya regreso, tengo que autorizar la entrada al hospital.

Se va y yo enciendo el televisor para que suene al menos una película de fondo, minutos después la puerta vuelve a abrirse dejando ver a una enfermera junto a Daisy.

—Señora Harrison, se metió a la fuerza, pero su esposo no nos avisó de su visita—dice temerosa la enfermera—¿llamo a seguridad?

—No, está bien puede pasar siempre que venga.

—¡Así es! —se sacude el cabello en la cara de la mujer—soy la mejor amiga, no pueden prohibirme la entrada.

La enfermera anota el nombre de mi amiga y nos deja solas. Daisy se abalanza al lado mío y toma mi mano canalizada con cuidado.

—¡Que susto con lo que ocurrió! Cuando me enteré vine corriendo.

—¿Cómo lo supiste? —dudo mucho que haya sido por aviso de Esteban, sería la última persona después de Marcela a la que él avisaría.

ATADOSWhere stories live. Discover now