Capítulo 2.24

2 2 0
                                    

El restaurante era calmado y agradable, los colores azules y violetas de mi alrededor transmitían la paz que me hacía falta en ese momento. Sonreí con calma para luego ver a Sans sentado enfrente mía con un único obstáculo en medio, una mesa donde nos darían comida, o eso creo porque no pagamos para entrar.

No había nadie más en ese momento, solo una mesa para nosotros con las demás mesas vacías, por el momento. Sonreí con amabilidad para escuchar sus palabras.

-Bueno estamos aquí -dijo con calma mientras me observaba. Parecía estar más serio que de costumbre-. Tu viaje parece que va a terminar pronto.

-Es una pena, tenía ganas de quedar aún más aquí -dije con una sonrisa suave-, pero, con todo lo que está pasando, necesito volver.

-Veo que es necesario que vuelvas -dijo con sorpresa. Le miré nerviosa-. Tranquila, entiendo ese sentimiento, pero a veces es mejor aceptar lo que el destino te ha dado.

Mi rostro se volvió totalmente serio, si yo había venido aquí fue para salvarlos a todos, con el objetivo de vivir una línea temporal en la que todos estuviéramos felices, Sans, Undyne, Papyrus, Toriel, Alphys... Carlos, Carol, Elena, Zen, María...

Esto me hizo recordar algo, el poder que me dio Alphys era un tipo de alma, el alma que me daba una gran sensación de justicia. Siempre que tenía un cambio de alma, escuchaba el nombre de alguien ayudándome, pero en este caso no ocurrió.

¿Acaso no pudo ser porque era un programa de Alphys o acaso no quiere comunicarse conmigo? Los que quedan son Carol y Zen, ¿están enfadados conmigo?

-Te equivocas demasiado, idiota -susurró una voz a mis espaldas y al girarme, Sans me miró extrañado. Esa voz no era ninguno de mis amigos, sino Cristian.

¿Él también me está ayudando?

-Creo que te he preocupado demasiado con esa pregunta, así que por favor, olvídalo -dijo con un suspiro suave.

-Tranquilo, está bien -sonreí nerviosa. Hubo un pequeño silencio, vi como sonría con calma.

-Quiero contarte una historia -dijo con calma. Sorprendida, acepté con mi cabeza-. Soy como un tipo de vigilante en el bosque de Snowding, ¿entiendes?

-Sí, lo entiendo.

-Me quedo sentado y busco humanos. Es aburrido, pero afortunadamente, dentro del bosque hay una enorme puerta cerrada y es perfecta para practicar bromas de "toc, toc".

Abrí la boca un poco al entender que esa puerta era la misma por la que salí, la misma donde Toriel vivía actualmente alejada de todos.

-Un día, decidí tocar la puerta, como lo normal. Llamo y digo, toc, toc, y de repente desde el otro lado, oigo la voz de una mujer -dijo con cierta nostalgia-. "¿Quién es?" y con total naturalidad, respondo con una broma muy mala que hizo reír a la mujer durante un buen rato, como si fuera el mejor chiste de su vida.

-Que bonito -susurré con suavidad.

-Desde ese entonces, fui cada día para hacerle esas bromas, se había vuelto como un tipo de hábito. He de decir que es la mejor audiencia que he tenido. Recuerdo incluso cuando un día ella toca la puerta y me hizo una broma parecida. Admito que fue ingenioso y divertido, me sorprendió incluso porque era muy buena haciendo chistes.

Me relajé tanto que me pose un poco más cómoda en la silla, sonreí con calma mientras miraba a Sans con felicidad, pues había hecho una nueva amistad y era bonito saber que fue con Toriel.

-Nos fuimos contando bromas por horas hasta que eventualmente me tenía que ir ya que Papyrus se pone gruñón si no le cuento una historia antes de dormir.

-Que adorable -sonreí con calma.

-El caso, es que ella me pidió que viniera más veces y lo hice. Siendo así, como ya te dije, un hábito en mi vida -miró a un lado con una sonrisa calmada- y mola.

Movió su cuerpo para mirar a otro lado, parecía estar muy nostalgico y me sorprendía de su parte, siempre pensaba que era alguien que siempre hacía bromas sin parar como forma de ocultar sus problemas. Era sorprendente que fuera ciertamente sincero conmigo.

-Un día noté que no se reía tanto como antes, le pregunté que le pasaba y me contó algo extraño -se puso un poco serio ante sus palabras-. Si un humano sale de esta puerta, ¿me podrías prometer algo? Vigilalos, protégelos, por favor -suspiró con pena-. Mira, no soy alguien que haga promesas, las odio y esta mujer, ni si quiera se su nombre, pero siendo de alguien que le gusta los chistes malos tiene un tipo de integridad en el que no puedes decir no.

Sonreí con calma al ver como Sans miraba a otro lado, parecía que cada vez que le costaba saber que decir, observaba a su alrededor para pensarlo.

-¿Entiendes lo que dije? Esa promesa, ¿sabes lo que significa no? ¿Sabes que te habría pasado si no me hubiera pedido nada?

Las preguntas me pusieron nerviosa, ¿sería capaz? ¿Seria capaz de hacerme daño si Toriel no le hubiera pedido esa promesa? ¿Por qué? Me sorprende mucho teniendo en cuenta que Sans parece alguien que sería incapaz de matar a alguien.

-Estarías muerta justo donde estás -amenazó con un rostro que hizo que me pusiera los pelos de punta.

-¿¡De qué va este tio?! -La voz de Cristian sonó en mi cabeza, provocando que temblara de miedo mientras Sans cerraba sus ojos-. ¡Que lo intente! ¡No va a tocarte ni en broma!

Mientras intentaba calmar a Cristian, Sans observó mi rostro nervioso y preocupado. Soltó una risa suave como si lo que hubiera dicho fuera lo más gracioso del mundo.

-Anima esa cara, chica. Era solo una broma -soltó otra risa. Le miré algo nerviosa y molesta, aunque esto intentaba ocultarlo-, aparte, ¿no he hecho un gran trabajo protegiendo? O sea, mírate, no has muerto ni una sola vez.

-Tienes un punto -murmuré nerviosa.

Hubo un silencio largo en el que Sans se movió de la mesa para irse con calma, parecía que iba a irse en cualquier momento, así que estaba lista para irme a descansar en el hotel, pero antes de hacerlo, me volvió hablar.

-Cuídate mucho Ursula, porque se de alguien que realmente se preocupa por tí... Varios, en verdad.

Y tras eso, se marchó, dejándome sola en el restaurante, pensando en varias cosas, hasta que la voz de Cristian intervino de nuevo.

-¿¡Podemos hablar ya?!

-Ay, cállate. Déjame que tome una habitación y hablamos ahora.

Suspiré cansada, al menos se calló de una buena vez. Me levanté para salirme del restaurante y pedir una habitación para descansar. Tras pagar, pude ir a la habitación que me dieron, descansando en una amplia y larga cama para mi sola. Cómoda, perfecta, amplia... Todo tan perfecto que caí dormida.

 Todo tan perfecto que caí dormida

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
𝗔𝗟𝗠𝗔𝗦 𝗨𝗡𝗜𝗗𝗔𝗦 - 𝗙𝗟𝗢𝗪𝗘𝗬Where stories live. Discover now