Capítulo 62

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Erika

Limpio mis labios al terminar mi almuerzo ligero pero que me deja satisfecha, luego de eso pagamos la cuenta y salimos a caminar por todos los lugares solo para poder compartir juntos a donde sea que vamos. Esteban es bastante insistente en tomar fotos de mi con poses donde se vea la pequeña barriga en la imagen, cualquier pared, mural o paisaje que sea medianamente llamativo lo usa como excusa para pedirme que pose, algo realmente dulce pero obsesivo de su parte.

—Mira—me señala una palmera en la zona de playa—, esa palmera se verá bien de fondo.

—Ya fueron suficientes—le digo cansada de posar mientras apoyo mi frente en su pecho—, tienes toda una vida entera para tomarme fotos, por hoy ya estuvo bueno.

Me enrolla con su brazo para ponerme junto a él guardando su celular el cual es un misterio el como no se le ha llenado la memoria con tantas imágenes que le metió hoy. Caminamos entre varios puestos de artesanías, él me compra una que otra pulsera y anillo sin que yo se lo pida, solo porque me atrapaba mirándolas por más de dos segundos y con eso asume que las quiero. Yo me divierto viendo como derrocha dinero en mi y en compensarme porque evidentemente se sigue sintiendo culpable por lo que pasó, pero en medio de esto siento una mirada, una presencia que me mira.

Yo miro a mis alrededores disimuladamente.

—Listo ¿vamos? —me dice Esteban llamando mi atención para seguir caminando y yo disimulo.

—Vamos. —le digo con naturalidad.

Continuamos por nuestro camino y cuando casi se termina este para salir de la zona de artesanías es cuando la veo, identifico de donde viene la mirada. Es fugaz el momento en que nuestras miradas se cruzan antes de desaparecer como un ente entre la multitud que va y viene, pero estoy segura de que era ella, esa mujer llamada Aberash quien se mantuvo buscando mi mirada. Un escalofrío me recorre la columna al recordar sus palabras, aunque no quiero creer en ellas es imposible que las olvide, especialmente cuando hablaba de un tiempo cercano.

"Eres una flor hermosa del desierto que nada la marchita con facilidad. Pronto alcanzarás eso que tanto persigues, todo se alineará a tu favor y serás feliz por un tiempo, pero antes deberás atravesar uno de los peores dolores que tendrás que soportar."

No quiero creer que se está cumpliendo lo que predijo porque eso también quiere decir que lo que habló de mi vida en cuanto a dolor se cumplirá y la verdad ya estoy cansada de eso, estoy muy agradecida por cada momento de felicidad que estoy viviendo y no pienso permitir que nada ni nadie me lo arrebate. Nada arruinará mi tranquilidad ni mi familia, mi sueño en construcción al que ya se le ven las bases bien estructuradas.

—¿Quieres hacer algo más aquí? —escucho que me dice mi esposo y me saca de mis pensamientos— ¿Te pasa algo? Te ves distraída. —me dice tomándome del mentón.

¿En qué momento llegamos aquí? Estamos frente a la lancha.

—No—me recompongo sacudiendo de mi mente cualquier pensamiento negativo—, en realidad quiero volver a la casa para presentarte a la preciosura que me encontré entre las piedras y me ayudó mucho cuando estuve sola. —le respondo centrándome en lo que quería decirle antes.

—Con tal de que ese ser precioso no me robe tu atención, todo estará bien. —me dice divertido ayudándome a subir a la lancha.

—No es posible, tu belleza es de otro mundo, guapo. —le respondo subiéndole el ego a modo de broma.

Cinco minutos después estamos caminando por la arena descalzos y como una pareja que destila corazones por el rostro al no dejar de jugar a los empujoncitos y a mirarnos como si fuéramos lo más bello del universo. Sin embargo, la comodidad al abrir la puerta principal nos encontramos a todos sentados en la sala y a Daisy cruzada de brazos parada junto a las escaleras mirándonos con fastidio al vernos tomados de la mano.

ATADOSWhere stories live. Discover now