XV. Tsunade

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Jin miró a Tsunade ligeramente intimidada mientras estaba sentada al lado de Shizune mientras que Dan les sonreía a ambas suavemente a la vez que servía una taza de té caliente para los cuatro, al de ella agregándole un poco de leche y dos cucharadas de Azúcar porque Jin sentía que las hiervas actuales del té eran un poco amargas.

—Entonces... ¿Les gustó? —preguntó tímidamente Jin mientras jugueteaba son el borde de su camisa, Shizune a su lado estaba casi terminando su segunda rebanada de pastel.

—Está muy bueno, ahora puedo entender porque Shizune no puede parar de hablar de lo bien que cocinas —habló Dan con una suave sonrisa en su rostro y Jin se sintió ligeramente aliviada, junto con un poco halagada.

—¿Realmente lo cocinaste tú? —preguntó Tsunade saboreando el pastel lentamente.

—Si —asintió Jin con una sonrisa emocionada.

—No te creo —dijo directamente y Jin casi se derrumba en la misma silla.

—¿Por qué? ¿quedó tan malo? ¿Algún ingrediente no le gustó? ¿Accidentalmente puse algo a lo que es alérgica o intolerante? —preguntó Jin ligeramente mareada mientras empezaba a sudar balas, ah... ¿No hizo enojar a alguien con el temperamento de Tsunade, cierto?

No quería morir tan joven, gracias, no cuando estaba disfrutando realmente esta vida.

—No, al contrario, el pastel está muy bueno y me gustó mucho —habló Tsunade relamiéndose los dientes después de terminar su primera rebanada de pastel, mientras tanto, Shizune se servía su tercera rebanada y Dan la miraba de desaprobación total, pero a la azabache no podría importarle menos mientras se servía su preciado dulce, haciéndose la tonta como si no notara la mirada de su tío.

Después de todo, Jin cocinaba demasiado bien como para que Shizune pudiera negarse a cualquiera de sus comidas y, a diferencia del chico Uchiha al cual ella persigue fervientemente, son solo en algunas ocasiones casuales o puntuales en las cual Jin comparte de su comida.

—Oh... ¿Entonces? —Jin ladeó ligeramente la cabeza.

—No creo que una niña de tu edad tenga la habilidad para cocinar tan buena —dijo directamente Tsunade y la miró con franqueza—. A Shizune aún se le quedan crudas algunas cosas mientras se le queman otras, ni hablar de Nawaki, el cual tiene la habilidad de cocina de mi abuelo, inexistente. Los niños de estos días no les preocupan ponerse a cocinar, ni mucho menos desarrollar sus habilidades de cocina a tal nivel, prefieren gastar su tiempo jugando o entrenando para ser un buen shinobi.

Oh... —Jin se remueve ligeramente ante la intensa mirada de la legendaria Lady Tsunade, la princesa Senju, la nieta del Dios shinobi, la próxima quinta Hokage, la legitima heredera de los Senju, la sabia de las babosas, la mejor ninja médico del mundo.

Tsunade, de hecho, merecía todos esos títulos, sino más.

—Eso es porque me han entrenado para ser una buena esposa desde que estoy en pañales —aahh, la mirada de Tsunade era demasiado intensa, no podía evitar hacerse más pequeña mientras se removía incómodamente en su silla—. Mi madre me ha inculcado los tres deberes de la obediencia y las cuatro virtudes, sé hilar, tejer, cocer y estoy en proceso de aprender y pulir mis habilidades de cocina y de tocar el Shamisen. Últimamente también se me ha estado instruyendo en cómo mantener una conversación agradable, ligera y apropiada con el marido, junto con cómo manejar las finanzas de-

Basta... —Jin tembló ligeramente por la mirada oscurecida que le dirigía Tsunade— ¿Por qué quieres ser una Kunoichi? —preguntó afiladamente la mujer y Jin temió que, si contestaba mal, la rubia simplemente la mataría de un putazo mal controlado.

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