Capítulo 6

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Erika

No era lo idea que este niño rico, pero, aparentemente amable me llevara a la pocilga en donde mínimamente vivo y que probablemente sea el blanco de sus críticas mentales, sin embargo, tampoco es como que me apeteciera demasiado pescar un resfriado justo cuando estoy por perder mi empleo y no tengo como pagar un hospital en caso de que lo necesite.

Me dormí en gran parte del trayecto, pero por momentos mi sueño ligero me permitió mantener los ojos cerrados estando consiente de mi ambiente, por lo que pude escuchar el buen gusto musical que tiene el chico misterio que maneja a mi lado muy confiado en la profundidad de mi sueño.

Me arrulla el hermoso sonido de la lluvia, el movimiento del auto y canciones como cardigan de Taylor Swift.

Noto que recibe muchas llamadas cuando activa el sonido de su celular, me da curiosidad el imaginar cómo debe ser de activa y dinámica la vida social de una persona como el, ha de tener muchos amigos igual de adinerados que él, muchas chicas detrás y mejores cosas que hacer en una noche como esta, muchos mejores planes nocturnos que llevar a una desconocida a su casa. Me frustra sentirme una carga, incluso si es por poco tiempo y para una persona de la que ni siquiera conozco su nombre ni que probablemente vuelva a cruzarme.

Finalmente siento como frena el auto y mi cansancio me pide mantener los ojos cerrados un poco más de tiempo. De repente, siento como el tono de su móvil suena y toma la llamada rápidamente para evitar despertarme, por lo que me parece apropiado seguir fingiendo mi profundo sueño. La contesta con tono fastidiado y susurrando.

- ¿sabes qué hora es? Más te vale que no sea para la misma mierda de siempre... te advierto que no es buen momento – escucho como contesta entre dientes y oigo que se apoya contra la ventana de su lado.

Se queda callado escuchando a la otra persona en la línea y sus respuestas vienen con cansancio, moviéndose incomodo en su asiento.

- Ese es tu problema, para eso te pago ¿no? Encárgate tú de los socios y pon a esas ratas en su sitio... - pausa y sigue – ¡no sé! Dales unas migajas para que se calmen ¿no se supone que a mí me sobra el maldito dinero? así que solo encárgate. – vuelve a pausar para escuchar y logro oír como la persona en la línea se altera y grita mientras habla, solo no entiendo lo que dice, pero debe ser serio el asunto.

- Sabes que no aceptaré una "esposa" o, mejor dicho, sanguijuela impuesta, no cederé a esas demandas y si llegase a aceptar el casarme... definitivamente no será con una de esas putas bien vestidas que se las dan de damas ¡¿me oíste?! – sube la voz al final y yo me quedo pensando en lo que escucho. No suelo ser chismosa, pero esto está interesante. – no permitiré que otros se beneficien del fracaso de mi vida.

Oigo que cuelga, respira agitado, pero carraspea, finge tranquilidad y que no pasa nada cuando me sacude sutilmente del hombro para despertarme. Yo finjo y bostezo mientras abro los ojos con pereza y lentitud fingiendo que no acabo de escuchar su drama de carácter marital. La vida de los ricos no es tan sencilla como pensaba aparentemente.

- Despierta, ya llegamos – dice y yo miro por el vidrio de la ventana dándome cuenta de que estacionó frente a casas que no son para nada donde vivo, al menos no durante esta semana. – bien ¿Cuál de estas es? Al menos quiero estar seguro de que ingresaste a tu vivienda y que si te pasa algo no sea yo el primer sospechoso de la investigación policial.

Veo porque piensa que vivo por este lado de la dirección que le di. Es lo más presentable y decente por estos lares, pero al menos ahora solo tendré que caminar un poco.

- No te preocupes, ya hiciste demasiado. Yo entro sola, vivo unas casas más atrás. – señalo con el pulgar por donde me desviaré – así que, gracias por la traída... - olvidé que no le he preguntado su nombre todavía y parece que él lo nota al no saber que nombre usar para agradecer.

