XLVIII. Compras

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Jin gimoteó mientras apoyaba su cabeza en el escritorio de su habitación. Kurenai y Shizune la miraban preocupadas a la vez que Anko se tiraba a su cama despreocupadamente y se comía unos dulces dangos que estaban en la mesita de noche, por supuesto, Jin los hizo para todas antes de que llegaran porque se le antojaba algo dulce y, ¿Qué mejor que comer unos buenos dangos mientras contaban sus penas amorosas?

—Creo que me voy a rendir... —gimió Jin lastimosamente mirando deprimida a las chicas.

—¿Te vas a rendir con Obito? —preguntó en shock Shizune, mirándola como si tuviera una especie de enfermedad terminal— ¿Estás bien? ¿Te duele algo? ¿Qué fue lo último que comiste? ¿Cuántos dedos vez...?

—Estoy bien, es solo... —Jin apartó la mano de Shizune de un manotazo perezoso y desanimado—. Es obvio que Obito nunca me mirará de la forma en la que yo lo veo...

—No lo sé... ustedes han estado muy juntos desde que él volvió y su relación ha mejorado mucho —animó Kurenai suavemente—. Hay química entre ustedes, realmente, es lenta, pero constante.

—Obito está muy enamorado de Rin... —gimoteó Jin estampando su rostro contra el escritorio—. Y, honestamente, ¿Cómo no estarlo? Rin es tan bonita, tan amable... sus dulces ojos castaños claros, a veces dorados como la miel más pura, sus amables acciones que ayudan desinteresadamente a la gente, su alma bondadosa que perdonaría casi cualquier cosa como un pequeño ángel en tierra, su trato dulce como el de una madre amorosa y sus bonitos cabellos sedosos como hilos de un chocolate puro y dulce... también tiene un rostro muy fino, de muñequita, una nariz de botón, labios ligeramente regordetes con un atractivo rosa, su pálida piel de porcelana perfecta que contrasta con esas bonitas marcas moradas en su rostro, un largo y elegante cuello de cisne, hombros delgados, redondos y bonitos, una silueta pequeña y adorable, una figura atractiva y proporcionada...

—Vaya, si no supiera que eres una estúpida por Obito, juraría que estás enamorada de Rin —habló Anko con la boca llena y elevando un palillo que le quedaba solo un dango.

—¡Anko! —regañó Kuranai y Shizune frunció el ceño con desagrado, ¿Cómo es que comía con la boca abierta? Muy asqueroso.

—No hables con la boca llena —regañó la azabache y la Kunoichi más joven simplemente rodó los ojos y les hizo muecas como si las imitara silenciosamente en mofa.

—Pero Rin es tan perfecta... —suspiró Jin—. Si estuviéramos en un juego otome, seguramente ella sería la protagonista y yo una de las malvadas villanas —Jin se deprimió.

Ah, la adorable chica huérfana civil entrando a una prestigiosa academia en donde solo los mejores van, Jin siendo la insidiosa villana seductora que intenta quitarle a uno de los protagonistas masculinos, con su cuerpo curvilíneo y sexy, sus pestañas largas y su rica y acomodada familia, utilizando sus hilos para comprometerse a la fuerza, si es que no la hubieran comprometido ya, con uno de los protagonistas masculinos, que, en este caso, sería Obito.

Con sus privilegios, seguramente sería decapitada al final en el juego otome y su familia caería en la desgracia al atentar contra la protagonista y atreverse a codiciar descaradamente a uno de los protagonistas masculinos.

—¿Juego Otome? —preguntó extrañada Kurenai y Shizune negó con su cabeza, acostumbrada a las cosas extrañas de su amiga.

—¿De qué hablas, mujer? Si, si, Rin es muy bonita y todo, ¿Pero ? —exclamó Anko levantándose y comiéndose otros tres dangos de golpe— ¡Mira esas tetas que tienes, mujer! ¡Y esa cintura! ¡Y ese bonito y gordo culo que tienes! —exclamó Anko antes de obligarla a pararse de su silla y mirarse en el espejo.

So Simp [Yandere! Uchiha Obito]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora