Capítulo 25

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Esteban

Es sábado y nos levantamos casi al medio día, ella se prepara para su segundo día de lecciones con el escolta y yo me pongo manos a la obra para limpiar la casa y darles retoques a las zonas externas. Ella almuerza conmigo y luego se va al potrero a practicar dejándome todo el espacio libre para mi terapia.

Me visto únicamente con una pantaloneta gris pegada al cuerpo y empiezo con la limpieza desde el segundo piso, pasando por cada una de las habitaciones, aspirando, trapeando, encerando y abriendo ventanas. Limpio el pasillo y cada escalón mientras llego al primer piso en donde me dirijo primero al gimnasio, luego a la biblioteca, después a la sala y luego a la cocina la cual queda igual de reluciente que los demás lugares por donde ya pasé. Todo esto al son de mi lista de reproducción que suena por toda la casa, con canciones tanto en español como en inglés, pasando por Luis Miguel hasta Lady Gaga.

Me estiro y me dirijo a la terraza para verificar si vale la pena limpiarla, nunca la usamos e incluso existe la posibilidad de que Erika no sepa que tenemos una. La reviso y los muebles y el jacuzzi vacío están limpios, el techo transparente lo mantengo cerrado por lo que no es mucho lo que puede entrar, así que opto por no limpiar aquí.

Son casi las cuatro de la tarde, pero el sol aún calienta, por lo que me pongo unos lentes de sol negros y una gorra para cubrirme de los rayos V y evitar dañar mi perfecto rostro antes de tiempo. Salgo al patio trasero y comienzo a podar el pastizal que tenía un poco olvidado, disimulando mis ojeadas a la distancia donde un auto pasea de forma decente de un lado a otro sorprendiéndome por el progreso de dos días. Me tardo unos treinta minutos en esto y al terminar limpio el sudor de mi rostro mientras derramo sobre mi cabeza y torso desnudo la botella de agua que me alivia del calor.

Las siguientes dos horas fueron podar el patio delantero, barrer las hojas que caían en la entrada y casualmente se me ocurrió podar el potrero donde está Erika muy a gusto con su instructor tomándose un descanso.

- ¡Ustedes ignórenme! – no hay mucho que hacer aquí, pero no me siento del todo cómodo cuando salen del vehículo a convivir solos ¿Cuál es la necesidad?

Al llegar la noche, tanto Erika como yo estamos rendidos y caemos profundos al tocar las almohadas.

Al siguiente día ella me pide que por favor evite estar merodeando sin camisa cerca de su entrenamiento, ya que, según ella le baja el rendimiento y la distrae... eso solo me anima a repetirlo toda la semana, pero a petición suya le prometo que no me acercaré más allá de lo estrictamente necesario

Domingo, lunes, martes, miércoles y jueves pasan lento sintiéndome abandonado por su concentración y dedicación plena en aprender a manejar, me alivia que solo quede un día más. Toda la semana tuve que ir y venir sin su compañía a hacer las compras de la casa, almuerzos de negocios y ahogarme en ejercicio para ocultar lo mucho que me he acostumbrado a ella y su compañía.

Mañana por la noche tendremos la gala anual empresarial que se realiza en Cecania y la pereza me toma nuevamente de solo recordarlo.

Estaciono mi auto en la entrada de mi propiedad ingresando directamente al gimnasio, sacándome todas las prendas de oficina que me incomodan y entreno como las últimas tardes. El tiempo se me pasa rápido y escucho las llaves en la entrada.

- ¡Esteban! – escucho que me llama - ¿Dónde estás? – vuelve a gritar con el sonido de sus pasos bajando por las escaleras.

Suelto la máquina de press levantándome. Tomo agua y le respondo.

- ¡Gimnasio! –

Abre la puerta y me encuentra. Sus ojos me recorren, pero lo disimula en segundos.

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