Capítulo 63

302 26 14
                                    

Erika

Un dolor en el área baja de mi abdomen me despierta, abro mis ojos y no tengo idea de que horas serán, pero todo sigue oscuro. Intento ignorar la incomodidad que me lastima, pero solo crece con cada segundo aumentando el dolor, por lo que de la forma más silenciosa posible procuro salir de entre los brazos de mi esposo y entro al baño cerrando lentamente para no llamar la atención, no quiero preocuparlo con nada.

Ya sola, respiro profundo cuando el dolor se incrementa, siento el sudor frio por mi frente y por mi espalda. Recuesto mi espalda contra la pared cerca a la ducha y abro la ventana que está junto sobre mi cabeza para que entre más aire. Me esfuerzo por no pensar en nada malo y me convenzo de que es solo un malestar que ya va a pasar, hasta un terrible dolor punzante me ataca con todo lo que puede y es ahí que siento algo recorrer por la parte interna de mis muslos.

Bajo mi vista con temor para encontrarme con lo que me negaba a creer, con la sangre que baja por mis piernas. Trato de quitar mi ropa interior con cuidado, pero cuando la retiro con mis manos temblorosas otro calambre en el vientre más fuerte que el anterior casi me tumba al suelo provocando un grito de dolor que callo con mi mano tapando mi boca y es ahí que me percato del agua que me cubre las mejillas.

Esto no está pasando, me niego a creer lo que está ocurriendo.

La puerta del baño sonoramente cuando mis rodillas se flexionan al no poder soportar el martirio que se le esta imponiendo a mi cuerpo. Yo levando mi mirada del suelo al hombre que me observa horrorizado.

—Esteban... —logro decir con mi voz cortada.

Él parece quedar paralizado en un inicio, pero en segundos parece reaccionar y se me acerca tomándome de ambos brazos ayudándome a sentarme en el suelo quedando por detrás de mi como apoyo en donde me recuesto.

—¿Qué esta pasando? —pregunto como puedo en medio de la agonía que no parece estar cerca de terminar.

Su rostro no deja de analizar la situación y yo busco respuestas en él. Quiero que me responda algo que no sea lo que pienso, que no sea lo obvio, que no sea lo que me está ahogando el pecho.

Su expresión refleja dolor y pasa saliva antes de hablar.

—Todo va a estar bien... —su voz tiembla, pero es obvio que trata de no demostrarlo. Su intento por mantenerse fuerte solo me angustia más.

—¡Responde lo que pregunté! —grito aferrándome a los brazos que me sostienen desde atrás, los aprieto ante los intensos cólicos.

La hemorragia no cesa.

—Dime, dime que no es lo que creo ¡dímelo! —pido cerrando con fuerza mis ojos mientras mi respiración sigue agitada.

Mi cabello se siente húmedo por el sudor. Esteban abre su boca, pero parece que las palabras se le quedan en la garganta.

—Es un aborto... —las palabras logran salir, dándome una patada en el pecho al pronunciar lo que me niego a aceptar.

—No... no, no puede ser eso ¿verdad? —hablo como puedo más para mi que para él—no es cierto.

Se aferra a mi tratando de calmarme, pero no, no quiero que me abrace ni que me diga nada, solo quiero que esta pesadilla termine. Intento zafarme de su agarre y siento que la cordura se va de mi cuando la palabra impensable hace eco en mi cabeza. Sin importarme mi sufrimiento físico, me lanzo de frente al suelo ensangrentado y me aferro a lo que sale de mí, intento tomar lo que mi cuerpo está expulsando con mis manos para ponerlo sobre mi pecho, sin importar que se manche el camisón blanco pongo lo que mis manos me permiten tomar y me aferro a esto como si mi vida dependiera de ello. No puede ser verdad, esto no me está pasando a mí.

ATADOSWhere stories live. Discover now