III. Niño

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La primera vez que Obito abrió los ojos luego de encontrarse con el sabio de seis caminos luego de salvar a Naruto de su muerte asegurada a manos de Kaguya y esos huesos de muerte, Obito observó su vieja habitación con incredulidad y luego miró esas regordetas manos que, sin duda alguna, no le pertenecían.

O al menos, no al yo actual de treinta y seis años, que había vivido en el mismo infierno sin importarle amputarse y cortarse un brazo fácilmente si se interponía en su camino.

Eh... sí... sus métodos eran bruscos y extremos, sin consideración por su proprio bienestar con tal de conseguir sus objetivos bajo cualquier medio.

Ugh... mirando esos regordetes dedos lizos y tersos, Obito miró anonadado como esas pequeñas falanges se movían acorde con sus deseos y, extrañado, se bajó de la cama -oh dios, la cama era enorme, ¿O acaso él era demasiado pequeño? Sentía que iba a caer a un pequeño precipicio si se lanzaba descuidadamente- y caminó hacia el espejo.

Lo que observó en el espejo fue un espectáculo... fascinante.

Suavemente tocó esa regordeta cara llena de leche de bebé, miró con una incredulidad fantasiosa su propio rostro y empezó a examinarse con delicadeza y suavidad... él... ¿Él realmente se veía así de pequeño?

Dios, era un enano.

Al menos no tan bajo como Kakashi, se consoló mentalmente con una pequeña risa satírica en su interior. Puede que Kakashi adulto haya alcanzado una estatura similar, sino igual, a la de él, pero cuando era un mocoso... ¡Era jodidamente enano! ¡Y un enano gruñón!

Mirando su rostro lleno de grasa de bebé, redondo como un tomate, con grandes ojos negros, Obito no puede creer lo que la pubertad le hizo a su rostro. Bueno, omitiendo el piedrazo en la cara, por supuesto o el hecho de que era mitad masa alienígena.

Entonces, se sacó la camisa y los pantalones frente al espejo y se miró de arriba abajo, tocando su suave y blando abdomen con su barriguita de bebé, por lo que sus ojos se pusieron blancos mirando su diminuto cuerpo todo delgado y tembloroso.

¡¿Qué demonios era esto?! ¡Obito siempre había sido una persona gruesa desde que era niño! ¡Su complexión infantil era incluso más gruesa que Asuma en su edad! Mirándose con incredulidad, Obito empezó a despedazarse con los ojos cada centímetro de su cuerpo y criticando este cuerpo suave, blanco y sin un entrenamiento shinobi alguno.

Oh, dios, ¿En qué clase de edad tuvo que retroceder? ¡Este cuerpo era inservible para la mayoría de las cosas!

Entonces, cayó en cuenta de su horrible manejo de chakra a su edad y se puso pálido, por lo que rápidamente empezó a verificar su cuerpo en busca de su chakra y... dios, ¿Siempre tuvo tanto chakra en su cuerpo o era un efecto segundario de haber retrocedido en el tiempo con la mente intacta?

No, él siempre debió tener bastante chakra o, de lo contrario, no le habría costado tanto aprender a controlar su chakra.

Mientras menos chakra tengas, más fácil es controlarlo, pero mientras más tengas, es como una bestia independiente y salvaje, a menos de que aprendas a domesticarla, nada saldrá según lo planeado.

Observando como su manejo de chakra era tan deplorable que, al intentar caminar por la pared, literalmente la astilló y atravesó, Obito comprendió que tendría que pasar por esos tediosos y molestos entrenamientos para controlar su chakra una vez más.

Prendió una vela en su corazón por sí mismo.

Entonces, mirándose al espejo, intentó prender su Sharingan y suspiro de alivio al ver los tomoes negros en sus orbes rojos girando perezosamente alrededor de su pupila. Por un momento, se había asustado de que su Sharingan no despertara en sus ojos y, no fuese hasta que Kakashi perdió su ojo por salvarlo a él, que despertaran estos ojos malditos.

So Simp [Yandere! Uchiha Obito]Where stories live. Discover now