- Esteban, ese es mi nombre – guiña el ojo serio mientras me ofrece su mano y yo la acepto.

- Bueno, gracias por traerme, Esteban y perdona las molestias. Que te vaya bien, adiós. – termino rápido, tomo mi mochila y salgo rápido del auto sin darle oportunidad a que responda.

Camino velozmente ignorando el frio de la noche que se cuela facil por el uniforme de falda que aún llevo puesto, mientras rodeo las casas para llegar a la posada donde está la habitación que estoy rentando esta semana. Que bello viernes por la noche, bajo la velocidad de mis pasos y logro captar todos los detalles que amo mientras camino, las polillas en los postes de luz, las estrellas que se logran ver en el triste cielo contaminado, las diferentes cortinas que se aprecian en las ventanas de extraños... parece estúpido, pero me gusta notar esas cosas, es algo que no había podido hacer desde hace aproximadamente cinco días, la cabeza no me daba para nada más.

Finalmente logro llegar a mi destino, pero, al llegar a la puerta me estrello con la realidad, con el triste recordatorio de que por más de que pause a mis pensamientos, no puedo escapar de las amenazas de Mike. El hombre calvo y vestido de negro apoyado en mi puerta, la cual se encuentra ahora rayada con marcas de una cuchilla que debe tener oculta, con palabras como "mía" y "serás mía" se me acerca de forma amenazante y lo logro reconocer, es uno de los hombres de confianza de mi querido supervisor.

- Un recordatorio del jefe – me entrega una copia de mis llaves de la habitación y una nota.

Dos días... tic tac.

No olvidaré el incidente que me hiciste pasar hoy. Me lo cobraré en nuestra noche de bodas, mi pequeña y virginal Erika. Pero, no te preocupes, algo has de disfrutar ese deseado día.

Tu independencia resultó ser tu desgracia, mi solitaria y desamparada palomita.

Att: tu futuro esposo.

Siento como mi rostro palidece, pero mantengo la compostura sintiendo como el corazón se me acelera con una mezcla de rabia y frustración al sentir que no puedo hacerle frente a este imbécil. Guardo la nota rápidamente en un bolsillo, cuando siento como el hombre me toma por el brazo bruscamente.

- ¿Qué demonios crees que haces? – le digo apretando los diente y procurando no mostrar miedo mientras me jalo de su agarre.

- Es obvio, el jefe no quiere que te escapes de nuevo. – vuelve a tomarme, pero ahogar con más rudeza del brazo.

- La nota dice claramente que me quedan dos días – hago fuerza para resistirme, pero el agarre solo se endurece más.

- Si, para follarte como Dios manda, princesita – dice con burla en su voz – Pero, el jefe te quiere tener cerca mientras tanto. – me jala y noto que hay un auto discreto y pequeño cerca al cual me quiere ingresar, por lo que antes de que logre su cometido lo pateo en la pierna y me suelta por el dolor en la pantorrilla. Aprovecho para intentar entrar en la habitación y al menos encontrar algo que me sirva como arma. No quiero ser vulnerada como la última vez, no seré tan tonta como para congelarme por el miedo y no luchar al menos.

Cuando intento meter las llaves a la cerradura para abrir con mis manos temblorosas, el sujeto me jala del cabello haciéndome retroceder con dolor e instintivamente llevándome las manos a la cabeza para intentar zafarme del fuerte agarre que hace que el cuello se me vaya completamente hacia atrás y, por ende, soltar las llaves. Veo todo perdido, hasta que... de un segundo a otro, ya no siento el dolor del jalón que me sometía, logrando zafarme y caer al piso tambaleante.

Sin captar que ocurrió, solo volteo para verificar que pasó y... veo a Esteban sobre el hombre contra el piso de cemento y su puño en la cara del calvo repetidas veces. Todo demasiado rápido para procesar.

 Todo demasiado rápido para procesar

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ATADOSWhere stories live. Discover now