Capítulo 32

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Esteban

La ardiente mujer se encuentra recostada de medio lado soportando el peso de su cabeza contra la palma de su mano y el codo contra el colchón que tiene un cubrelecho negro nuevo. Detallo sus piernas que son siempre un delite mirar, luego poso mi vista sobre mi mesa de noche y me sorprende encontrar una botella de tequila y otra de vino tinto que vaya a saber de dónde sacó al nunca tener en casa una gota de licor almacenado.

Lo anterior me explica la razón del rojo en sus mejillas, bebió, pero no está embriagada.

De repente ella mueve su mano sobre su teléfono y baja las luces a un tono más cálido y tenue a la vez que comienza a sonar un saxofón con una melodía que impregna aún más el lugar de ese calor que lo invade.

Ella se pone en pie con una actitud bastante sugerente caminando lento hacia mí.

̶—¿Qué tal te fue estos dos días sin mí? —me pregunta con un tono de voz y modulación para nada inocente —¿me extrañaste?

Trago duro saliva carraspeando.

̶—Normal, días normales... pero al parecer para ti esa visita no fue para algo normal —le digo mientras ella se muerde el labio de manera coqueta y se aleja para servirse un shot de tequila —¿se puede saber que está pasando? No es que me moleste este recibimiento, pero ¿hay alguna razón en especifica?

Hablo con una voz más profunda de lo que planeaba y me intento mantener sereno para que mi cuerpo no me controle a mí a lo animal para poder tener una conversación previo a lo que tenga que pasar después, pero mi mente está fija en una sola cosa y es en esos moños negros que le cubren los pezones que me suplican por que los devore.

Se bebe de golpe el trago y admito que la presencia del alcohol me pone un poco tenso al pensar en ceder a la tentación.

̶—Pues, estuve pensando un poco sobre aquel asunto de la gala —se mueve con aparente confianza —Ese tema en el que podemos salir con otras personas discretamente si no llegamos a encontrar lo que deseamos y necesitamos en casa —me rodea paseando su dedo índice sobre mi cuello provocando escalofríos con ese toque.

Sabía que esa respuesta que buscaba de mi aquella mañana me pasaría factura en algún momento.

̶—Ajá... continua —paso mi mano por mi cabello desesperado por el sofoco de la habitación.

̶—Y llegué a una conclusión las últimas semanas —algo me dice que en fondo está igual que yo, pero lo disimula con la valentía que el alcohol le brinda.

Ella se me acerca dejando que nuestros labios se rocen al hablar.

̶—¿Qué conclusión? —su respiración y la mía mezcladas mientras su cuerpo casi desnudo se oprime contra mí... ¡que infierno! La presión me lastima bajo mi pantalón y ella lo siente.

El pecho le sube y baja con fuerza por su pesada respiración.

̶—Para no tener que recurrir a esas soluciones, es mejor encargarnos de que encontremos todo lo que queremos y más en casa ¿no estás de acuerdo? —se aleja un poco y se arrodilla frente a mí.

Queda justo a la altura del área que necesita atención con urgencia.

̶—Por su puesto que lo estoy... —mi voz ronca la anima más.

Me deshago de mi camisa por completo y ella me retira el pantalón con una lentitud que tortura hasta el más fuerte de los mortales. Queda una única prenda y ella la baja con más tardanza y morbo.

Esta mujer está llena de sorpresas y me encanta.

Erika

Ahora entiendo varias cosas, no es lo mismo tenerla adentro mirando desde un ángulo superior que el tener este trozo de carne erecto que me incita a probarlo como no lo imaginé. Mi temor siempre fue que en el momento llegase a sentir asco o desagrado, pero nada que ver a lo que realmente pasa ahora, nada que ver con las cosquillas en el vientre y el palpito en mi entrepierna que anhela que no lo retrase más.

ATADOSDove le storie prendono vita. Scoprilo ora