LX. Ambulantes

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La próxima vez que Obito vio a Jin, las palabras de Rin estaban resonando en su mente y se dio cuenta que, si realmente quería lo mejor para ella, debería ser claro sobre cómo no podría tener nada con ella ni con nadie. Él no merecía que nadie lo amara, había hecho demasiadas cosas malas en su vida como para merecer siquiera ese privilegio, él no era un hombre apto para amar y mucho menos para ser amado, un ser que solo destruye lo que toca jamás debería estar con alguien tan dulce y puro como ella, en realidad, él no debería tener si quiera un solo lugar en donde caer muerto.

Y justo cuando el nombre de Jin estaba en la punta de su lengua, entre sus dientes apunto de escapar, vio como un delicado y bajo rubio se acercaba a ella y se aferraba descaradamente a su brazo, colgándose de ella.

No había problema con ello, Jin podía hacer lo que quisiera con su vida, ella era una mujer adulta y... y...

Los ojos de Kisho brillaron mientras miraba a Jin, una sonrisa apareció en sus pequeños y perfectos labios rosados como los de una niña antes de darle un dulce beso en la mejilla a Jin, haciendo que ella cerrase uno de sus ojos y soltase una risita divertida, revolviéndole el cabello.

La boca de Obito se puso ligeramente amarga y no pudo decir palabra mientras Jin y el chico se iban.

Durante la siguiente semana, siguieron sucediendo casos similares en donde Obito intentaría acercarse a Jin para hablar con ella, pero el pequeño rubio interrumpiría sus intentos, frustrándolo sin fin hasta que Obito empezó a detestar a ese maldito enano que solo llegaba y se lanzaba a Jin. Lo más que más le hizo enfurecer durante la semana, fue cuando Jin le regaló un collar al rubio y el chico se sonrojó mientras sus ojos brillaban como estrellas antes de lanzarse sobre Jin en un agarre mortal mientras ella reía y lo daba vueltas, para luego pedirle que ella le abrochara el collar.

¿Acaso él no tenía manos para hacerlo solo? ¿Por qué le pedía a Jin que lo hiciera por él? Claramente se sonrojó cuando sintió los dedos de Jin acariciar su nuca mientras ataba la cadena del collar.

Si Obito hubiera agudizado su audición intencionalmente -cosa que no hizo porque cuando se le calienta la sangre no piensa-, quizás no estaría tan molesto y entendería que el regalo de Jin fue solo una forma para que el chico rubio no tuviera reacciones alérgicas, algo sobre un nuevo experimento entre Orochi-san y ella, con un poco de ayuda de Tsunade, la cual luego de tener a su segundo hijo, que era un terroncito de azúcar que era alérgico a muchas cosas, decidió simplemente cerrar la fábrica de bebés, para desilusión de Dan.

Aun así, con esa posible solución, Tsunade les ayudó con un 180% más de ganas con tal de que su hijo no se topara con una piedra y muriera accidentalmente porque le cayó una gota de agua.

Yamato tuvo que tener una desinfección cuidadosa cada vez que llegaba antes de ir con su hermano de cristal, el pobre chico tenía un corazón tan dulce que le lastimaría ver enfermo a su hermano menor por su culpa.

Y sí, Yamato, Tenzo o Kinoe, como se hacía llamar el Anbu que fue delegado a sensei provisional del equipo siete, en esta vida fue hijo de Tsunade y Dan, cosa que sorprendió muchísimo a Jin porque, en primer lugar, ¿No se supone que el chico ese fue secuestrado o algo así en su infancia por Orochi-san para un experimento de las células de Hashirama y luego fue robado por Danzo o algo así? ¿No provenía de un clan de humo o algo? Jin no lo recuerda bien, pero supone que es lo mejor, al menos ahora no será un arma leal al bastardo de Danzo.

Obito miró a Jin la cual no le importaba que el enano rubio ese pasara sus escuálidos brazos por su delgada cintura, abrazándola pegajosamente. Con toda la honestidad del mundo, Uchiha Obito no podía entender porque se sentía tan... furioso... un tipo de ira que hervía lento, que se preparaba cuidadosamente esperando estallar y él no entendía porque cada vez que veía a Jin estar con ese chico él...

So Simp [Yandere! Uchiha Obito]Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