Capítulo 2.2

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Me di cuenta que el subsuelo era bastante extenso a la vez que peligroso, Toriel me llevaba por algunas zonas un poco peligrosas del cual agradecía tener la compañía de aquella mujer a mi lado, pero a su vez, me estaba dando cuenta de que era demasiado protectora conmigo.

En uno de los pasillos intentó darme un voto de confianza para ver si era capaz de no pegar a los monstruos que me encontraría por este arruinado y morado lugar, el "monstruo" en cuestión, era un maniquí, por lo que simplemente me quedaría mirándole por unos segundos, algo confusa sin saber que hacer.

-Háblale, seguro que te dirá algo interesante – Me sugirió.

-Eh... - Su idea provocó que me sorprendiera un poco, pero la hice caso porque suponía que eso la haría feliz. Respiré hondo y miré el maniquí. -. Hola, buenas... ¿Tardes?

-¡Oh! ¡Buenas tardes jovencita!

Era obvio que esa voz la había hecho Toriel para intentar fingir que era el maniquí quien había hablado, solamente solté un suspiro con una ligera risa, había de admitir que su manera de ser me hizo gracia y más ante esta situación.

-Genial, pequeña, veo que sabes bien como se debe actuar con los demás, amabilidad, paciencia y cariño – Me habló con felicidad.

-Pero ellos me intentarán hacer daño – Le dije con preocupación.

-No si estoy aquí.

Sus palabras fueron literales, ya que, durante el viaje a su casa, me daría cuenta de que un monstruo se enfrentaría contra mí, intentaría hablarle con calma, pero este era un poco pesado, aunque no duraría mucho su tozudez ya que Toriel le miraría con una cara molesta, provocando que este se marchara algo asustado.

Fue cuando me di cuenta de que Toriel no iba a dejar que nada ni nadie me hiciera daño en este lugar, incluso era posible que no me dejara salir de aquí, ya que el exterior era peligroso y ella no podía tolerar que me dañaran.

En uno de los paseos al subsuelo, ella me daría la confianza de dejarme sola, poniéndome a prueba por un momento para vez si era capaz de cruzar un pasillo a solas, algo que conseguiría sin fallo alguno, aunque más sorpresa sería ver como Toriel estaba detrás de una columna.

-Pequeña, tengo que irme por un momento, pero te dejaré este pequeño teléfono para que nos podamos comunicar, ¿entendido? – Me preguntó con un rostro preocupado.

-Claro Toriel, no hay problema, todo irá bien.

Ella me sonreiría ante mis palabras, marchándose del lugar, dejándome totalmente sola. Vi cómo se alejaba cada vez más y más hasta que al fin estaba sola y podría respirar algo más aliviada.

-Demonios, me va a dar pena tener que dejar el lugar – Hablé con preocupación.

Avancé por lugar, pasando por los pasillos algo descuidados llenos de hojas verdosas, algo curioso a diferencia del exterior cuyas hojas indicaban el otoño. No solo eran hojas, el suelo era algo polvoriento y de por medio pasaban los pocos monstruos, levantando el polvo y causando un poco de ruido, se lo estaban pasando bien a su manera.

A veces, en mi camino, los monstruos eran demasiado curiosos conmigo, enfrentándose a mí, apareciendo en aquel lugar oscuro encerrada en una caja en la que tendría que esquivar sus ataques e interactuar con ellos, intentando adivinar que es lo que les podría hacer más gracia y que me perdonaran.

Había aprendido con felicidad mis opciones, atacar, interactuar, objetos y perdonar. La primera era obvia que jamás la iba a utilizar, la segunda me venía bien para poder analizar bien mi contrincante, ver que podía hacer para interactuar, ya sea hablando, haciendo cosquillas, jugar con la comida que tenía o con algunas hojas... La tercera opción era mi inventario, pero no podía guardar mucho más que en mis bolsillos, que estaban llenos de caramelos que tomé de un plato, pero no tomé todos.

𝗔𝗟𝗠𝗔𝗦 𝗨𝗡𝗜𝗗𝗔𝗦 - 𝗙𝗟𝗢𝗪𝗘𝗬Where stories live. Discover now