XCVII. Coqueteo

284 58 19
                                    

Jin sonrió orgullosamente mirando su sello de la verdad, el cual estaba presentando a la unidad de tortura e interrogación. Usualmente, los Yamanaka se encargarían de saber si lo que dice un prisionero es cierto o no, pero eso costaría bastante equipo y más de una sesión de interrogación, mientras que su sello de la verdad inhibe directamente la capacidad de mentir... y la de mantener la boca cerrada.

Eh... definitivamente necesita algunos ajustes -menos si eres un chismoso, porque eran bastante jugosos los chismes que se soltaban estos prisioneros, los primeros tres sujetos de prueba hicieron que un grupo de Yamanaka y ella comieran palomitas por unas horas-, pero si consigue el presupuesto necesario para producirlos en masa, a Jin no le importaría estar unos meses en vela con tal de que el dinero llegue a sus bolsillos.

Nunca se es lo suficientemente rico -Kakuzu estaría orgulloso de ella-.

Tirándose a su cama de espaldas, haciendo que sus almohadas rebotasen y casi cayeran de los suaves confíes del colchón, Jin suspiró luego de un agotador día de explicar teorías sobre cómo hacer el sello y que se realizaran múltiples interrogatorios tanto con el sello de su propiedad -y muchas palomitas mientras escuchaban los chismes con los Yamanaka- como con el tradicional método Yamanaka -solo el Yamanaka en cuestión podía enterarse del chisme-, Jin se acostó contra su camita y abrazo una de las pocas almohadas que casi no salieron volando por su brusca caída a la cama, presionando su carita contra esta mientras sonreía como un gatito satisfecho y travieso.

—Hola preciosa —Jin abrió uno de sus ojos sin apartar su rostro de la almohada y se sonrojó al ver la figura de Obito a contra luz, el cual le sonrió dulcemente y entró en su habitación sin siquiera pedir permiso—. Te traje unos cuantos chocolates y unos lirios.

Obito besó dulcemente la frente de Jin mientras dejaba la caja de bombones, dos barras de chocolate y un ramo de lirios en la mesita de noche de Jin. Como niña mimosa y malcriada, Jin sonrió satisfecha por el dulce beso de Obito y besó su barbilla con travesura antes de darle un corto besito en los labios y esconder su rostro sonrojado en la almohada como un gatito travieso.

El Uchiha rio entre dientes y se acostó detrás de Jin, abrazándola por la cintura a la vez que la atraía hacia su cuerpo, haciendo de cuchara grande mientras ella se acurrucaba en la cama.

—¿Escuché que los sellos que utilizaste en la misión los ofreciste para el departamento de T&I? —preguntó Obito y besó tiernamente la nuca de su querida Jin, haciendo que ella soltara pequeñas risitas.

—Si, lo hice —Jin sonrió ligeramente mientras tomaba una de las manos de Obito y empezaba a jugar con sus dedos, el hombre sonrió zorrunamente.

—¿Cuánto planeas estafarle a Minato-sensei ahora? —preguntó traviesamente con una cara de Gato de Cheshire.

Oye, yo no le estafo nada —Jin hizo un puchero dándose la vuelta para mirar a su hombre indignada, Obito rio entre dientes y besó la punta de su nariz.

—Te aprovechas del buen corazón de sensei para estafarle todo su dinero —rio Obito divertido y juntó sus frentes mirándola amorosamente—. Todos sabemos que amas hacer sellos.

Amo hacer sellos, pero no siempre el mismo, ¡Es aburridísimo! —se quejó Jin como una niña mimada mientras ocultaba su rostro en el pecho de su hombre hinchado sus mejillas como una ardillita.

—Claro, claro, todos sabemos que secretamente planeas la dominación mundial —bromeó Obito y pellizcó suavemente la estrecha cintura de Jin a la vez que se resistía de darle un suave mordisco en la mejilla hinchada de Jin.

¿Cómo su pequeña mujercita era tan adorable? Obito solo quería fundirla en su abrazo y comérsela de un bocado, ¡Era tan linda!

Obito es el Fan número Uno de su pequeña Jincita.

So Simp [Yandere! Uchiha Obito]Where stories live. Discover now