LVII. Dangos

348 75 20
                                    

Aunque Yoichi era un completo dolor en el culo, pasar tiempo con Kisho no era tan malo, por lo que no le importó mucho ir de vez en cuando a la residencia de su madre en Konoha, incluso si intentaba, de alguna manera, "venderla" como una "esposa adecuada" o "Esposa de alto valor", pero Jin lo descartaría fácilmente mirándola con indiferencia y recordándole una y otra vez que ella era una shinobi Jounin por su propia cuenta, por ende, era una adulta, podía tomar sus propias decisiones y, sobre todo, incluso si quisiera, no sería fácil dejar su carrera ninja debido a su actual posición como shinobi.

No era sorpresa para nadie que las aldeas shinobis fueran reacias a soltar a los Jounin bajo su mando al punto en que la mayoría de ellos estarían en el frente hasta que inevitablemente murieran.

Por supuesto, en su caso, lo de que no sería fácil dejar su carrera shinobi era un poco mentira debido a que su buena relación con el Hokage y su esposa, por lo que Minato le concedería fácilmente una renuncia o algo así, pero incluso si ella lo pidiera, Minato y Kushina eran muy conscientes que su obsesión por los sellos no la podría mantener quieta y terminaría volviendo como Jounin especial tarde o temprano, solo que en vez de misiones fuera de la aldea, estaría enfocándose en la creación de sellos y nuevas creaciones.

Tal vez ayudar a Orochi-san en algunos experimentos no hubiera estado fuera de su mano.

Pensando así, Jin le sonrió suavemente Kisho antes de tomar su mano y cargarlo entre sus brazos para escapar del bastardo insoportable de Yoichi que se encontraba coqueteando con una sirvienta.

—¡A-aaahh! —el rubio miró con ligero terror como se elevaban del suelo y se aferró a los hombros de Jin con temor.

Tranquilo, no te soltaré —rio entre dientes Jin mirando como el rubio temblaba en sus brazos—. ¿No dijiste que sería genial correr y saltar entre los techos?

—S-si... —el rubio asintió tímidamente y le sonrió con ligera emoción, pero la comisura de sus labios temblando casi imperceptiblemente.

—Entonces disfruta del viaje —rio Jin y aceleró el paso haciendo que el rubio soltara un chillido aferrándose aún más fuerte, pero luego de algunos minutos, empezó a reír felizmente mientras disfrutaba de la sensación del viento acariciar su rostro y desordenar su cabellera rubia.

Kisho, como niño indeseado por su débil físico y constitución, junto con sus rasgos "poco masculinos", había sido descartado desde hace mucho tiempo por su familia, sin personas a las cuales llamar amigos o alguien cercano a quien acudir, siempre vivió bajo la sombra de su hermano mayor, el cual no dudaba en hacerle la vida incluso más difícil de la que ya tenía.

Ser descendiente de una familia rica no significa que automáticamente todos te tratarían con respeto, no, incluso los sirvientes lo mirarían por debajo y pisotearían al ver la actitud de su familia hacia él, demonios, incluso sus hermanos pequeños no lo escuchaban en absoluto y lo trataban tan cruelmente como lo haría Yoichi, lo que lo hacía sentir muy triste y dolido.

¿Qué es lo que había hecho mal? ¿En qué se había equivocado para que lo trataran con tanta crueldad? ¿Por qué todos lo miraban como una simple plaga que debería morir?

No sabe en qué momento de su triste vida, Kisho empezó a desear la libertad y empezó a envidiar un poco a los shinobis. Quizás fue la primera vez que los vio corriendo libremente por los tejados sin tener que verse obstaculizados por el tráfico de gente o como podían defenderse de cualquier persona sin temer incluso ante la muerte con tal de hacer respetar a su persona, sin doblegarse incluso ante oponentes más fuertes que ellos, más números, pero lentamente, como una pequeña bola de nieve, sus deseos y admiración empezaron a crecer más y más a pesar de saber que solo podría realizar tales actos valientes y geniales a través de la imaginación.

So Simp [Yandere! Uchiha Obito]Where stories live. Discover now