❍ Capítulo 5

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-Carol – Susurró Zen mientras miraba el techo de su habitación. Sus habitaciones estaban continuas y se escuchaban de un lado de la cama.-. No puedo dormir.

-Son las 3 de la mañana, duerme de una vez.

-Pero es que no puedo, aparte, he tenido una idea - Comentó Zen con una sonrisa traviesa, sin escuchar aun una respuesta de su hermana. -, y creo que sabes lo que pienso.

-Uhm...

-Venga... Será rápido, siempre vamos a explorar con rapidez las cosas y nunca nos pasó nada, somos un equipo, veo la opción de...

-Cállate - Interrumpió de forma borde Carol. Zen se cruzaría de brazos, mirando a otro lado porque su hermana no le hacía caso. Hasta que la puerta de su habitación se abriría. -. ¿A qué esperas en vestirte? Venga, vamos.

-¡Bien!

En pocos minutos los hermanos ya estarían listos para moverse, yendo con cuidado de no despertar a sus padres, yendo bien equipados, con unas linternas, cuerdas y mochilas. Con ello, empezaron a correr, yendo hacia la cueva y luego al agujero que las leyendas tanto rumoreaban.

No les fue difícil, siendo ellos dos, tan intrépidos y aventureros desde pequeños por culpa de su familia, fueron capaces de llegar primero a la cueva, del cual no dudarían en entrar y ver su interior. Uno largo y amplio del cual se podrían encontrar pequeñas luces amarillas y flores del mismo color.

Ambos exploraban con curiosidad, pero con cuidado ya que era innegable que el miedo los inundara en ese momento, sobre todo a Carol, quien miraba por la seguridad de su hermano, estando cerca de él para que no se escapara.

Se daba cuenta que sus pasos resonaban por ese pasillo, pero la chica sospechaba que había alguien vigilándoles, no sabía cómo, pero algo se lo decía, principalmente su intuición.

Pronto se encontrarían con la entrada a una habitación bastante iluminada, provocando que ambos aceleraran el paso hasta llegar a lo que sería un pasillo largo, pero esta vez no era oscuro, sino que se mostraba la ciudad del subsuelo, una larga y con algunas pocas luces notorias.

-Increíble - Susurró Zen sorprendido.

-Así que si tenían edificios dentro... Supieron sobrevivir dentro, en el subsuelo, flipa - Habló sorprendida Carol para luego apuntarlo en una libreta. - Creo que este sitio es enorme, Zen, deberíamos... - Al mirar a su izquierda, su hermano no estaría. - ¡¡Zen!! ¡¡Maldito culo inquieto, ven aquí!!

La chica iría corriendo hacia donde suponía que estaría su hermano, logrando así entrar en el interior del castillo en el que poco tardaría en encontrarse un enorme campo de flores en el que podría ver a su hermano sentado en un trono.

-¡Soy el rey de este lugar! - Gritó entre risas Zen. -. ¿Es increíble! ¿No crees? ¡El contraste de este sitio! ¡Flores dentro de un castillo, en su propio trono! ¿Quién sería el rey? Tengo tanta curiosidad Carol, creo que sería genial poder conocerlos, ¿no?

-Te estas emocionando mucho - Diría Carol mientras se acercando a su hermano. - Es tarde, debemos irnos de aquí antes de que sea demasiado tarde o peligroso.

-Tu hermana tiene razón - Habló una voz grave, sorprendiendo a ambos. - Deberíais iros ya... No deberíais ni estar en un sitio como este.

-¡CORRE! - Gritó Zen alterado.

-¡Zen!

Zen habría tirado la silla, saliendo del lugar por donde habían entrado, dejando sola su hermana que podría ver al monstruo a lo lejos. Uno bastante alto, vestido con ropajes de rey, caminando con calma, dejándose ver los cuernos... Era una cabra.

-No era mi intención... Asustar... - Susurró arrepentido el rey, provocando que Carol se quedara en shock al ver al rey enfrente suya. La chica, sin saber cómo reaccionar, simplemente se arrodilló ante él y esto pilló por sorpresa. -. No... no, por favor... No me merezco más un trato así, querida humana, por favor, levántese.

-Perdón... Perdón por entrar sin permiso alguno, queríamos explorar el sitio y la curiosidad nos llevó...

-Un poco lejos, pero tranquila, no os haré nada, no tengo intención alguna de hacer daño, aprendí que no todos los humanos no son malos y al parecer con vosotros dos, con lo que me dijo Frisk, tiene cada vez más razón.

-Solo... Queremos calma... Y en nuestro caso, explorar, pero sin romper nada... Aunque bueno, mi hermano... ¡Déjame ayudarle!

Carol ayudaría al rey a poner el trono en donde estaba, recibiendo ella la gratitud de este y que luego mirara las flores que había en la habitación. Tras esto, él miraría la chica.

-¿Podría saber tu nombre? - Preguntó el rey.

-Carol y mi hermano se llama...

-Zen - Apareció el chico, escondido tras una pared, no se había ido del todo, estaba escondido asegurándose de que su hermana estuviera bien.

- Entra Zen, es buena persona – Le pidió la mayor con una sonrisa amable. - Por cierto ¿Su nombre? – Preguntó con calma.

-Asgore, un gusto conocerlos curiosos hermanos - Respondió con una sonrisa cálida, una a la que Carol la dejaría ciertamente atontada.

-Lo siento mucho - Habló su hermano con cierta timidez. -. Queríamos explorar, no destrozar, somos jóvenes exploradores y nos gusta saber todo... Sin riesgos...

-Pues deberíais ir con cuidado, porque este lugar ya no es peligroso, pero en otros sitios, sí debéis ir con cuidado - Advirtió el rey Asgore con calma.

-¿Y podría saber qué hace aquí? - Preguntó Carol con curiosidad.

-Mis flores, no las quiero dejar de lado, quiero cuidarlas siempre, aunque todo ahora esté bien, con mi ex mujer y mi hijo - Respondió con suavidad Asgore, tocando con delicadeza los pétalos.

-Oh, se de alguien que podría darte varias flores a las que cuidar y encima amarillas, solo que si la llamo ahora capaz se enfada conmigo porque es muy tarde y deberíamos dormir - Diría algo avergonzada Carol, soltar una pequeña risa.

-Ustedes deberían ir a dormir también ¿no creen? – Preguntó con una sonrisa calmada. Al rey le parecía curiosa esta nueva situación.

-Sí, pero...

-Nada de peros, capaz sus padres despierten y no sepan dónde están, no queréis asustarlos ¿no? - Preguntó Asgore con calma.

-Sí, cierto – Carol agachó la cabeza por un segundo, para luego levantarla. - ¡Zen! Nos marchamos.

-Pero...

-Nada de peros, en marcha – Exigió Carol molesta. -. Y gracias Asgore, perdón por invadir así su hogar – Dirigió su mirada al rey con arrepentimiento.

-No te preocupes, id con cuidado por favor.

Sin mucha más distracción, los hermanos marcharían del lugar con cierta prisa, sin evitar la charla que tendrían de por medio de su carrera al haber visto todo esto, provocando más ansias de volver, pero con más cuidado.

Los chicos estaban emocionados de comentar esto a sus amigos, pero antes de eso, si sentían un gran sueño en sus cuerpos, que solo deseaban volver a casa a dormir, aunque no serían los únicos, ya que el rey, mientras los veía marchar, soltaría un bostezo notorio para luego sonreír con calma.

-Debería dar solo una oportunidad más.

-Debería dar solo una oportunidad más

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𝗔𝗟𝗠𝗔𝗦 𝗨𝗡𝗜𝗗𝗔𝗦 - 𝗙𝗟𝗢𝗪𝗘𝗬Donde viven las historias. Descúbrelo ahora